Opinion

La conmovedora conexión de los jóvenes con Roca Rey

En los últimos tiempos el toreo, o dicho de mejor modo, la afición por la fiesta de los toros, observó un bajón tan grande que la postró en la indiferencia y un desinterés cada vez mayor que casi le ocasiona daños irreparables. Sean por las razones surgidas dentro de la misma actividad taurina, que ya hemos analizado anteriormente, como por el embate proveniente de todo orden en contra de ella.

Pero como suele suceder cada cierto tiempo en la historia del toreo, surgen predestinados a marcar época propia dentro suyo, que lo sacan del aljibe del letargo y conformidad en que cayó, para volcar nuevamente hacia el mismo a las gentes, aficionados o neófitos.

Una de esa figuras arrolladoramente revitalizantes es Andrés Roca Rey, que hoy por hoy convoca las miradas de multitudes enfervorizadas hacia el arte de Cúchares, tal como se constata cada vez de solo verlo anunciado en los carteles de plazas o ferias.

Como sucede precisamente por estos días, en el norte andino del Perú, su tierra natal, donde se han dado con rotundo éxito las ferias de San Juan Bautista.

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Roca Rey solícito al requerimiento de sus pequeños fans

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Y es que apenas unas cuantas semanas atrás se lo comentaba a Javier Fernández-Mardomingo y a Carmelo López que tuvieron la gentileza de invitarme a su programa radial El Toril, emitido en Madrid desde la misma plaza de Las Ventas, que hoy en día los niños y jóvenes del Perú —les decía— ya no solo aspiran ser un Leonel Messi o un Cristiano Ronaldo, sino que su ilusión más cara ya mismo es la de ser toreros, pero sobre todo serlo como Andrés Roca Rey, el paisano, el referente; la máxima figura actual del toreo.

Pues vaya que es así haciéndose cada día más ostensible desde que se desató esta fiebre andresista que no solamente involucra al Perú sino que a todo el mundo taurino o si se quiere, allá por donde el paso del gallo peruano se haga evidente.

Un monstruo, tanto por lo que hace en frente de un toro con ese insultante e impredecible arrojo de valor consciente, como por el inmenso arrastre que generan sus modos, la elegante arrogancia y el dominio absoluto de escena que le imprime a sus andares, decires y conceptos tan propios de su enhiesta personalidad, signos distintivos del joven diestro elevado a la condición de ídolo de masas tanto dentro de sus seguidores como de aquellos detractores que sin duda alguna esconden bajo el atuendo de un purismo exacerbado, anquilosado y decadente, también una profunda admiración hacia él.

Pero el objeto de estas líneas no es juzgar a unos u otros. Tiene, como fin, destacar la enorme empatía que el ídolo guarda con el público joven. Lo hemos visto por nosotros mismos, aquí y allá, como se dice. Porque Roca Rey es un torero distinto, tanto que incluso sobre él ya resulta repetitivo decir que es de esos que salen cada cierta cantidad de años en el toreo. A estos genios la afición debe agradecerles la revaloración de la Fiesta porque su irrupción la vivifica dotándole de esa renovación necesaria que la haga perdurar por todo el tiempo de más que deba de existir.

Figuras como Roca Rey, mezclándose con los niños y con cuántos lo abordan para la foto, el recuerdo, un saludo o tan solo alcanzarle la mano que el divo extiende siempre solícito, acerca ese mundo, para muchos rancio y desfasado, hacia ese sector generacional de la sociedad que lo refresca y renueva. Bendito sea así.

“Me motiva ver en la plaza a tanta gente joven que, de una u otra forma, se identifica conmigo” —Andrés, dixit.

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El cariño de la niñez hacia el ídolo graficado en esta tierna imagen de Mónica Lucas. Chota, 2023

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Consecuentemente y tal como vino sucediendo desde años atrás, la memoria nos retrotrae al 2015 con aquella imagen de un maltrecho Andrés con el símbolo de la rocknrolla en la mano trasponiendo la puerta grande de Madrid, gesto con el que se identificaron multitudes de jóvenes de todas partes, las que mostramos ahora acompañando esta nota, son bastante gráficas de la algarabía y conmovedora emotividad con la que en estos días el pueblo de las ciudades de Chota y Cutervo han testificado la afinidad con el ídolo cuya presencia en ellas a propósito de celebrar las sendas ferias en honor al santo patrón en común, San Juan Bautista, las desbordó de pasión con un efervescente revuelo comercial y ambiente festivo que literalmente las puso de cabeza, especialmente en Cutervo donde aún no había llegado como matador de toros.

En los comercios locales cuelgan solitarias camisetas de clubes y estrellas de fútbol, incluso hasta del team local —Comerciantes Unidos— de destacable performance en la liga 2 nacional, las mismas que habitualmente escasean, a cambio de hoy que nadie logra encontrar un capote, una muleta, algún detalle taurino en las calles de estos pueblos cajamarquinos.

Es que hoy, los niños peruanos sueñan cada vez más con ser toreros, acaso como su famoso paisano Roca Rey.

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Receptivo siempre al cariño de los niños (Chota-Perú)

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Imágenes internas: Mónica Lucas. Portada: Despacho especial.
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