En la Monumental México… Entre la incapacidad de los novilleros y la mansedumbre del ganado
Con una entrada, que sigue siendo modesta, en la Monumental Plaza de Toros México, en lo que ha sido el sexto festejo de la temporada de novilladas, quinto con picadores. Se han lidiado novillos de Real de Valladolid, disparejos de presencia, mansos, descastados, unos con genio -la casta mala- desarrollando sentido. Ninguno peleó en caballos.
Sebastián Macías: Vuelta.
Arturo Soto: Saludó en el tercio tras aviso.
Jorge Salvatierra: Silencio.
Juan Padilla: Silencio.
Arturo de Alba: Silencio tras aviso.
Sebastián Soriano: Silencio.
Detalles:
Se guardó un minuto en recuerdo al gran rejoneador Ángel Peralta.
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Otra novillada más en donde la empresa de la Monumental Plaza de Toros México, concede otra oportunidad más a los jóvenes, y no pasó nada.
El común denominador de los seis alternantes fue la carencia del sentido del toreo, carencia de técnica…
… que tienen valor, pues eso en los toreros no es una cualidad, sino un requisito indispensable para poder estar frente a la cara del toro, o como en este caso del novillo.
Los astados tuvieron las diversas complicaciones que ofrece la mansedumbre, desde la invalidez hasta el genio, y los seis jóvenes se vieron impedidos para haber podido solventar tan difícil prueba.
Claro que dentro del poco público que fue, cada uno de los seis chicos llevaban a sus porras, les apoyaron, no obstante, no pudieron estar a la altura de las expectativas de sus amigos y familiares.
De pronto en medio de la absoluta aburrición que había dejado los cinco muchachos anteriores a, Sebastián Soriano, llegó este jovencito desde Apizaco, y se distinguió por la espectacularidad con las banderillas, pero nada más.
El primer par lo puso como su maestro El Zapata lo popularizó, y el cotarro se alegró, el segundo par fue bueno en verdad, galleando muy a lo clásico, se asomó al balcón e impuso las banderillas como Dios manda, el tercero, cercano en tablas resultó decoroso.
Vino entonces la difícil prueba ya con al tela roja, y no pudo salir airoso, fue reprobado, porque simplemente no supo qué hacer; suponíamos que lidiaría con guapeza al novillo e impondría con certeza el estoque, pero al igual que sus otros compañeros se dio en intentar sacar pases con ambas manos a un novillo reticente, y así no era el hilo conductor de la faena.
¡Vamos!
Que hasta un grito demoledor se escuchó, duro sí, avasallador también, pero que le dijo la verdad:
“¡Ya toreaste al público, ahora ponte a torear al novillo!”.
Y torear al novillo no era buscar la faena bonita con series guiadas por ambas manos, porque el utrero no se lo permitía, su descastamiento se lo impedía; sino justamente era hallar una faena lidiadora para inmediatamente poner punto final con cabal inteligencia y sentido del toreo.
No lo pudo hacer…
… no queda más que decir.
Cumplió la empresa, no estuvieron a la altura los seis jóvenes…
… ¿qué piensan hacer?
En cualquier otra expresión artística, ya sea para concertistas de piano, corno, violín, arpa, etcétera, o bailarines de ballet clásico, escultura o pintura, los sinodales cuando ven que un joven que no tiene las cualidades y carece de aptitudes para brillar como artista, se lo comunican y no le hacen perder el tiempo.
Lamentablemente, aquí en los toros, todo la inútil cauda de acompañantes, les llenan la cabeza de disculpas y de mucha coba -falsos elogios-, y les hacen perder un tiempo precioso que jamás regresará.
Decirle a los jóvenes que visiten la autocrítica, eso resulta más que difícil, pues están acostumbrados a los frívolos y mentirosos halagos; no obstante, si alguno puede visitar la autocrítica, ojalá y sí lo haga.
En fin… que ya veremos que pasa el próximo domingo, porque este…
… este no pasó nada.
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