En la Monumental México… A la melosa teatralidad de Ponce, tras Horrendo bajonazo, ¡dos orejillas!
Con una entrada que rebasa el tercio del aforo en la Monumental Plaza de Toros México, en lo que ha sido la tercera corrida de la actual Temporada Grande 2017-2018, se han lidiado INADMISIBLES ‘bobitoros’ de los sucesores de Teófilo Gómez, así como de Barralva, anovillados, con el común denominador de la mansedumbre, el descastamiento y la invalidez.
El rejoneador Jorge Hernández Gárate: Silencio.
Enrique Ponce: Ovación y vuelta con algunas protestas tras exigua petición; y dos orejas con petición de rabo en el de regalo.
Joselito Adame: Silencio en ambos ejemplares.
Octavio García El Payo: Pitos tras dos avisos y oreja protestada.
Detalles:
El buenazo de ‘Brauny’, ha regalado un absurdo arrastre lento para homenajear al que hizo octavo, que no peleó en las cabalgaduras quedándose a dormir el sueño de los justos en el peto, que acudió con la cara alta, deslucido, en un andar bobalicón en cuartitos de pase; y regaló dos orejas por un horrendo, espantoso bajonazo a Enrique Ponce.
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Cuando se rompe la medida que otorga el sano equilibrio, se llega al exceso, a lo absurdo, prevalece el caos y se conduce a la situación incomprensible que da el engaño…
… sí, el engaño, como ha ocurrido en el festejo dominical que nos ocupa del mayor coso del mundo.
Una gente complaciente, que fue a celebrar todo lo que hacía el señor Ponce, aunque fuera sólo el espejismo de una vaga y vulgar teatralidad.
Siempre se ha comentado que hay dos tipos de público: El torista que defiende a la grandeza del toro bravo y encastado; el público torerista, que admira por encima de todo a los toreros; y lo que comencé a nombrar desde los años noventa cuando escribía en el Novedades:
El público turista.
El público turista son aquellas personas que llegan a la plaza de ocasión, algunos les llaman los “caza carteles”, otros más en España, les denominan “los del clavel”, en la realidad no conocen del arte del toreo ni de su entorno, no saben si lo que se consuma en el redondel es algo en verdad trascendente, simplemente celebran como una mera pose.
Festejan por el sólo hecho de festejar a quien según les dicen es un nombre relevante, como haya sido su esfuerzo; aunque sea desde hace varios años, la misma antítesis de la grandeza del arte del toreo.
Eso son justamente los figurines… la antítesis de la verdad del toreo, hacen todo lo posible por pisotearlo a través de imponer la comodidad, entre más conveniente sea para sus estrategias, mejor será su despreocupada estadía en el redondel.
El divo de Chiva, Enrique Ponce, ha hecho sobre todo en los últimos años de su vida torera, una vulgar teatralidad, si antes se preocupaba por las cuestiones de forma, por encima de las del contenido, ahora sólo le interesa la parodia de lo que debe ser la grandeza del toreo.
Una parodia en donde se tiene como elementos fundamentales al “bobitoro” que le proveen las ganaderías comerciales; le aprueban las autoridades “tapete” a su servicio, y un público complaciente les festeja todo, aunque este último, en medio de la reflexión haya estado disminuyendo sistemáticamente, en grados alarmantes.
Para ello, se sirven de la prensa al servicio del engaño, que esconden la verdad, y amplifican el oropel.
Por supuesto que nunca dirán, como el caso que nos ocupa, que en la Monumental México hubo poco más del tercio de aforo, porque eso es ofender al “patroncito” del que, según dicen, llena plazas en México, y modificarán los números para que la puesta en escena luzca mejor de lo que en la realidad es.
No obstante, el divo de Chiva, como preludio a su presentación en La México, estuvo enviando boletines de prensa como si se tratara de propaganda política, para que todo mundo supiera que iba a “donar” los emolumentos que percibiera por este festejo para los damnificados del sismo.
Luego cambió de opinión, y decidió enviar esa supuesta “donación” a la Fundación Slim, para que también…
… supuestamente, la quintuplicaran.
Pero…
… en ese momento, deja de ser esa supuesta “donación” y se transforma en otra figura legal y financiera, que eso ya le corresponderá analizar a quienes tengan esa misión.
Aunque eso sí, tendrá, eso parece, una exención tributaria, pero eso ya será también misión del fisco analizarla.
Lo que sí nos queda claro es que más que “donación”, todo hace ver, ha sido una especie de transferencia de dinero de la gente afectada que fue al festejo para que supuestamente sea beneficio de la gente afectada que no fue al festejo.
Porque si el señor Ponce, hubiera sacado de su peculio una cantidad para darla a alguna institución, eso si sería en la realidad una donación.
En fin… que todo esto resulta muy complicado, porque se pudieran llegar a conocer, muchas más falsedades de las que se supone existen.
Ya adentrándonos al festejo, gracias al señor Ponce, ha sido la evocación misma al bobitoro, un astado manso, descastado y hasta inválido, que acude en un caminar borreguno, para estar a gusto el torero en el redondel.
Así tuvimos que soportar dos ganaderías que enviaron esa reminiscencia de la “bobaliconería“… Teófilo Gómez y Barralva.
¿A dónde habrá quedado aquella ganadería Barralva que tanto nos ilusionó al inicio de su andar?
Una auténtica incógnita, deseamos que no se convierta en otra más de esas ganaderías comerciales que tanto gustan a los figurines.
Sin embargo, y retomando el tema, queda claro que con estos “bobitoros” se ofende a todos aquellos toreros que al enfrentar al toro bravo y encastado han dejado para la posteridad, faenas épicas de imborrable recuerdo, y con lo ocurrido este domingo, se reduce todo a la miseria taurina.
El señor Ponce, tras el paseíllo, saludó en el tercio, y desde ahí comenzó su guión teatral, sin grandeza, pero eso sí… escandaloso.
Salió su primer Barralva, barbeó las tablas e inesperadamente saltó al callejón quedando montado en el burladero de picadores de donde al final, le pudieron ayudar a salir.
Iba evidentemente maltrecho, se le notaba desde Júpiter, pero no lo vio nadie, es más, la ganadera, Ana María Rivero Llaguno, de pronto me exclamó “… yo como ganadera hubiera de inmediato exigido lo devolvieran porque estaba ya inutilizado”, y creemos que le asiste la razón.
Así el astado apenas y recibió un minipuyazo, cumplió en lances correctos, pero nada de otra cosa, aunque fueran celebrados, junto a unas chicuelinas que no pasarán a la historia.
Nuestro dilecto colega y amigo, Antonio Lorca, siempre ha afirmado que, Ponce, es un experto en lidiar inválidos, y así es, porque casualmente le salen a él este tipo de ejemplares, pero…
… pero, surge la pregunta:
¿Cuánto vale una supuesta faena a un inválido?
Todo hace ver que nada, aunque sus seguidores le aplaudan todo, el torillo se cayó varias veces, y tuvo que poner punto final, para dejar una estocada trasera y caída.
Con su segundo, que procedió de la ganadería de los sucesores de Teófilo Gómez, no hubo algo de capa que recordar, lo que sí una faena vulgar, dejando series con cuartitos de pases, de acuerdo al borreguno andar del bovino.
Le movía la muleta como si fuera una toalla para que el bovino como una especie de perrito faldero acudiera, lo que resultaba ofensivo para la grandeza que debe ser el toro bravo y encastado.
Hubo un exceso de redondos zapatilleando como grácil lirio desmayado.
La poncina a pesar de ser alcanzada la muleta, la gente lo celebraba. Para dejar una trasera tendida, abuso de rueda de peones, dos descabellos, un aviso, y una…
… una vuelta muy barata, ni siquiera de oportunidad.
¿Hay poder en el toreo de Ponce?
Eso es algo que siempre he dudado, porque si lo hubiera torearía todo tipo de toros, todos los encastes, y no sólo de ganaderías comerciales, que, como según comenta la gran conseja popular:
“Fabrican al toro domecqsticado”.
Entre cada pases siempre repone, cuando menos, siete pasitos como si estuviera bailando el Lago de los Cisnes; no hay firmeza en la arena, y habitualmente hay abuso del pico de la muleta.
En medio de esta reflexión, irrumpió la gente en verdad enardecida, en el sexto toro, exigiendo que Ponce regalara un “bobitoro”, y así ocurrió.
Apareció Vivaracho de Teófilo Gómez, con unos cuernitos de bisutería, además de manso y descastadón. Desde con los lances el astado iba con la cara alta. Con el caballo como era de esperarse, no peleó. Y era evidente que resultaba un manso bobalicón, además de inválido.
Ponce dio pases por abajo, más que suaves o templados, resultaban lentos, porque así iba el debilucho bovino, y le acompañó con la experiencia que posee al cansado caminar del teofilito.
Vinieron series con la derecha en alguna de ellas se derrumbó el bovino, pero el público no vio eso ni tampoco que sólo hubo nuevamente cuartitos de pases, por la debilidad manifiesta.
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Luego apareció la zurda y ocurrió lo mismo, y el burel, que salía con la cara alta, más parecía que lo hacía sorprendido de que el público de forma ensordecedora estuviera celebrando una faena que no era tal…
… no era tal, porque no hubo ni mando ni dominio, ni épica ni grandeza, simplemente, el acompañar al débil caminar de un astado casi inválido.
Vendrían las poncinas, y puso en aprietos al bovino que hizo lo que pudo, cual “borreguito faldero”, y repitió con suma lentitud porque en verdad ya estaba agotado, pero el público…
… el público no se daba cuenta ni de eso ni de nada, sólo parecía que tenían en el guión gritar desaforadamente olé, a todo lo que hiciera Ponce, aunque no tuviera un sólido contenido.
Decidió entrar a matar, vendió bien la suerte, y dejó, un horrendo, en verdad, horredo, espantozo bajonazo, y la gente lo celebraba como si hubiera sido el espadazo de la temporada.
Mientras Ponce, al ver esta reacción se regodeaba con una sonrisa que para algunos pareció malévola.
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Claudicó al fin el pequeñajo, la gente fuera de sus cabales pidió hasta el rabo, el buenazo de Brauny, sólo dio dos orejillas, y un inmerecido…
… inmerecido arrastre lento, que ofendió a la grandeza del arte del toreo.
¿Cómo estuvieron los demás?
Mire, usted, lector amigo. El joven rejoneador Jorge Hernández Gárate, tuvo momentos brillantes, sobre todo cuando tras imponer las banderillas, toreó por la grupa al toro dejándose llegar muy cerca al toro de El Vergel, y salir airoso.
Lo malo estuvo en que al final si alcanzó a su cabalgadura, y en medio de sus subalternos salió para asestarle un rejón de muerte que no complació al respetable.
Joselito Adame, ha estado correcto, voluntarioso, dejando momentos interesantes con su primero de Teófilo Gómez, que estuvo sumamente anovillado; durante su faena de muleta se observaron series con la derecha que impactaron gratamente, pero el toro era débil.
Joselito, inexplicablemente, decidió tirarse a matar con un sombrero de charro lo que le molestó mucho al público, dejando una estocada tendida y tres descabellos.
Con su segundo de Barrlava, volvió a estar esforzado, pero el público turista, iba a ver a Ponce, y tampoco fue su día. El toro se rajó escandalosamente en la faena de muleta, y hasta ahí acabo todo.
Con El Payo, bueno…
… su manso ejemplar también saltó al callejón, y al igual que todos los astados de esta tarde no peleó en varas, la faena resultó anodina a un manso y deslucido ejemplar.
Las cosas cambiaron con su segundo, dando series con ambas manos interesantes; no obstante, tras cuatro series el de Teófilo comenzó a ser reticente, El Payo, decidió finiquitar, dejó un pinchazo y una estocada caída, siendo protestada la oreja que le han concedido.
Al final, cuando iba ya para casa, comenzó a sonar el celular sin parar, por todos los mensajes que me llegaban de las redes sociales, de gente indignada de todo el mundo taurino, que no lograban comprender…
… cómo había sido posible que se haya hecho triunfador a alguien, que la realidad, la verdad, el respeto y la dignidad le reprobó sin tasa ni medida.
Así las cosas.
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