En San Miguel de Allende… Silveti y Calita salen en hombros
San Miguel de Allende, Guanajuato. Viernes 16 de septiembre, plaza llena, se lidiaron toros de la ganadería de Ordaz, justos de presentación y de juego desigual, sobresaliendo el primero que tenia clase en la embestida.
Ernesto Javier Calita: Oreja y oreja fuertemente protestada.
Diego Silveti: Oreja y oreja.
Francisco Martínez: Oreja y ovación
Detalles:
16 de septiembre, la celebración mas grande del calendario mexicano, día de la independencia de nuestro país, y para completar la Fiesta del grito, no podía faltar la corrida tradicional de Fiestas Patrias en la hermosa ciudad de San Miguel de Allende, Guanajuato. Por este motivo, al terminar el paseíllo, se realizaron honores a la bandera, con la banda de guerra y la escolta de tránsito municipal, se cantó el Himno Nacional y con la piel chinita de la emoción.
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Abrió plaza, Ernesto Javier Calita quien, al intentar pegar una larga de rodillas, el toro le hizo un extraño y le pegó un fuerte golpe con la pesuña en la pantorrilla, rompiéndole la media y la piel, doliéndose mucho, pasó a la enfermería, para salir a torear con la muleta, con una venda en la parte lesionada.
Ya repuesto, comenzó su faena con un cambiado por la espalda, para después torear por muletazos largos y templados, adornando las series con molinetes, el toro embistió con calidad y metió la cabeza. Remató su faena con manoletinas muy ajustadas y estuvo certero con la espada, dejó una estocada entera, para cortar la primera oreja.
Con el segundo de su lote, lo recibió con lances de tanteo y aun doliéndose de la herida en la pierna, con la muleta instrumento derechazos de muy buena factura a media altura, ya que el toro se lesiono y arrastraba los cuartos traseros y se agarró al piso y metido entre los pitones, le saco buenos muletazos.
Lo mató de un bajonazo y el juez sacó el pañuelo rapidísimo, aún cuando el público le pitó la colocación de la espada. La oreja fue fuertemente protestada, regalándosela al público y dando la vuelta al ruedo.
Diego Silveti, toreó por lances a la verónica al primero de su lote, realizó un quite por gaoneras en los medios del ruedo. Ya con la muleta, instrumentó derechazos y naturales con poca transmisión, ya que el toro, sólo pasaba sin entregarse. Metido entre los pitones, le pegó una serie de molinetes y remató su faena con manoletinas ajustadas. Lo mató recibiendo, para dejar una estocada entera un poco desprendida, y así cortar una oreja.
Toreando a la verónica, le dio las buenas tardes al que salió en el lugar de honor. Ejecutó un quite por tafalleras en los medios del ruedo. También, en los medios, inició su faena de muleta con un pase cambiado por la espalda, para después torear por derechazos y naturales.
El toro soseó y terminó la suerte con la cara arriba, fue acortando la distancia, para ejecutar pases en redondo y rematar su faena con manoletinas muy ceñidas. De nueva cuenta lo mató en la suerte de recibir, dejando una estocada entera en buen sitio, para cortar una oreja.
El torero de la tierra Francisco Martínez, recibió al primero de su lote con lances de tanteo, para después instrumentar verónicas templadas. Realizó un quite, por navarras en los medios y como es costumbre en él, cubrió muy lucido el segundo tercio, logrando la escandalera en el tendido.
Ya con la muleta, inició doblándose con el toro, que fue el mejor presentado del encierro, además de haber sido encastado y desarrollando genio. Francisco instrumentó derechazos largos y de mano baja, adornado las series con molinetes.
Por el pitón izquierdo toreó por naturales, en donde el toro se quedaba corto y buscaba al torero. Para finalizar lo toreó por la cara, doblándose con él. Lo mató de escotada entera contraria, para cortar una oreja.
Con el que cerró plaza, salió a por todas, recibiendo al toro con una larga cambiada de rodillas, para seguir de hinojos, toreando a la verónica. Realizó un quite por zapopinas, de nueva cuenta puso banderillas, dejando sendos pares, al quiebro y al violín, para ser ovacionado de pie.
Inició su faena de muleta con un pase cambiado por la espada de rodillas e inmediatamente instrumentar derechazos de rodillas, y de pie; también toreo por naturales y derechazos templados y largos. Remató su faena, con manoletinas de rodillas, que tenían al publico al borde del asiento. Desafortunadamente pinchó en dos ocasiones, para perder los trofeos y retirarse entre ovación y gritos de torero, torero.
Al finalizar el festejo Diego Silveti y Ernesto Javier Calita, salieron a hombros de la plaza.
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