Crónicas

En Bayonne… Una oreja para Talavante y otra más para Rufo

Arènes de Bayonne. Corrida de las Fiestas Blanca 2022. Se conmemoró su 90 Aniversario. Temperatura agradable al final de un día veraniego vasco. Seis toros Conde de Mayalde, disparejos en presentación, faltos de fuerza y ​​raza.

Domingo López-Chaves: Saludos en el tercio y saludos en el tercio.

Alejandro Talavante: Una oreja y silencio.

Tomas Rufo: Saludos en el tercio y una oreja.

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Hay corridas de toros que no dejan nada para el recuerdo. Esta festejo en Bayona ha sido uno de ellos. Es difícil recordar más allá de algunos detalles después de salir de la plaza. Culpa mucho de esto ha sido de la corrida que envió el Conde de Mayalde, dispareja en presentación, mansa, justa en fuerza y ​​falta de raza. Decastados iban casi todos los toros a menos, huyendo a tablas.

López-Chaves necesita toros que sean oponentes, que resulten encastados para que sus cualidades de valiente lidiador salgan a relucir. Se vio fuera de lugar en el festejo. Alejandro Talavante toreó con elegancia pero también requiere de toros que transmitan más emoción. Lo que se recuerda de su actuación, aquella primera serie al natural en el comienzo de la faena. Tomás Rufo, como Roca Rey, tiene la capacidad de adaptarse a las circunstancias (toros y público). En su segundo, toreó más para fijar la atención del gran público, con un toro bastante manso, mientras ofreció a los aficionados unos muletazos de lujo. Punto común que tuvieron los tres toreros, sus espadas hicieron claudicar a los toros de inmediato.

El que abrió plaza resultó cómodo de cornamenta y justo fuerza, por eso tuvo que ser necesariamente poco picado. Domingo López-Chaves inició su faena por la derecha. El toro de inmediato evidenció su debilidad. Y en este contexto, el torero de Ledesma hizo una faena sin mayor relevancia. A menudo se hizo notoria la mucha distancia que hubo entre él y el toro. El de Mayalde fue a menos. La espada viajó muy baja y necesariamente tuvo un efecto rápido. Saludos en el tercio.

El cuarto -segundo de López-Chaves- compareció hasta en dos puyazos, que no dijeron nada, saliendo suelto del encuentro el del Conde de Mayalde. Sí, fue manso y por ello, buscó refugiarse desde el segundo tercio en las tablas.

Otro manso al que también le faltaron las fuerzas, rayando en la invalidez. Tampoco tuvo esa transmisión tan necesaria para que López-Chaves hubiese impactado en el público.

El torero con su buena disposición extrajo pulcros derechazos, pero la faena resultó tediosa, demasiado larga y consecuentemente aburrida. Con un toro aquerenciado en tablas y falto de casta no podía haber más. Saludos con ovación en el tercio para el torero, pitos para el toro.

El segundo del festejo para, Alejandro Talavante, de inmediato mostró debilidad nada más apareció en el redondel. Y si a esto le agregamos que tuvo una espectacular vuelta de campana en el primer tercio, que le hizo mucho daño y no se recuperó, las cosas se pusieron peor. Las dos primeras series de Talavante al natural resultaron muy bonitas. Toreó a media altura llevándolo consentido y fue así que el toro comenzó a acudir al final de la faena.

El torero de Badajoz toreó con elegancia, con estilo pero a veces sin cruzarse. La faena aunque sí elegante en las formas le faltó contenido, por esto careció de profundidad y de ese sello tan particular que es la identidad de Talavante. El toro se fue a menos y poco a poco se fue refugiando en las tablas. La espada quedó caidita pero fue eficaz. Una oreja para el torero.

La suerte de varas del quinto apenas y fue un suspiro. Desde el primer tercio apuntó al terreno de las tablas como todo manso. Ante esta encrucijada, Talavante, decidió llevarlo a los medios y ahí intentó trazar muletazos por ambos lados a un toro que sólo buscaba huir hacia las tablas.

El final de faena, necesariamente tenía que ser en las tablas, justo a donde quería estar el manso, y ahí realizó un toreo tremendista lo que hizo reaccionar al público más festivo de este festejo. La espada viajó baja y todo quedó en el silencio para el torero y silbidos para el toro.

El tercero que correspondió a, Tomás Rufo, fue también otro toro justo de fuerzas. Y al igual que los demás lidiados esta tarde fue poco picado. En el tercer tercio, como era de esperarse le faltó fuerza, poder y la faena al final fue de aquellas que no deja nada para el inmediato recuerdo, a pesar de la voluntad del torero. Saludó en el tercio después de claudicar inmediatamente el toro.

El sexto, que al final fue el mejor presentado del encierro, apenas y recibió dos picotazos sin empujar. Tuvo poca fuerza, sin embargo, fue obediente, característica de los mansos. Tomás Rufo, ligó series con ambas manos y a fuerza de paciencia lidiadora, consiguió que el toro acudiera a su muleta más allá del medio pase.

El joven torero, quien tiene una inteligencia precoz, que resuelve en la cara del toro, como lo vimos en Mont-de-Marsan, entendió al público y apostó por un toreo bullidor, tremendista, más para las graderías, que tuvo el efecto deseado.

Lo paradójico resultó, que en medio de esos pases más destinados al público festivo que al toro, consiguió unos naturales muy bonitos. Todo sucedió como si todavía quisiera decirle a los aficionados presentes: “… yo también sé torear“. Tomás Rufo le cortó una oreja tras un espadazo de efectos rápidos.

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