En Logroño… Roca Rey enloqueció a todos, junto a Diego Urdiales salen en hombros

Logroño. Miércoles 21 de septiembre 2022. Cuarta y última de la Feria de San Mateo. Lleno. Se lidió una mansada de Núñez del Cuvillo, devuelto el cuarto; por lo que salió otro manso de Juan Pedro Domecq, con movilidad.

Morante de la Puebla: Fuerte pitos y oreja.

Diego Urdiales: Ovación y dos orejas.

Roca Rey: Silencio y dos orejas.

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Llegó, Andrés Roca Rey, no sólo la primera figura del toreo actual, sino la única figura del toreo, y llenó el coso de Logroño. Esa magia que posee convocando los llenos en los cosos taurinos, está avalada con su verdad, con su entrega sin cortapisas. Todo mundo sabe que cuando él está en el cartel saldrá a darlo todo y mucho más.

Por ello, hábilmente, ha buscado Morante anunciarse con él para abrirle plaza, pero carece de argumentos. Sólo sus seguidores le ven cualidades que no posee. Se disfraza burdamente de Joselito, de Paquiro, pero carece de argumento.

También estuvo uno de los toreros más incomprendidos, Diego Urdiales, un artista a carta cabal, que los figurines le fueron postergando porque resultaba incómodo en el redondel y la muestra también estuvo esta tarde dejando su impoluto toreo.

Y, sí salió nuevamente por la puerta grande, Andrés Roca Rey, y si bien demostró la inquebrantable voluntad para lograr hacer embestir a un animalejo mansillo como fue el tercero, con el que perdió una oreja porque el acero no estuvo certero.

Con el sexto, trazó una faena en donde lo dionisiaco convivió con lo apolíneo, dejando el fuego de la pasión bien entendida. Si las series con la diestra fueron incontestables, el toreo al natural que ha sido luminoso. Dejó certera y mortífera estocada para exigir el respetable se le concedieran dos orejas que abrieron la puerta grande de par en par.

Diego Urdiales estuvo pulcro con el segundo -su primero- con lances correctos y cadenciosos. El toro que tuvo genio puso las cosas violentas teniendo a un torero sólido que extrajo pases de mérito.

Con el quinto, otro manso complicado, Diego atempero la violenta embestida y así dejar series de suma importancia como fueron los naturales, sentidos y rítmicos. Una entera y dos orejas.

Por ahí estuvo Morante, pero como siempre cuando un toro le complica la tranquilidad que le dan los bobitoros, evita confrontarlos y por ello, nada hizo con su primero. Con el cuarto bis que fue de Juan Pedro Domecq, un animalillo de movilidad, de una obediencia tontuela como le gustan al de la Puebla del Río y ahí dejó algunas series correctas.

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