En Madrid… El tendido venteño estuvo con la estética de Ponce
Las Ventas, 2 de junio, de 2017. Vigesimotercera de la Feria de San Isidro. Lleno, acudieron 23624. Con toros de Domingo Hernández, grandes y dóciles en la muleta. Menos clase tuvo el cuarto.
Enrique Ponce: Oreja y oreja con protestas tras aviso.
David Mora: Ovación tras aviso y ovación tras aviso.
Varea: quien confirmó alternativa: Silencio tras aviso y silencio tras aviso.
Detalles:
Ángel Otero se desmonteró ante dos magistrales pares de banderillas en el tercero de la tarde.
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Una tarde en la que Enrique Ponce abrió la Puerta Grande de la calle Alcalá con una oreja en cada toro. Se mostró en su línea artística y rítmica, lo que hizo que el tendido venteño estuviese con él. David Mora y Varea no supieron elaborar una faena completa de peso ya que les faltó un mejor entendimiento del ganado, de menor fuerza éste.
Abría plaza Varea, quien confirmaba alternativa, ante un toro que perdió las manos antes de llegar al caballo. Tampoco supo conectar con el astado, manso y débil, lo que le llevó a tomar los aceros para dejar una estocada entera. Se necesitaron numerosos descabellos, con los que se mostró muy poco torero, con cierta desgana y nerviosismo. La faena pasó de la indiferencia a la crítica.
Lució algo más al sexto en el caballo, dejándolo largo. Se arrancó bien. El brindis fue para el público, justo cuando empezó a hacerse presente el viento. Fue molesto durante toda la faena. Consiguió ejecutar dos tandas por el pitón derecho pero no terminó de encontrarse. La carencia de unos pases aplomados fue el reflejo de que todavía tiene mucho que madurar en su toreo.
Recibió Ponce con verónicas al segundo de la tarde, un toro que de primeras salió abanto, teniendo que ir a buscarlo para conseguir encender al tendido. A pesar de los vuelos de la seda, faltó verdad en esos pases. Sabiamente comenzó con la muleta en las tablas por abajo, enseñando a humillar al animal. Lo trató con suavidad para poder realizar rondos a un toro con nobleza y docilidad. Por el izquierdo costó más ligar los pases. Concluyó con poncinas, que pusieron a algunos asistentes en pie. Menos acierto tuvo con el acero, dejando una estocada trasera tras un metisaca.
Más cara tenía el cuarto de la tarde, un toro débil y con muy poca clase en su embestida. Pudo imponerse ante un animal que no dijo nada. A destacar un pase de pecho bien aguantado, a cámara lenta. Le faltó colocación al maestro valenciano al natural. Volvió al pitón derecho y obtuvo pases profundos pero nuevamente con falta de verdad, pasándose al astado bien alejado de su cuerpo. Dejó un pinchazo y media estocada trasera y tendida. La petición fue fuerte, lo que obligó al presidente de la plaza a conceder el trofeo cuando ya las mulillas estaban arrastrando al animal.
De 679 kilogramos era el tercero, para David Mora. Mostró un defecto de salida en su visión con el ojo derecho. Realizó un quite por chicuelinas. Decidió brindar al público la faena a un toro débil y de poca transmisión. Comenzó con suavidad y temple, siempre en corto, para intentar ocultar la deficiencia que presentaba, la cual volvió a acusar al final de la faena. La estocada fue tendida y trasera.
El quinto de la tarde se mostró manso en varas, con un cabeceo en la cara del caballo. A pesar de la mansedumbre del astado, el torero madrileño basó su faena en dar muletazos sin fundamento alguno. Fue golpeado al entrar a matar dejando una estocada trasera y dos pinchazos.
En resumen, una tarde caracterizada por la mansedumbre del ganado. Los diestros David Mora y Varea no terminaron de cuajar su lote. El público estuvo todo el rato con la estética y posturas de Ponce, lo que hizo que hubiese fuerte petición de oreja en su segundo. Es necesario diferenciar el toreo estético del toreo con verdad; y el realmente artístico es este último. Es innegable el buen hacer del maestro Ponce pero hoy el tendido se ha quedado sólo en la estética. Sólo caminando hacia la verdad podremos defender esto que es nuestro: la Fiesta de los Toros.
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