Crónicas

En Madrid… Sólo ovación al toreo vertical y emocionante de Tomás Rufo; ese acero

Madrid. Las Ventas 1 de junio de 2025. Festejo vigesimoprimero de la Feria de San Isidro con toros de El Parralejo, desiguales de presencia y comportamiento variado,  que carecieron, en general, de la colaboración necesaria para que pudieran haber remontado las faenas. El mejor fue el sexto. Los toros: Primero pastueño y feble. Segundo justo de fuerza y noble. Tercero colaborador de fuelle medido. Cuarto con peligro y rebrincado. Quinto exigente y violento. Sexto bravo con transmisión y fondo.

Miguel Ángel Perera: Silencio en ambos.

Fernando Adrián: Ovación y silencio.

Tomás Rufo: Silencio y ovación.

Detalles:

El mejor del encierro que envió El Parralejo, fue el bravo sexto que correspondió a Tomás Rufo quien se encajó, templó, mandó por el derecho, cuajó una profunda serie por el izquierdo pero no acertó con el estoque. Miguel Ángel Perera mostró oficio en ambos. Fernando Adrián lidió con dignidad su lote entregándose en ambos, plantando con asentamiento las zapatillas, soportando arreones y medimientos.

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Orden de lidia -sorteo-

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Prólogo

Festejo vigesimoprimero de la Feria de San Isidro con toros de El Parralejo, de los que solo uno, bravo, con transmisión y fondo, dio opciones de triunfo. Le tocó a Tomás Rufo quien realizó una entregada faena, con quietud, dándole las ventajas al toro, bajándole la mano con poderío en series por el derecho, toreando de hinojos, expresándose y conectando con los tendidos, que solicitaron fuertemente la oreja. No   acertó en el uso del acero, resultando insuficiente lo anteriormente hecho para cortar oreja, quedando la cosa en ovación con petición.

Miguel Ángel Perera lo intentó denodadamente con su primero, se lo pasó con suavidad, mostrando oficio, sin exigirle,  no siendo lo anterior bastante para remontar por la feble condición del astado. Su segundo se puso peligroso cuando le obligó en la muleta, rebrincó en la tela y no dio opciones con final feliz. A Fernando Adríán, con su justo de fuerza y noble primero,  le fue la cosa bien hasta que obligó con la tela para lucirse. El escaso fondo hizo presencia y no dio para más. A su segundo, exigente y violento, respondió Adrián poniéndose en el sitio con valor y asentamiento, consiguiendo destellos aislados.

El Festejo

Miguel Ángel Perera tuvo un primero que no se entregó en el capote, aunque metió bien la cara. Echó las manos por delante y acudió con cierta codicia, no exigiéndole al observar que quería más que podía. Se entregó en varas. En el quite de Fernando Adrián por gaoneras se apreció la limitada condición del astado. Inició en el tercio con la muleta pasándolo con suavidad por el derecho, mostrando su escasa fuerza. Por el izquierdo ni siquiera se pudo rematar la tanda. Mató de estocada. Silencio.

Su segundo no se empleó en el capote. Fue cuidado en varas. Levantó la cara en banderillas. Inició con la muleta en el tercio.  Pasó con cierta violencia por el derecho sin obligarle. Por el izquierdo lo llevó con prudencia y en la segunda serie por el mismo pitón, con el viento molestando, le bajó el engaño soltando la cara a la salida del muletazo. Continuó con peligro y descompuesto el resto de la lidia. Mató de estocada baja tendida. Silencio.

Fernando Adrián saludó a su primero con un farol de rodillas, en pie por verónicas y remate de vistosa revolera. Cuando llevó el toro al caballo cayó Fernando al albero y el astado simplemente lo miró. No se entregó en varas. Se quejó en banderillas. Inició con estatuario, pase al desdén y el obligado de pecho.

Continuó en series por el derecho plantando los pies, pasándolo cerca y con largos pases de pecho. Al llevarlo por el izquierdo fue a menos, en el tercio cuajó una serie de cinco con la derecha sin ceder terreno, acudiendo con entrega pero con fuelle muy limitado. En la siguiente no pudo. Mató de media larga tendida. Ovación.

Su segundo fue bronco desde que salió. En varas le castigaron. Brindó al público. Inició de rodillas, más allá del tercio, pasándolo con arrojo en pases cambiados por detrás y delante.  Irregular y violento se desplazó, plantándole cara con firmeza y quietud mirando al tendido cuando le pasaba de muleta. En medio de tanto peligro algunos sueltos fueron por ambos pitones de calidad. Mató de estocada larga algo tendida. Escuchó un aviso. Silencio.       

A Tomás Rufo le tocó un primero, colaborador de fuelle medido, al que exigió en el comienzo con la muleta, dándole tandas largas, que mermaron el juego posterior. Mató de media estocada, dos pinchazos y media larga tendida. Silencio.

En su segundo, bravo con transmisión y fondo, inició de rodillas con la muleta entre las rayas. Se entregó, compuso la figura, toreó con relajo, intensidad, sin ceder terreno, obligando, entusiasmando y enfervorizando al público, con la mala fortuna de cobrar una media corta atravesada y después la estocada. Gran petición de oreja no concedida por el Presidente.

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