En la Monumental México… Premio al esfuerzo de Juan Pedro Llaguno, por someter a la mansedumbre
Monumental Plaza de Toros México. Sábado 29 de enero, 2022. Primera de la Temporada del Aniversario 75-76. Con una entrada que apenas llegará -con un poco de esfuerzo- a las 8 mil personas, se lidió un encierro muy justito de presencia de Xajay, el lidiado en tercer sitio fue estentóreamente protestado por ser un mini-pequeñajo. El encierro en su conjunto resultó manso, reticente, descastadón, ninguno de los astados pelearon en cabalgaduras. El primero y sexto derribaron a los debiluchos jamelgos, por la inercia que llevaban en el viaje que les llevó a estrellarse en el peto. Una pena que esta ganadería en otrora de impecable nota de tienta, ahora haya mostrado estos astados. Salvo el sexto los demás fueron pitados en el arrastre.
Antonio Ferrera: Silencio y saludó en el tercio tras aviso.
Juan Pablo Sánchez: Pitos y silencio.
Juan Pedro Llaguno, quien se alternativó: Silencio y oreja.
Detalles:
Después del paseíllo, se guardó respetuoso homenaje en recuerdo por el licenciado Adolfo Lugo Verduzco y el Matador Raúl García, quienes recientemente su esencia ha partido hacia el universo.
Antonio Ferrera violó el artículo 32 Bis de la Ley de Símbolos Patrios, al usar banderillas con los colores de nuestra emblema nacional.
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Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”: Joseph Goebbels.
- Advertencia: Siempre es oportuno advertirle tanto a ganaderos como a toreros que esta crónica no es apta para ellos, porque aquí no aparecerán ni los falsos elogios ni las inútiles justificaciones para acomodar todo en una artificiosa ficción y así dañar al arte del toreo. Para ello, existe la prensa corrupta, la que enaltecerá el engaño e intentará convencer a la buena fe de los lectores de lo que no ocurrió en el redondel. Bajo advertencia… no hay engaño.
Durante muchos años, los taurinos, en las décadas de los 70, 80 y 90, intentaron convencernos a través de la prensa corrupta, de que el “toro mexicano” era un grácil pequeñajo, con cuernitos tan pequeños que un plátano dominico era exageradamente grande.
Repetir tantas veces esa verdad estaba cumpliendo su mal sano cometido.
En los años noventa, desde el diario Novedades, en donde escribí, sin tasa ni medida defendí la verdad de la Fiesta, demostrando que el mal llamado “toro mexicano” resultaba una engañifa, inventado sólo para complacer a la comodidad de los figurines; y entonces muchos lectores comenzaron a entrar en reflexión y consecuentemente a cambiar su perspectiva.
En Toros y Toreros bajo la dirección del licenciado Julio Téllez, también se proyectaron imágenes, sobretodo, de la madrileña Feria de San Isidro, a la que íbamos para grabar sus festejos tanto el Maestro Téllez como un servidor, demostrando en el programa, la diferencia entre el mal llamado “toro mexicano” y el esplendor de lo que debe y tiene que ser el toro íntegro… el toro auténtico.
La mentira taurina que fue repetida mil veces y se había convertido en verdad, por su carencia de sustento, comenzó a derrumbarse como el Muro de Berlín, y ya con la globalización que dio el internet, mostró de forma más contundente la realidad.
Los figurines desquiciados comenzaron presurosos a insistir que “… cambiar al ‘gran toro mexicano’ era un error”.
¿Cambiarlo?
Si sólo era devolverle su casta y su bravura, así como permitirle crecer unos años más para que rebasara los 4 años y tuviera el trapío que debe tener un toro en todo su esplendor.
Seguramente, los figurines veían amenazadas sus maravillosas vacaciones mexicanas, pero el cambio era inminente y más aún con las benditas redes sociales.
Al comenzar alejarse el gran público de las plazas, la única solución para convencerlos de regresar, está en presentar al toro en todo su esplendor.
Sí, a ese toro bravo, encastado, íntegro, con sus cornamentas desarrolladas que muestren al animal adulto y no a un pequeñajo extraviado en medio de su bobaliconería y una agobiante invalidez.
Sí, esa es la solución para que la Fiesta vuelva a tener el gran esplendor que iluminó los redondeles, con la inobjetable verdad del toro bravo, encastado e íntegro.
No hay de otra.
En todo esto justamente pensaba mientras iba viendo salir a cada uno de los toros, los toros pequeñajos de Xajay. Una ganadería que en épocas pretéritas lució la casta y la bravura, y que ahora inexplicablemente no la mostró en este festejo.
Supongo, y eso es justamente… una suposición, que, Javier Sordo-Madaleno y Bringas, a quien conozco desde hace más de 30 años, debe estar seriamente preocupado por las notas de tienta que dejaron sus seis astados en la Monumental México.
Javier es un hombre de bien, exitoso arquitecto, un impecable empresario y seguro estoy que si se lo propone puede remontar en su ganadería, porque para ello es un triunfador.
Y lo digo, porque estoy convencido de ello, y por eso, puedo escribir que sus toros no aparentaron ser toros y ni remotamente tuvieron un resquicio de casta y bravura.
El engaño, los falsos elogios… no deambulan dentro de mis pensamientos.
La prensa corrupta sí puede intentar equivocarlo; sin embargo, al final la realidad dictará su inapelable sentencia y volverá a exhibirlos como guardianes del engaño.
Seis toros tan mansos, pequeños, mientras que el tercero resultó impresentable.
No. Eso no pudo haber sido, pero la incontestable realidad nos lo demostraba en el redondel. Mansos, descastados, y ahí seguía exclamando el urgente regreso de la verdad que salvará a la Fiesta.
Cortó una oreja, Juan Pedro Llaguno, tras sucumbir el sexto, después de meritoria faena al conseguir extraerle pases a una piedra de mansedumbre. Desde que salió eso mostró ese cárdeno claro que tuvo el nombre de Chistorete.
Se esforzó el joven Llaguno con el capote sin hallar nada en el bovino. Se esforzó más en banderillas dejando un par de los llamados de poder a poder, citando de largo, aunque al final tuvo que reducir la distancia, porque al de Xajay, su debilidad manifiesta se lo impedía, luego apareció otro par a toro pasado y finalmente uno que fue espectacular y certero.
Había desgastado la poca energía que tenía el mansito, por ello, al inicio no quería acudir. La invalidez se lo impedía y, sin embargo, Juan Pedro, porfío y convenció al de Xajay y al cónclave de sus posibilidades.
Con la mano derecha tuvo que cuidarlo y llevarlo despaciosamente a media altura y entre un cobijo de seda. Así surgieron trazos magníficos que dieron luz a un festejo que había pasado en penumbras. Ya como epílogo dejó tres manoletinas de hinojos exponiendo todo, para levantarse y dejar una entera que hizo claudicar al astado.
El público al unísono le quiso estimular con una oreja que debe motivarlo, pero también conducirlo a la reflexión para comprender de la necesaria evolución en la nueva etapa que acaba de emprender.
Con el de la alternativa de nombre Cocol, ya nos había vuelto a enseñar sus deseos, pero no tuvieron repercusión porque el mansillo impidió a sus ilusiones concretar su primer objetivo. Y todo quedaría en las buenas intenciones.
El padrino de la ceremonia de la alternativa fue, Antonio Ferrera, de quien su flamante apoderada la siempre admirada, Cristina Sánchez, apenas dos días antes había declarado que era un torero necesario para la Fiesta, pero…
… pero, el público le hizo notar que no es así.
La entrada fue tan pobre, que demostró que el circo, maroma y teatro que hizo en su anterior presentación, como divertimento no sirve para nada; porque queda claro que a una corrida de toros se va a emocionar no a divertirse.
Con su primero, Mesteño, nada digno para el recuerdo pudo concretar. Algunos lances correctos y una faena deslavazada. En banderillas seguramente observó que el mansurrón no le permitiría el lucimiento circense, por lo que envió a la peonería hacer lo propio en banderillas. La insustancial faena dejó algún detalle pero nada que consiga el grato recuerdo. Falló con el acero, y al final todo quedó en el silencio sepulcral.
Con su segundo, el señor Ferrera, con Juanito, intentó crear momentos de histrionismo circense, pero el animalillo no le dio opciones para mucho. Una mar interminable de lances cumplidores dejó con la capa recortados con una media que sólo llenó de cantidad. En banderillas puso un par a la moviola, luego invitó al ahijado quien impuso otro al cuarteo; y finalmente, Antonio le emuló también dejando otro al cuarteo. sí, citó de largo al torillo, como no acudía fue reduciendo terrenos, caminando graciosamente como un simpático patito hacia el encuentro del debilucho lo que provocó hilaridad de la asistencia.
La faena la inició por alto con graciocillos pases que recordaron más al bombero torero que algún resquicio del torero sobrio. En su faena alguna serie con la derecha fue correcta, pero ahora hace cites sicodélicos como lo hizo, Curro Rivera, para después volver a emular a El Pana y así torear jorobadillo y despegadillo. Se pasó de faena por ello pinchó y luego dejó una estocada tendida caída y traserilla. Escuchó algunas palmitas de sus amiguetes y salió presuroso al tercio.
¿Qué se puede escribir de Juan Pablo Sánchez!
Muy poco. Aquel torero que poseía un envidadle temple. Ahora es más frío que un témpano y peor aún con un lote impropio. Su primero, Caramelo, un inadmisible mini-pequeñajo que fue protestado desde salida y el quinto -su segundo- Tololoche, tan manso como descastado…
… sí, indiscutiblemente hubo esfuerzo, lamentablemente tirado a la nada taurina.
¡Dígase la verdad… Aunque sea motivo de escándalo!
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