En la Opinión de Pepe Mata… Entre el drama y el claro objetivo de no dejarse vencer por la adversidad

30 noviembre 2025 José Mata

En la Opinión de Pepe Mata

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Advertencia: Siempre es oportuno advertirles tanto a ganaderos como a toreros, empresarios y ahora a los políticos, que este artículo de opinión no es apto para ellos, porque aquí no aparecerán ni los falsos elogios ni las inútiles justificaciones para acomodar todo en una artificiosa ficción y así dañar a la verdad. Para ello, existe la prensa corrupta, que vive de enaltecer el engaño, inundando de mentiras, adulaciones e intentando abusar de la buena fe de los lectores al tratar de convencerlos de lo que no ocurrió. Bajo advertencia… no hay engaño.

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A veces incluso vivir es un acto de coraje”: Séneca

Nuestro compañero Fernando Moreno a través de su magnífica crónica En Tlaxcala… El Mojito, heroico salió por la Puerta Grande nos relató lo que es no dejarse vencer ante la adversidad. Si bien Alejandro Lima El Mojito había consumado una faena intensa e interesante, con la que había mostrado un parteaguas en la expresión de su tauromaquia.

Sí, evolucionando hacia mejor, consecuencia de la sabiduría que le ofrece su Maestro Manolo Mejía, a través de los diarios y fructíferos ensayos.

Vino entonces el punto final, la suerte suprema y con ella la apasionada entrega le llevó a volcarse con esa verdad incontestable. El toro hizo por él con furia inaudita, hasta dejarle soberana guantiza que fue notoriamente peligrosa; hachazos por todo el cuerpo pero sobretodo en su cabeza.

La escena provocó estupor e hizo parecer que haría claudicar a El Mojito.

Decía mi inolvidable amigo y maestro el siempre inolvidable Pepe Alameda:

“Un paso adelante y puede morir el hombre… un paso atrás y puede morir el arte“.

Y el imbatible Mojito pleno de serena inteligencia asumió el reto de esa apasionada entrega en una rúbrica que le llevó a la enfermería.

Sí, le llevaron a la enfermería en donde ahí, a ras del piso, sentado, en medio del incontenible dolor y la evidente exigencia de su espíritu de salir a conquistar el triunfo, le aplicaron los necesarios primeros auxilios y así, con la férrea convicción de no claudicar salió a torear a su segundo.

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Después de una faena en donde el poder que concede el valor natural y el poder del sentimiento que alimenta al fuego de la pasión bien entendida, inflamado su espíritu espartano de la firme convicción de no dejarse llevar por la adversidad, concretó otra faena en la que después de la sólida rubrica el público exigió al unísono se le concedieran los dos trofeos que abrieron la Puerta Grande a esa pasión de la que tanto habló mi gran amigo y maestro Pepe Alameda:

“El toreo no es graciosa huida sino apasionada entrega“.

Esta dramática escena en donde el espartano espíritu hizo acto de presencia, bien pudo haber sido narrada por los Himnos homéricos, porque el toreo, sí el arte de la tauromaquia es la mágica representación de la iliada y odisea.

Hay verdad, virtud y grandeza.

Cuando leía la crónica del gran Fer (Fernando Moreno), me recordaba el resumen de la azarosa vida de Mojito.

Les comento…

Un día que fui a realizar un reportaje a la ganadería tlaxcalteca de Tenexac, invitado por el gran Sabino Llano -que en gloria esté-, para el programa Toros y Toreros que produjo, dirigió y condujo durante 40 años mi amigo y maestro Julio Téllez, quien me invitó a colaborar y conducirlo junto con él; hasta que seres malignos le arrebataron sin pudor el programa.

Bien, regresando a esta historia, llegué al clásico restaurante de Apizaco que se halla frente a la famosa Locomotora, La Posada, y mientras pedía un frugal desayuno energético, por supuesto; de pronto apareció un jovencito como de 15 años flacuchillo, fuerte, serio, se me quedó mirando y me extendió la mano con energía exclamando:

“Yo veo Toros y Toreros y lo admiro“.

Ante tal muestra de inesperada solemnidad, firmeza y evidente respeto, le di las gracias, invitándole a desayunar. En la charla que se fue aligerando en la tensión, me comentó que su convicción era ser torero, porque le fascinaba la tauromaquia: “Para mi ser torero significa algo mágico, me hace sentir libre, feliz, realizado“.

Lo felicité y le pregunté que si estudiaba y me contestó que sí, y que vigilaba que sus hermanos también lo hicieran. Al preguntarle ¿por qué?, la expresión de su cara cambió y se puso entre triste y nostálgico.

“Mis padres tuvieron que migrar a los Estados Unidos para buscar estar mejor y se fueron cuando tenía 8 años. Nos quedamos con mis abuelos y junto con ellos cuido de mis hermanos“.

Debo decirles que El Mojito pudo formarse también como abogado y a sus hermanos les apoyó a concretar sus objetivos. Su hermanita es médica cirujana y su hermano veterinario.

Al mismo tiempo ha luchado por ser torero, luego las cosas no se alinean como quisiera, sin embargo, cuando las oportunidades llegan, sale al redondel a dar todo y mucho más.

Es entendible que a algunas personas les pueda agradar la forma de expresar su tauromaquia y a otros no. Así es la vida.

No obstante, esa apasionada entrega la muestra y demuestra una tarde sí y otra también y es por ello que merece que todos los empresarios de México le concedan la oportunidad de consolidarse en su gran pasión: ser torero.

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Durante la pandemia un ganadero le habló y le dijo, “… tengo 8 toros que se quedaron y pasaron ya los seis años, quieres torearlos antes de mandarlos a la carnicería“.

El Mojito, así lo hizo, y la sorpresa fue que la forma de entender a toros de esa edad, de esa catadura le condujo a concretar faenas de campo de sumo interés.

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Jóvenes toreros como Alejandro Lima El Mojito merecen esa ansiada oportunidad de concretar su sueño, sus ilusiones.

Su lucha incansable debe de ser reconocida y recompensada otorgándole festejos, porque queda una cosa clara; El Mojito saldrá a dar todo y mucho más.

Para que la tauromaquia mantenga su vigencia urge el necesario renuevo generacional y permitir que sea el gran público, el maravilloso público el que haga y consolide a sus inminentes ídolos.

No hay de otra.

El que mantiene viva a la tauromaquia es el público, es tiempo de entender qué toreros quiere ver y encumbrar.

Sin público ninguna expresión puede existir.