Crónicas

En Aguascalientes… Perera y Luis David Adame; orejas muy reales

Séptimo festejo de la Feria Nacional de San Marcos 2017, el coso monumental registró casi medio aforo. Se lidiaron astados de San Miguel de Mimiahuápam, desiguales de presentación y juego. Destacó el lidiado en cuarto sitio que recibió palmas en el arrastre.

Miguel Ángel Perera: Silencio y oreja

Juan Pablo Sánchez: Palmas en ambos

Luis David Adame: Oreja y leves palmas.

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A los niños de mi generación nos contaban historias ficticias, cuentos de papel, fábulas y fantasías que perdimos en algún rincón del recuerdo cuando crecimos; pero los niños de hoy ya no se creen los mismos cuentos y buscan historias reales que le emocionen, que puedan investigar y comprobar, que sean de verdad,  que sean palpables. A ellos ya no se les engañan muy fácil, buscan el porqué, el cómo y el cuándo. Ellos buscan realidad. La historia de hoy en la Monumental tiene altas dosis de esto que buscan los infantes de hoy, los relatos de hoy tuvieron un verdadero peso y valía. Esta tarde vimos el valor y la gallardía de Adame, el sitio y temple de Perera, y la serenidad y firmeza de Sánchez. Hoy fue de esas tardes que a pesar de no ser abultada en número de apéndices si dejan olés profundos y aplausos sinceros desde el tendido.

Miguel Ángel Perera regresaba a la tierra del cielo claro y el agua cálida, para obsequiar a la afición una de las faenas más reposadas de lo que va de la feria. Se la hizo al cuarto toro de la tarde, un bien presentado burel que desde la salida fue pronto al llamado del capote, se revolvía en un palmo de terreno, aunque pecaba de debilidad y poco peleó en el peto, permitió al español hilvanar una faena intensa, midiéndole la fuerza en los primeros pases y barriéndole los lomos de pitón a rabo en el pase de pecho. Poca fue la fuerza del astado pero tenía un gran recorrido y fijeza en la muleta, Perera aprovechó el derecho para pegarle muletazos largos cual sueño profundo. Probó por naturales, pero ese capítulo no terminó bien. Volvió al camino de la diestra y la suavidad, el temple y los muletazos en redondo hicieron aplaudir al más duro aficionado, de esos que se guardan sus aplausos, puesto que ya han visto muchos cuentos risorios en el redondel, Perera con su quehacer muleteril les hizo irremediablemente hacer sonar sus palmas. ¿Qué no se podía por la izquierda? Perera lo hizo, y regaló naturales lentísimos, con pulso y citando con la panza de la muleta, todo en un círculo de arena revuelta, ahí sin moverse, aguantando logró el cambio por la espalda y la gente explotó.

Serio y vertical continuó Perera a quien le volaba por el viento la bamba de la muleta, pero esto no impidió que llegara hasta el fin del cuento muy real que el español le relataba a la afición hidrocálida. El astado terminó por aquerenciarse y hasta allá lo siguió Perera para continuar su labor reposada. Al final un desdén bello y la estocada entera en buen sitio  para obtener una muy merecida oreja que, aunque usted no lo crea, el juez se pensó para soltarla, queriendo ser el villano. Finalmente la otorgó  y Perera dio la vuelta al ruedo tras el merecido premio.

Con el primero de su lote Perera luchó ante sus adversas condiciones y contra el viento que sopló y sopló toda la tarde. A éste le bajó la mano derecha para intentar pasarlo, pero protestaba y cuando le obligaba perdía la batalla y rodaba por la arena, voluntad y esfuerzo del español, varios pinchazos y media para dar paso al silencio.

Otro que también narró su propia historia fue Luis David Adame, esta edición adamista sí parece gustar a la afición, puesto que posee valor, pero de ese que no alardea, si no que fija las zapatillas en la arena y deja que la prosa de su muleta cuente todo. Con este primero lanceó un tanto acelerado, y ya con la muleta en la mano, cual lápiz en el papel, se dedicó a escribir un relato que inició a lo diferente. El toro se arrancó, Adame le cambió el viaje y se lo pasó por manoletinas en los medios, de ahí se dio a torear por el lado derecho que tenía peligro y se le quedaba muy corto, Adame lo aguantó hasta conseguir hacerlo pasar. Por izquierda a manos bajas también se quedó en las proximidades de los pitones que casi besaron la taleguilla, haciendo despertar a la afición. Pendiente de su humanidad, acechándolo el burel y Adame cruzándose en terrenos peligrosos pero sin caer en la vulgaridad, ahí se quedó hasta que coronó uno por derecha lentísimo, prosiguió de la misma forma por el izquierdo, en el sitio correcto sin enmendarse, firme en la arena para ganarle la partida y hacerlo pasar en redondo, no se salvó de que le prendiera pero todo quedó en espanto, el astado se terminó. Adame se fue tras la espada dejando entera ligeramente caída para recibir una oreja, premio valioso por su batalla.

El sexto era un Goliat de embestidas poderosas y a las que Luis David enfrentó, aunque en honor a la verdad, esta vez sí lo puso en predicamentos, no sólo a él sino también a los de plata. Una dura prueba para Adame que comenzó manejando bien el percal, chicuelinas, caleserinas y revolera tras la puya que fue trampera, puesto que le taparon la salida. Armado con la muleta, asido de las tablas Adame quiso dominar, pero entre que se distraía con los cantores del tendido (que como no les tocaban “Pelea de Gallos” la cantaban de su ronco pecho) en fin, Adame ocupadillo en hacerles caso se perdió un poco ante el duro sinodal que tenía enfrente, las recias embestidas le complicaron la narrativa de su muleta, luego se centró un poco más y estuvo con voluntad ante el atacante que nunca cedió. Mal con las espadas y se fue entre leves palmas.

Juan Pablo Sánchez tuvo enfrente a un astado codicioso que recargó en varas y que desarrolló peligro. Inició por doblones indicándole quién era el autor de la labor, pero el astado siempre estuvo pendiente de él por ambos pitones, por izquierda difícil la papeleta para Sánchez que también tuvo que lidiar con el viento enemigo de su labor. Cambió los procedimientos y los terrenos, le dejó la muleta en la cara para intentar pasarlo por la tela, al final doblaba las extremidades, Sánchez insistía se metía entre los áridos caminos que lo llevaban directo a los pitones, tanto que el astado terminó prendiéndole de la pierna derecha sin que corriera la sangre. Regresó valiente a la cara del toro y finalmente lo despachó de estocada entera y caída para recibir palmas.

Con el segundo de su lote estuvo empeñoso, un astado que era un cuento breve y sin fuerza. Con éste Sánchez estuvo en plan de voluntad, guerrero y deseoso, pero al final no tuvo digno oponente. Lo mató de entera contraria para retirarse del albero de las historias entre palmas de reconocimiento.

Y como todo llega a su final, así se cerró el libro de una tarde interesante en la que no se requirieron premios excesivos, en la que brillaron los premios reales, de verdad y no de fantasía.

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@AnaDelgado28 

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