En Monterrey… La clase de José Mauricio
Plaza Monumental Lorenzo Garza de Monterrey, Nuevo León. Viernes 17 de junio, 2022. Ante medio aforo se llevó a cabo la última corrida del serial. Se lidiaron cinco toros de De la Mora, propiedad de Luis Alberto Villarreal, han sido mansos, y sólo destacó por su movilidad el segundo y, uno de Julio Delgado que hizo tercero en el festejo que ha cumplido. Los toros de ambas ganaderías estuvieron correctamente presentados.
Arturo Macías El Cejas: Ovación tras aviso y oreja
José Mauricio: Palmas y oreja tras aviso
Cayetano Delgado: Pitos y oreja abucheada
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Vaya clase de torería posee el matador Jose Mauricio, esta noche confirmó, que no importan las condiciones con las que salgan los toros al redondel, él impone su toreo de arte, clase y elegancia.
El ejemplo ha sido este festejo, en el que estuvo por encima de los toros que el sorteo le deparó. El que fuera el primero de su lote, de la ganadería de Julio Delgado, un ejemplar castaño, largo y de buena hechura, fue el que lidió el matador Mauricio con una sensibilidad que parecía como si hubiéramos acudido a una galería o a un museo de arte.
A su expresión se suma la notoria elegancia lo que resulta un verdadero gusto para el más exigente paladar taurino. Con la muleta dejó unas cuantas series de mucha importancia, sobretodo, por la mano derecha en donde parecía que le faltaba brazo para poder alargar la embestida del toro.
Probó suerte también por naturales los cuales le resultaron muy bien percibidos por los asistentes. Para su mala fortuna con el acero no fue sino hasta el segundo intento que dejó un estoque en sitio y entero.
Con el último de su lote, un toro que al final hizo más notoria su mansedumbre, se rajó; pisó terrenos de peligro acabando por enviar por los aires a Mauricio en un remate justo cuando el torero le perdió la cara al toro. Por fortuna, sin pasar a mayores. El toro a pesar de que no era para el lucimiento, sucedió todo lo contrario. Porfió y por ende lo entendió a la perfección, demostrando que todos los toros tienen su lidia. Lo que hizo con el burel, tuvo un mérito exquisito por ello y a petición del público, se le concedió una oreja y esto aun después de haberle tocado un aviso. Era de reconocer su notable labor, pues lo que hizo en su faena no fue más que corregir las imperfecciones del astado, para poder lucir llevando a la gente a gritar los sonoros ¡Olés! por lo que estaban viendo y gozando.
José Mauricio, arte, verdad y entrega.
De los otros dos actuantes, podemos decir que ya conocemos su estilo y tipo de toreo con el que siempre caminan por los ruedos.
El señor Arturo Macías, el conocido Cejas, hay que reconocer que tiene un gran carisma y una evidente empatía con la gente, pero ya se sabe que su toreo normalmente es el mismo, nunca ha cambiado, ya sea porque así lo decidió el torero, o por limitaciones que posea. Y al no cambiar no se puede evolucionar.
Por lo mismo, no fue sorpresa, que, incluso antes de comenzar con la tela roja en su primer astado, alguien del público le gritó que toreara de pie y no se hincara. Sí, porque como todos sabemos, Macías y su toreo estereotipado, insiste en iniciar sus faenas hincado, a rodillazos o bien con desplantes fuera de cacho para después pasar a los ya repetitivos rodillazos.
Si bien es algo que puede emocionar a la gente, tal vez, por estar a la altura del toro; es algo innecesario y vanamente estridente y le impide llegar al toreo que le puede hacer trascender. El público se cansa ante lo predecible y se hace necesario comenzar a variar sus faenas, como en este caso lo aplicó para el segundo de su lote. Sí, es posible por la exigencia de aquel aficionado que insistió que dejara de torear a las graderías y se pusiera a enfrentar al toro como ordenan los cánones.
El de la alternativa Cayetano Delgado hoy dejó más que claro que le faltaba mucho camino todavía que recorrer, haciéndose más que evidente la duda de si realmente merecía la alternativa.
Esta duda se sustentó con lo que sucedió con el primero de la noche, el de la alternativa. En ningún momento se le vio seguro. Si se quiere excusar que pudo haber sido por el viento, no es ningún buen augurio.
Ahora ya como matador de toros debe hacer gala de la serena inteligencia, de la necesaria autocrítica de esta primera noche como matador de toros. No se puede ir uno a los medios cuando el viento lo impide. Desde mi perspectiva puedo haberse ido a tablas, en donde le hubiese permitido más la ventisca en su labor con la muleta y así poder pegar pases limpios.
Si a lo anterior se le agrega que también le falta más tino con la espada, las cosas se le empeora, porque el toro casi se le va vivo. De no haber sido por la bondad del juez de plaza que no toco el tercer aviso las cosas habrían sido más lamentables.
Y que decir del cierra plaza, si bien con el capote lo recibió en lo medios con una larga cambiada para irse a tablas y realizar dos más; con la tela roja lo que se vio fue una faena fuera de contexto, ya que en ningún momento le dio distancia al toro, simplemente lo ahogó. No se dio cuenta de la mansedumbre del astado y de la lidia que necesariamente requería. Le faltó el multicitado toque con la muleta o con la voz. De nuevo la espada trasera. El juez concedió una oreja a petición de sus amables amigos que la exigieron, posiblemente, para que la noche no se le fuera en blanco. Tendrá que reflexionar qué ocurrió en verdad para avanzar y no extraviarse desde el inicio en tan difícil profesión.
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