Crónicas

En Aguascalientes… Urdiales una oreja, Ureña el pellizco de arte, Sánchez el coraje

Décimo festejo de la Feria de San Marcos 2017, casi media entrada en la Monumental de Aguascalientes. Se lidiaron seis astados de Montecristo bien presentados de juego desigual. Uno de regalo de la ganadería titular que recibió un inmerecido arrastre lento.

Diego Urdiales: Al tercio, silencio y oreja en el de regalo.

Paco Ureña: Al tercio y al tercio

Juan Pablo Sánchez: Palmas y silencio

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Hoy los ojos taurinos de México estaban puestos en la Monumental, una cartel de mayoría española que levantó expectativa entre la afición no sólo de Aguascalientes sino de la nación taurina mexicana. Urdiales, Ureña y Sánchez con los Montecristo; al final la tarde  tuvo su interés aunque para ser sinceros, se esperaba mucho más. Hay tardes así, que tienen sus variantes, que tienen sus pros y contras. La de hoy ha tenido tintes de oficio, madurez y entrega y también tuvo ciertos borrones en la pintura que se esperaba fuera perfecta.

Diego Urdiales es un torero con mucho sitio, con madurez y cabeza torera; así lo dejó de manifiesto con el primero de su lote, que en mi punto de vista fue la más torera de sus tres actuaciones. Ante el abre plaza Urdiales se vio sereno y pensante ante la embestida difícil del de Montecrito que siempre terminaba pegando arreones, pero el español supo bajarle la mano y obligarle a pasar por el engaño, tocaba al pitón contrario para hacerse de él y conseguir así varias tandas de poder y oficio.

Aunque el astado iba a media altura la actitud férrea de Urdiales  ganó la partida, la solera de su toreo quedó de manifiesto, había mucho torero y poco toro. Por derecha los pases se conjuntaron con los olés secos y serios de la verdadera afición, ese sonido inconfundible del real aficionado que dista por mucho del otro “olé” populoso, masivo y sin alma.

Por izquierda también hubo colores intensos, el toro se le quedaba ya para las postrimerías de la faena y con tesón y guerra Urdiales consiguió pegarle una tanda de valía, abaniqueo de pitón a pitón, mal con la espada y el descabello para escuchar una ovación desde el tercio.

Con su segundo poca historia, un rajado completo que huyó de capotes y muletas, el español intentó de todo pero no logró su cometido. Varios pinchazos y entera para el silencio.

Sin estar conforme con sus actuaciones Urdiales regaló un séptimo y eh aquí cuando el lienzo se pintó de blanco y negro, un tanto borroso, un tanto claro… en fin la cosa confusa. Un arrastre lento exagerado a un toro que se escupió de las varas, cierto es que  tenía recorrido pero protestaba en el último tiempo de la muleta, con él Urdales estuvo entregado, comenzó con doblones firmes sacándolo de las tablas, ya en los medios cayó en la cara del toro sin que la sangre corriera, se levantó con decisión para pasarlo por derecha y vaciar con el forzado de pecho.

Por naturales otra tanda de mérito, el camino era el correcto pero de repente volteó al callejón, le indicaron que pidiera “la de aquí” e increíblemente se contagiado por un populismo descomunal de pedir la música tradicional de esta feria y así distraerse de lo más importante. Cuando al fin logró su cometido de que sonaran las notas musicales entonces sí se dio a la tarea de correr la mano, unas tandas serenas y reposadas y otras presurosas y apuradas.

Mucho sitio  tiene Urdiales, es un señor en el ruedo, así que ¿Qué necesidad de dejarse llevar por la charanga, por lo burdo, por la kermese de pueblo que a alarido grita “la de aquí”?  Mató de media tendida y se le entregó una oreja. Para el burel el arrastre lento que fue protestado.

Paco Ureña tiene finura en las muñecas, vaya momentos de arte sobre todo con el capote en sus dos actuaciones. La primera de ellas la inició con verónicas a manos bajas, lentas ante el reproche de pitones del astado. Luego de la pelea en varas los trazos delicados llegaron por alto, de tablas a tercios y ahí la primera tanda por derecha, el astado embestía fijo y alegre, Ureña le bajaba la mano acompañando con todo el cuerpo, desde la barbilla hasta las zapatillas.

Luego el astado comenzó a regatear las embestidas, quedándose parado y provocando el desarme de muleta del torero.   Hubo dos naturales de pintura cara y el remate de pecho, luego por ese mismo lado pases de pulso y lentitud. Los trincherazos y los remates de pecho para terminar con estocada entera caidilla para saludar en el tercio.

Con su segundo se puso de rodillas junto a tablas para recibirlo con larga cambiada y un farol también de hinojos, de pie arte puro en el capote con las verónicas y media con sello, pellizco y torería. Las tapatías para llevarlo a los piqueros donde apenas empujó. Chicuelinas, la falta de fuerza, las tafalleras y la revolera para cerrar el tercio.

De muleta por alto en los medios, los naturales finos y remates de sabor, luego por bajo dándole aire, espacio y distancia, por derecha las tandas y los cambios por delante para rematar con el pase de pecho. La poca colaboración de toro hizo que Ureña tuviera que aguantar entre los pitones para robarle las embestidas, insistente y decidido. Pinchazos y tres cuartos de acero para nuevamente escuchar palmas desde el tercio.

Quien llegó a la Monumental con un deseo enorme por poner el nombre de México arriba fue Juan Pablo Sánchez que toda la tarde estuvo en afán de guerra y espíritu de lucha. Siempre vemos a Sánchez sereno en el ruedo, serio, dueño de la situación, cosa que poco prevalece entre los toreros jóvenes. En Sánchez  sí, puesto que se impone les guste o no a sus alternantes.  Su personalidad,  sus decisiones y carácter hacen que la afición lo vea diferente. Con el castaño primero de su lote fue de difícil embestida, desde un inicio tuvo tendencia a tablas.

De ahí los sacó Sánchez doblándose con él, por momentos llegó el temple, pero la papeleta era complicada, había que tener firmeza y él la tuvo, pero las embestidas eran a media altura, se quedaba a medio viaje y ante eso es imposible. Digna actuación del de Aguascalientes, mal con el acero y todo quedó en palmas.

Con el sexto un toro que de inicio hizo albergar esperanzas, era fijo, atento buscaba pelea, pero conforme fueron pasando los minutos cambió de lidia y se tornó áspero en la muleta, pegando cornadas al viento y poniéndole la situación realmente difícil al de la tierra que tuvo una labor férrea y lidiadora. Media, varios pinchazos y el silencio.

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@AnaDelgado28 

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