En Aguascalientes… Puntas finas y garabatos
Aguascalientes. Domingo 19 de febrero 2023. Poco más de medio aforo en Plaza de toros San Marcos, primera novillada del serial 2023. Se lidiaron novillos de Real de Saltillo muy justos de presencia, de desigual juego. Destacaron los lidiados en segundo y tercer lugar, ambos recibieron palmas en el arrastre.
Rafael Reynoso: Palmas
Rafael Soriano: Oreja
Juan Pedro Herrera: Al tercio
Enrique de Ayala: Leves palmas
Juan del Castillo: Leves Palmas
Lázaro Rodríguez: Silencio
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La señora Sanmarqueña volvió a vestir sus galas, otra vez sus pasillos recibieron a la afición hidrocálida anhelante de fiesta, sol y algarabía. Seis novilleros partieron plaza para escribir un capítulo más en la centenaria arena, cada uno redactó su historia, algunos con el lápiz más afilado que otros que apenas y garabatearon sus intenciones.
Rafael Reynoso fue el encargado de apuntar la primera faena de la tarde, se enfrentó a un novillo muy justillo de presencia que desde salida no se empleó, Reynoso se vio seguro y empeñoso. Destacó uno que otro derechazo, pero el astado salía distraído y con la cara arriba sin darle opciones. Por izquierda la misma reseña, el novillero con deseos, el novillo sin miras. Mató recibiendo, dejó estocada entera tendida y trasera y la gente le sonó las palmas.
Rafael Soriano es un torero de rubrica interesante pero que esta tarde le faltó quietud. El joven coleta se enfrentó al segundo de la tarde, otro al que también la presencia le escaseó. Se fue con decisión a los medios, frente a toriles para recibir al novillo con tres largas cambiadas de rodillas y rematar con zapopina también de hinojos. Alegres las embestidas del astado y Soriano las aprovechó para quitar por navarras con salero. Cubrió el segundo tercio con aptitudes y la gente le agradeció el esfuerzo.
Atento a su muleta el astado, Soriano se lo pasó por derecha con frenesí, igualmente con los naturales, sí con mucha entrega, detalles de torero de pellizco unos muletazos buenos, pero la mayor parte de la labor acelerado y sin que llegara la templanza, por ende, la conexión al tendido no suscribió. Mató de entera trasera para que se le diera una oreja. Las palmas al novillo en el arrastre.
Juan Pedro Herrera lidió al tercero de la tarde, otro también de pocas carnes al que quitó por zapopinas y afaroladas de rodillas. Colocó banderillas con recursos y espectacularidad robándose las palmas de la gente y escribiendo uno de los momentos de mayor sensación para la gente.
En el tercio final el astado se arrancó de largo y Herrera se lo pasó en cambiado por la espalda sin mover las zapatillas. Luego la misma dosis, pero rodillas en tierra.
El novillo tenía brío, pronto buscaba las telas y Herrera por derecha comenzó su labor un tanto apresurado, luego por naturales hubo algunos de manuscrito fino, pero se difuminaron entre el vaivén de los detalles afilados y el garabato de lo imperfecto. Para esas alturas el novillo estaba al hilo de las tablas, algunas manoletinas para finalizar, en un momento el novillo le prendió y sin consecuencias aparentes regresó a tirarse a matar, dejando pinchazo arriba mismo que la gente aplaudió en reconocimiento, pero aquella cosquillita de emoción se diluyó cuando falló en múltiples ocasiones más hasta escuchar dos avisos, se retiró entre palmas y parecía que ahí había terminado la historia cuando de repente ya estaba en el tercio saludando en el tercio.
Enrique de Ayala se enfrentó al cuarto de la tarde un astado manejable al que le pegaron fuerte en varas y la gente le recriminó al piquero. Cuando el novillero en turno iba a comenzar su faena muleteril, saltó a la arena un espontáneo, se trababa del novillero Efrén Rosales quien le pegó tres derechazos largos y sentidos al astado, trazó su intención y presuroso se fue de la escena escapando por el tendido cálido entre las palmas de la afición y el asombro del público, pero con una sonrisa en los labios, firmando un quiero y estoy ¡Le bastaron tres muletazos y ya!
El de luces intentó unir las letras y meter a la gente a su labor después de aquel momento, el joven tiene formas, seriedad en su toreo, pero no logró compenetrarse del todo, el novillo ya se le quedaba muy corto y le desprendió la muleta, abrevió dejando media estocada para retirarse entre leves palmas.
El quinto de la tarde fue para el novillero hidrocálido Juan del Castillo que no tuvo la tarde soñada, apenas algunos esbozos. Se enfrentó a un difícil astado que le puso las cosas cuesta arriba, punteando, despojándolo del capote y provocando un completo desorden en el ruedo. Auténtica leña en los pitones que no le dejaron muchas opciones al novel torero, quien intentó bajarle la mano consiguiendo algunos naturales apenas algunos bocetos, pero no había más. Al final mató de estocada entera y caída para irse entre leves palmas.
El cierra plaza fue para Lázaro Rodríguez quien tampoco las tuvo consigo, deseoso pero sus tintas aun no dejan huella, a merced del novillo en todo momento, descolocado, cayendo en la cara del burel que no era un dechado de virtudes. Luego del esfuerzo y las vicisitudes mató de tres cuartos de espada tendida y trasera para irse en el silencio.
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