Opinion

Lo comenta Miguel Ángel Yáñez… Paco Cañamero un grande orgulloso de su patria chica

Paco Cañamero presentaba este viernes su undécimo hijo literario titulado Capea-Robles. 50 años de competencia y torería en la sala Antonio Bienvenida de Las Ventas y rodeado de toreros, amigos, compañeros y todos aficionados taurinos.

En este libro habla una vez más de su tierra y de la gente de su tierra como es Salamanca, de la que se siente tan orgulloso y a quienes hemos tenido la suerte de conocerla y recorrerla en cierta parte nos lleva de la mano por ese recorrido de su campo charro y de sus gentes que han sido grandes no, grandísimos embajadores por el mundo entero con su ganado y muy especialmente con su torería como es el caso de Santiago Martín El Viti, Julio Robles (qepd) y Pedro Gutiérrez Moya El Niño de la Capea; tres grandes toreros a los que he tenido la suerte de conocer tanto taurinamente como de forma personal.

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Toreros a los que Paco les rinde un gran homenaje con su literatura en la que se nota que desprende admiración y cariño por ellos y por todos aquellos toreros salmantinos que de una forma u otra han paseado el nombre de Salamanca por los cuatro puntos cardinales del universo taurino.

Pues resulta que Paco Cañamero también lo hace con sus libros, relatos, crónicas, comentarios y reportajes literarios y periodísticos que a lo largo de su ya larga carrera ha publicado en diferentes medios y que siempre son una delicia leer y disfrutarlos con las ganas, ilusión y dedicación que él les imprime.

A Paco le conocía por sus comentarios que publicaba en el medio en el que ambos colaboramos como es Torosenelmundo.com y ya de forma personal el día en el que se le rindió un homenaje en Las Ventas a ese gran señor y figurón del torero que ha sido y es D. Santiago Martín El Viti, torero serio pero afable y amable. Pues bien, ese día y precisamente también en la sala Antonio Bienvenida, Paco Cañamero se me presentó y con esa bonhomía que desprende nos hicimos amigos, además de ser compañeros de profesión y de medio.

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Un lazo que nos ha unido en la distancia que tampoco es tanta la que hay entre Salamanca y Madrid y menos aún con las nuevas tecnologías y vías de comunicación; pero es que esa unión se cimenta además con las comunes amistades que tenemos y conocemos y que cada uno por su lado hemos vivido y en algunos casos frecuentado.

Él explica a lo largo de sus publicaciones muchas de sus vivencias con estos tres toreros de los que estamos hablando y muy especialmente de los dos protagonistas de este su último libro Robles-Capea. 50 años de competencia y torería.

De Julio Robles puedo contar que fue un gran torero que como bien explica Paco, le costó más su reconocimiento por el gran público, pero que era un “torerazo” de los pies a la cabeza y del que tuve la suerte y el honor de ser el narrador del vídeo que se hizo contando gran parte de su vida taurina una vez que ya estaba postrado en la silla de ruedas. Julio Robles serio, formal, cabal y poco amigo de los aduladores “gorrones” que tantos suele haber en el mundo taurino.

Por su parte a Pedro Gutiérrez Moya El Niño de la Capea hace ya algo más de 35 años que le conozco gracias a dos grandes salmantinos como los hermanos Hernández, Manolo y Amador, como toda la familia de Miranda del Castañar, quienes en su Mesón Los Charros del madrileño barrio de La Elipa, muy cerca de Las Ventas, fundaron en su momento la Peña del Niño de la Capea para rendirle el tributo merecido y la admiración a su paisano Pedro.

A partir del momento que me lo presentaron surgió también una sincera amistad con Pedro, Carmen su esposa y a partir de ahí con sus hijos Verónica y Pedro Peri. Los que siempre me han demostrado esa campechanía y cercanía que prácticamente todos los salmantinos que conozco me han obsequiado y de la que sigo por fortuna disfrutando. Caso también de otro gran salmantino y amigo mutuo como es Vicente Del Bosque.

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Pues de todos ellos y muchos más amigos salmantinos anónimos me siento orgulloso, como por supuesto de ti Paco, Paco Cañamero compañero y sobre todo amigo como tú también te sientes orgulloso de esa Salamanca monumental y muy especialmente de la del “campo bravo charro” que tantas alegrías nos ha dado a lo largo de la vida y que seguro que nos va a seguir dando con su mundo rural, universitario, alegre pero a la vez con la reciedumbre y hospitalidad de esa vieja Castilla.

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@miguel_a_yanez  

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