En Aguascalientes… La visita del Halley
Aguascalientes. Domingo 28 de abril 2024. Décima corrida de la Feria Nacional de San Marcos 2024. Plaza de toros Monumental más de medio aforo. Se lidiaron cinco astados de Begoña y uno de San Miguel de Mimiahuapam y dos de regalo de las mismas ganaderías. Justos de presencia (excepto el primer regalo de Begoña) todos, con sosería y mansedumbre.
Arturo Saldívar: Palmas y leves palmas; al tercio en el de regalo.
Juan Ortega: Oreja y palmas; oreja en el de regalo.
Héctor Gutiérrez: Palmas y al tercio.
Detalles:
Destacaron en banderillas Héctor García y Yael Sánchez.
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De cuando en cuando sucede, una tarde, un instante, un desborde, un verso que conmueve, un silencio que impone, un solo de requinto, un violín desgarrando el alma… tarda sí, hay que vivir mucha caña para verlo regresar, tan fugaz y tan esperado como el Halley, pudieran pasar años, lustros, décadas para que el brillo de su luz nos ilumine, al final cuando lo vives, en tus adentros sabes que ha valido la pena la espera.
Y es que lo vivido hoy en la Monumental no sucede tan seguido, se tienen que conjuntar los elementos, alinear los astros, trazar las estrellas para que todo se conjugue en un tiempo perfecto.
Qué interesante tarde la de hoy, tres toreros dispuestos a cantar su verdad ante un encierro justo de presencia que resultó soso y manso del cual estuvieron muy por encima, por su raza, por su deseo y por su arte. Se olía en el ambiente algo distinto, se presagiaban los latidos, se convocaba a la verdadera afición, no se equivocaron los gitanos puesto que de esta tarde se hablará por muchos años.
Un cartel que atrajo a propios, porque los extraños no atinaron a la combinación con más torería del serial sanmarqueño y se notó, porque hubo seriedad en el tendido, silencio del que sabe y peticiones justas y sin exagerar, sin gritonear, jaleando lo bien hecho y con sus palmas sacando al tercio a los toreros, hoy se notó el verdadero Aguascalientes taurino.
Tiene nombre de torero antiguo, Juan Ortega, hasta hace poco desconocido para muchos, hoy el imán de las miradas, y es que desde que se abrió de capa con Trianero literalmente deletreó el lance fundamental del toreo, vaya verónicas de manos bajas, suaves, tersas, de muñecas mecidas y el remate con revolera. El de Begoña se picó muy poco en la vara, como la mayor parte del encierro, y salió escupiéndose y con poca fuerza.
Con la muleta en la diestra y tomado den borde de las tablas, Juan Ortega se lo pasó por alto, luego con doblones toreros, serios, firmes lo sacó de las tablas. El de Begoña se quería ir, pero Ortega lo sostenía en su engaño inteligente, por izquierda pases suaves y remates por bajo con contenido.
Desde las alturas se escuchó el grito de ¡Torero caro!
Le cambió los terrenos y una vez más por naturales, bien colocado ante la distracción del astado que buscaba las tablas, pero Ortega tenía otro plan, mantenerlo en su tela, hacerlo pasar por la diestra, el cambio de muleta que parecía lo vimos a cámara lenta y el remate de pecho.
¡Qué belleza de formas, hasta la mano que no torea, torea!
Terminó por doblones serios y pases por alto, preparó la suerte suprema y se fue como una bala dejando estocada entera en buen sitio. Recibió una muy bien merecida oreja mientras que el manso sin valor de Begoña recibió pitos en el arrastre.
Arlequin se llamó uno de muy justa presencia de Begoña su sosería no le permitió hacerle mucho, detalles y buen juego de brazos con la capa. En varas ligero castigo, de muleta pocas opciones, aunque se lo llevó a los medios para tratar de meterlo a su tela, el astado totalmente parado y las pocas embestidas y rebrincando.
Algunos pases serenos al hilo del pitón, pero no traía moneda de cambio, a lidiar por la cara y a mejores cosas. Mató de entera en buen sitio para irse entre palmas y otra vez los pitos se escucharon para los restos del Begoña.
Ortega decidió regalar uno de San Miguel de Mimiahuapam, al que recibió con verónicas lentas, balanceadas rematando con media torerísima. Por chicuelinas lo llevó al caballo en el que cumplió. Cuando tomó la muleta la afición se frotaba las manos, en busca de unas gotas de agua en medio de un desierto que ha durado años.
Comenzó con ayudados por alto, luego naturales desmayados y los remates abajo. El astado le protestaba en el último tiempo de la muleta, logró meterlo por la diestra para rematar con un trincherazo que le habló al tiempo y le dijo: detente.
Los olés surgieron sinceros, serios, de verdad, la verdadera afición hidrocálida recibió la luz del cometa, la visita del Halley, lo vimos tan cerca, a simple vista como el hecho de voltear al cielo, como si fuera tan fácil encontrarlo, disfrutándolo sabiendo que duraría poco.
Ortega planteó con serenidad su trazo, ante la poca embestida, dándole el justo espacio y tiempo, luego por naturales suaves con el ligero toque y rematando por alto. Ya el toro estaba sin gas, el torero con parsimonia terminó doblándose con él toreramente con olores a canela dulce, lidiando por la cara, preparó con calma la muerte dejando estocada entera ligeramente trasera. Otra oreja muy bien ganada y aquilatada por la afición que se queda con la miel en los labios, esperando nuevamente que el destello de buen toreo orbite pronto por este cielo.
Héctor Gutiérrez fue otro elemento vital para una tarde como esta, el de Aguascalientes es de lo más serio y real de la torería nacional. Lunero se llamó el tercero de la tarde, un astado también de justa presencia que se revolvía pronto desde los primeros lances, Gutiérrez por verónicas y remate soltando la punta del capote derramando perfumes caros.
En varas el astado cumplió, luego el torero quitó por tafalleras, gaoneras y revolera de garbo. En banderillas dejaron pares en lo alto Héctor García y Yael Sánchez.
Con la muleta comenzó con doblones finos y por alto pegado a tablas, Héctor sereno por naturales, pero mejor por la diestra donde consiguió una tanda lenta y cadenciosa. Lunero estuvo muy pendiente de echárselo a los lomos por ese lado, varias veces haciéndole estragos, el torero aguantando.
Otra vez por izquierda bajándole la mano, el cambio y el remate. Para el ocaso de la faena un poco más acelerado y ya no había colaborador, en general una labor seria, torera y serena, el astado terminó con la cara alta, Gutiérrez mató de entera, trasera y caída para irse entre palmas.
El sexto de la tarde fue de San Miguel de Mimiahuapam, uno mejor presentado que empujó poco en varas, con la tela roja Gutiérrez estuvo paciente y sereno sacándole las tandas por derecha finas y toreras, por naturales trazos largos pero ya le levantaba la cara, iba a media altura y soseando, él se quedaba en los terrenos del pitón, sin mover las zapatillas hasta conseguir hacerlo pasar en redondo, aguantándolo, por ese lado el astado ya lo estaba cazando, el torero se quedó en la pelea y a aventar los avíos a la arena en detalle innecesario para su torería.
Nueva tanda por derecha mirando al tendido, justificándose en la cara. Su mal uso de las espadas le hizo perder toda posibilidad y la gente calurosamente lo invitó a saludar en el tercio.
Cantarito se llamó el primero de la tarde, mismo que correspondió a Arturo Saldívar, un astado apenas justo, cortito que no se empleó en las capas. El piquero dejó un puyazo traserísimo y muy breve, del cual salió doblando las patas delanteras. De muleta por derecha en tandas bajándole la mano, aunque las condiciones del astado no eran las idóneas, Saldivar estuvo muy dispuesto, por naturales finos y lentos ante la poca fuerza, una tanda más lenta, Arturo centrado en su yo torero.
Por derecha y por bajo continuó, con el toque preciso y el pase de pecho, el cambio de muleta por la espalda para que llegaran los naturales lentos y bajos ante un astado que fue repetidor, ya a media altura para lograrle algunos en redondo, el astado terminó con la cara arriba y mejor se fue por el estoque, la gente expectante provocando los silencios serios de una afición de las que sí son, Saldivar se tiró a matar dejando una fea estocada atravesada y muy trasera, se deshizo de él con varios pinchazos hasta escuchar un aviso. La gente le sonó las palmas.
Su segundo, un astado también de justa presencia que peleó en la vara con la cara arriba, Saldivar lo sacó de las tablas algunas tandas por ambos lados, pero no traía emoción en la embestida, por naturales muy parado, él en un palmo y sin mover las zapatillas, pero no había mucho que hacer, hizo el esfuerzo con elegancia por derecha. Ya para cerrar los últimos pases un tanto sucios descuidando no le tocaran la muleta. Se extendió en su labor y la gente se lo reprochó. Otra vez mal con la espada hasta escuchar un aviso y retirarse entre leves palmas.
Regaló uno de Begoña, bonito de pinta melocotón espectacular, con u trapío que robó la atención y las palmas en su salida. Primeros lances y revolera, en varas recargó fuerte. Con la muleta comenzó con tandas largas a media altura sin conectar del todo, por izquierda insistiendo, pero sin emociones desbordadas. No había pergaminos que seguir, al final el astado termino soseando y saliendo por alto, manoletinas y abaniqueo de pitón a pitón. Otra vez fallando con el estoque, espadazo muy trasero y caído y tres cuartos de acero en buen sitio para que la gente lo sacara al tercio. Para los restos del astado sonaron los pitos en el arrastre.
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