En Aguascalientes… Su señoría, el toro

09 marzo 2025 Ana Delgado

Crónica de Ana Delgado

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Aguascalientes. Domingo 09 de marzo de 2025, cuarta novillada de la temporada. Plaza de toros San Marcos, medio aforo. Se lidiaron astados de Torrecilla bien presentados, enrazados. Destacaron los lidiados en primero, segundo, tercero. El cuarto y quinto complicados y el sexto le faltó fuerza.

Jesús Sosa: Oreja y oreja

Tomás Alejandro: Vuelta al ruedo por su cuenta y al tercio.

Bruno Martínez: Oreja y división de opiniones

Detalles:

Se brindó un minuto de aplausos por el reciente fallecimiento de Pepe San Martín, incansable impulsor de la fiesta brava durante muchos años.

Saludaron en el tercio los subalternos Gerardo Angelino, Jorge Luna y los aspirante Eduardo Noyola hijo y Kevin García

El picador Eduardo Noyola recibió palmas tras un buen puyazo.

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¡Cuando el toro llega pone a todos en su sitio!

Como si fuera un juez ejerciendo su labor, un magistrado con la facultad de decisión sobre el destino de los de luces. Esta tarde llegó la casta y la raza y no todos pudieron resolver el caso, la controversia surgida desde sus pitones dictó sentencia, el fallo y el mazo fueron contundentes: unos culpables otros inocentes. Su señoría, el toro… no se equivoca.

Jesús Sosa se enfrentó con un duro juez, un astado bien presentado y serio de pitones que llevó por nombre Don Toño de briosa salida de frente y que por poco le arrolla al quererlo recibir con larga cambiada de rodillas en el centro del ruedo. El astado siguió rematando fuerte en los burladeros hasta que Sosa se hizo de él en el percal. Por chicuelinas lo llevó al caballo en el que el de Torrecilla cumplió.

Lo quitó por caleserinas y revolera bien ejecutadas ante la fiereza de un astado que fue atento a los vuelos del capote. En banderillas destacaron Gerardo Angelino y el aspirante Kevin García quienes dejaron pares en lo alto mostrando facultades y torería.

Con la muleta Sosa se puso rodillas en tierra para pasárselo con un cambiado por la espalda, para ligarlo con una tanda por derecha aun de hinojos y rematar de pie con pase de pecho, hasta aquí un Sosa sereno. Luego unas tandas más por el derecho, pero sin domeñar esas embestidas que de no poderle se irían hacia arriba y eso pasó, el novillero consiguió varias tandas por ambos lados, unas más suaves otras sin encontrar el son.

El novillo atento y al acecho, Sosa quedándose en el espacio del peligro, valiente sí, pero sin redondear ni mandar del todo a un astado con raza que no era fácil. Al final manoletinas de rodillas arriesgadas y rematadas por alto. Dejó una estocada entera, caída y tendida, dobló, pero el puntillero falló con el verduguillo y se lo levantó. Cuando al fin acertó con los aceros le entregaron una oreja con ciertas protestas. Las palmas de reconocimiento fueron para el astado de Torrecilla en el arrastre.

El cuarto de la tarde se llamó Don Vazlo otro novillo de salida briosa y en busca de pelea y que nuevamente por poco y se lo lleva de frente a Jesús Sosa al esperarle en los medios frente a toriles cuando intentó pasárselo con larga cambiada de rodillas, se sacó la espina del trago amargo y lo repitió al hilo de las tablas.

Posteriormente el astado asistió con fijeza y fuerza a las telas y en el caballo cumplió. Sosa quitó por chicuelinas y revolera despertando los olés. En banderillas saludaron en el tercio Eduardo Noyola hijo y Kevin García tras buenos pares. En el tercio de la roja Sosa lo pasó por derecha aun sin mucha historia, lo probó por la izquierda sin ajustarse del todo hasta que el astado le desprendió los avíos.

Volvió a la senda derechista y ahí sí consiguió varias tandas que hicieron despertar el olé serio de la San Marcos. A media altura continuó Sosa, valor sí, redondez no. A veces aguerrido otro acelerado y mirando al tendido y busca de aprobación, siguieron muletazos descompuestos, alargando la faena.

Mató de estocada trasera y contraria, el astado vendió cara su muerte y cuando por fin dobló se le fue otorgada una oreja de mero trámite. Para el astado las palmas en el arrastre.

Muñeco segundo de la tarde que le correspondió a Tomás Alejandro, el astado saltó a la arena de frente, poderoso y alegre, atento a las capas. El joven hidrocálido no se encontró con el capote, mientras que el astado asistía brioso. En varas empujó fuerte y salió doblando del encuentro.

Tomás Alejando quitó por caleserinas un tanto aceleradas ganándole su novatez. Con la muleta se lo llevó de tablas a tercios, ahí las primeras tandas por derecha sin acoplamiento, el astado volviéndose pronto para la pelea, el joven entre tropezones con su muleta, sin muchos recursos y es entendible por su poco rodaje.

Por izquierda muchos pases, poca transmisión, aprovechando el viaje de una embestida franca. La gente se distrajo y ya no estaba con los ojos en el ruedo, al final estocada trasera y caída, luego del arrastre la gente le reconoció con palmas y salió al tercio, pero decidió por voluntad propia darse una vuelta al ruedo que resultó desangelada y poco trascendente.

Don Pepe fue el quinto del festejo, otro de alegre salida al que Tomás Alejandro recibió con largas afaroladas de rodillas. En varas fuerte pelea, luego el novillero local quitó por gaoneras voluntariosas.

En el tercio final el novillero se puso de rodillas para intentar llamarlo de lejos, pero esto no sucedió y hasta él tuvo que ir de hinojos para pasarlo por derecha y rematarlo por alto. Otra vez muchos pases que tenía adentro el de Torrecilla, pero en frente no había una muleta de mando, lo intentó por la izquierda salvándose del percance puesto que el astado ya estaba muy al pendiente de él.

El joven queriendo, alzando las voces, pero eso sin toreo no sirve de nada. Desde el tendido se escuchó un atinado grito: “¡A la cara, quieto ahí!” y es que esta vez la afición también hizo valer su sentir cual integrantes del jurado. Al final estocada entera, caída y tendida. El joven escuchó palmas nobles en su salida al tercio.

El español Bruno Martínez hizo su debut con picadores esta tarde ante Lalito, el tercero fue un novillo armonioso y bonito ejemplar de Torrecilla, que como todos sus hermanos saltó a la arena de frente, brioso, alegre, buscando al guapo que lo iba a lidiar. Martínez con su capote en las manos le llamó para pasarlo con larga cambiada de rodillas, el astado era pronto, emotivo y se revolvía pronto.

Ya de pie, Martínez lo lanceó por verónicas mecidas, luego lo bregó al caballo y ahí escuchó al piquero dejándose guiar por los que saben del toro mexicano, dejó al novillo en donde le indicaron y qué bien que lo hizo puesto que vivimos un momento luminoso cuando el piquero Eduardo Noyola le dio caballo, preparó el momento el astado se arrancó y le prendió arriba, aguantando la vara, para que los tendidos estallaran en palmas de reconocimiento.

En banderillas saludaron en el tercio Jorge Luna y el aspirante Kevin García.

En el último tercio el español inició con doblones serenos y pensantes, tenía enfrente una embestida poderosa y constante. Ya en los medios acortó las distancias y se lo pasó por la diestra, el astado levantaba la cara mientras que el novillero debutante permanecía sereno y paciente, dándole tiempo entre tanda y tanda regresando a la cara para encontrarle el ritmo, pasándoselo por derecha y rematando por alto.

Poco a poco siempre en espera del más, serio en su quehacer. Al final el astado reculaba, el torero lo pasaba por bajo y correcto. Por izquierda se tornó un tanto peligroso levantando los pitones, así que prefirió continuar por la diestra sin dejarle ir, poniéndole la muleta en la cara para terminar las tandas rematando por alto, en general una labor de firmeza y seriedad. Terminó matando con estocada entera un tanto trasera para que se le entregara una justa oreja.

Con Iván el sexto de la tarde, Bruno Martínez vio la luz y la sombra. El bien presentado de Torrecilla buscó las telas y la pelea. Primeros lances y a la brega llevándolo al piquero que le pegó fuerte en varas y del encuentro el astado salió doblándose.

De muleta Martínez lo sacó de tablas a medios con cambios toreros, desde ya se le notaba que perdía las patas delanteras y había que quererle para cuidar esa poca fuerza que le quedaba. El novillero comenzó por bajo, serio, ajustando las distancias, tocando a pitón contrario, insistiendo hasta sacarle por pases y rematar por arriba.

A fuerza de querer y poder le sacó lo que no tenía, por bajo, dejando la tela en los belfos y aunque alargó su labor nunca perdió la elegancia, sin aspavientos y en torero hasta el final, pero las cosas se pusieron complicadas a la hora de tomar la espada, múltiples fallas, pinchazos y descabellos hasta escuchar dos avisos y retirarse entre división de opiniones.

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