¿En Perú será posible sujetarse a la nueva normalidad?
Al día de hoy y tras un extenso período de confinamiento obligatorio, el Perú reporta en cifras oficiales, los 455 mil contagios y unos 20 mil fallecimientos desde que se propagó el brote del letal Covid-19. Aunque la realidad posiblemente registre mayores números.
Con esta alarmante situación el país se encuentran atravezando un proceso de reactivación determinado por las fases 3° y 4° dictadas por el gobierno bajo el aún incierto panorama general.
Las personas que mantienen sus puestos de trabajo salen a las calles por la necesidad de acudir a sus centros laborales y otras —la gran mayoría del sector informal— para procurarse el sustento diario, ese del día a día.
Todo esto en medio de la confrontación política que ha llevado al gobierno a una situación de crisis por demás también impredecible en un momento en que a diferencia del anterior Congreso de la República, el parlamento nacional actual tiene prácticamente, por precepto constitucional, carta blanca para desautorizar cualquier gabinete ministerial de aquí hasta el próximo año.
En este escenario, el sector taurino, diríamos más enfáticamente los aficionados, ven con razonable preocupación las amenazas e intentos soterrados de los grupos antitaurinos por perpetrar su artero objetivo de lograr hacerle daño a la fiesta de los toros. Un daño sin duda no letal pero sí de inmenso impacto mediático que a la postre podría acarrear gravísimas consecuencias.
Como lo que se viene gestando al interior del Concejo Metropolitano de la Municipalidad de Lima, donde un grupo de regidores (concejales) abiertamente animalistas y antitaurinos se proponen —aprovechando conspirativamente el estado de zozobra por la pandemia y con claro afán electoral— aprobar un Acuerdo de Concejo mediante el cual se prohiba a los tres directores que el municipio metropolitano coloca en el directorio de la Beneficencia Pública de Lima (propietaria de la Plaza de Acho), para que se inhiban de otorgar su arrendamiento a cualquier futuro postor que lo requiera para realizar espectáculos taurinos.
Queda claro entonces de que si finalmente y pareciera previsible, se aprobara tal acuerdo, no solo resultaría arbitrario sino que a sabiendas que tal medida sería posiblemente revertida apelando a la vía judicial o administrativamente tras una nueva gestión municipal, el objetivo que buscarían lograr estos regidores animalistas es de suspender la actividad taurina —uso natural y concebido para la Plaza de Acho— por un determinado espacio de tiempo.
Objetivo que además subyace en las declaraciones públicas del concejero edil fomentador del proyecto de acuerdo cuando afirmó hace unos días: “lo que el Tribunal Constitucional no hizo, lo haremos nosotros…” Tal irracionalidad no deja margen de duda alguna del propósito obsecado y arbitrario de su posición.
Ante esto, la acción de los aficionados en torno a grupos formales como son la Asociación Cultural Taurina y la Asociación de Abonados de la Feria del Señor de los Milagros de Acho, respectiva y coincidentemente presididas por el mismo tenaz aficionado don Jorge Luis Pérez, alertó mediante sendos comunicados “que esta estrategia persigue la desaparición de las corridas de toros principalmente en las capitales emblemáticas de los países taurinos, pretendiendo aprovecharse de la emergencia sanitaria por la pandemia mundial Covid-19 y en contra de la inmensa afición local demostrada en las multitudinarias manifestaciones pacíficas y en el Tribunal constitucional que ratificó recientemente la legalidad de las corridas de toros en el Perú”.
Pero no solo eso, sino que también se ha cursado petitorio a la Municipalidad Distrital del Rímac, bajo cuya jurisdicción de halla la Plaza de Acho y de la que recibe importante fuente de ingreso por las tasas impositivas a los espectáculos taurinos que allí se realizan, para que manifieste opinión ante el Concejo del gobierno metropolitano haciendo valer una necesaria declaratoria de patrimonio cultural inmaterial de la tauromaquia como actividad emblemática de la historia del distrito.
Asimismo en sentido similar se han manifestado los dos sindicatos de toreros existentes, el SUMANOTOPE y el SITOPE.
Reactivación del sector taurino
A todo esto, en los recientes días, vienen circulando de manera extraoficial en las redes sociales el anuncio de dos eventos significativamente expectantes para nuestra capital para los últimos meses del año en que podrían liberarse las restricciones sociales. Cosa que nadie sabe realmente y que se condiciona en razón de cómo vayan desarrollándose las circunstancias de aquí a lo que resta del año.
Por un lado, dos tardes en la Plaza de Toros La Esperanza; una con la presencia de Roca Rey que actuaría en solitario con cuatro toros de El Olivar, y otra con la terna conformada por Enrique Ponce, Sebastián Castella y Joaquín Galdós, ante un encierro conformado por tres toros de Paiján y tres de Camponuevo.
Y por otro, la convocatoria a una presentación pública fechada para el próximo 6 de setiembre donde se daría a conocer un ciclo de cinco tardes durante octubre con la intención de contar con figuras “encabezadas por Andrés Roca Rey” que inauguraría la plaza de toros que lleva su nombre y que viene construyendo el empresario William Herrada Rubio en la zona de Las Tunas en el distrito de Cieneguilla, recinto que una vez concluído albergará nada menos que a unos 12 mil espectadores en su etapa inicial, teniéndose previsto dotarla de un aforo total de cinco mil localidades adicionales. Nada menos.
Para el caso de Acho, desde comienzos del brote de la pandemia y tal la manera exponencial de cómo se venía multiplicando la ola de contagios que obligaron al confinamiento general y receso en la actividad social y económica, era suficientemente claro que este año estaba perdido. El alcalde de Lima ocupó la plaza convirtiéndola en un albergue temporal para menesterosos y personas de la calle con los resultados ya conocidos y de cuyo acto la mayoría de aficionados asintieron de buena fe en principio.
Analícemos hechos: ante la larga cuarentena dictada por el gobierono todad actividad laboral, comercial y social quedó restringida sucesivamente alargando el confinamiento. Produjo esto el retraso en la culminación de la habilitación de la llamada “Casa de Todos” definitiva en la urbanización Palomino ocasionando un pedido adicional para seguir ocupando la plaza de toros bajopontina, más todavía teniendo en cuenta que de cualquier modo no existía premura que conminara su devolución al concluir el plazo inicialmente acordado por cuanto definitivamente en el recinto no habría —ni habrá— espectáculo alguno este año.
De momento se sabe que la devoución de Acho sería inminente en breve, puesto que Palomino estaría ya en condiciones de recibir a los albergados.
En medio de esto trascendió el acuerdo de adenda firmada entre la Beneficencia de Lima y la empresa gestora actual Casa Toreros-Consorcio Perú para extender un año más el plazo del arriendo que confirma la voluntad de seguir realizando la Feria del Señor de los Milagros. De cualquier modo queda claro que de aprobarse la prohibición fomentada en la Municipalidad de Lima, esta no afectaría la relación contractual vigente sino a quienes vendrían después. En ese interín, las cosas podrían y deberían tomar otro rumbo para revertir el despropósito animalista municipal.
Qué sucedería en provincias…
La idiosincracia nacional es singular y marcadamente signada por rasgos propios de cada localidad. Estando en una situación que nos arrastra a lamentar muertes, hay sin embargo, un sentir que clama el desarrollo de sus fiestas por lo menos en lo que se pueda salvar del año. Pero los factores exógenos siempre serán determinantes y es a lo que todos deberán atenerse.
Siendo excesivamente optimistas y en contra de nuestra mirada personal, podríamos ensayar el mejor escenario posible pero solo para apenas los dos últimos meses del año donde, por ejemplo, se realizan las siguientes festividades:
Mes de noviembre:
Feria de los Santos Patrones de Apurímac, Andahuaylas
Mes de diciembre:
Ferias de la Inmaculada Concepción de Chuquibamba, Arequipa, como en Macusani, Puno; y la Feria de La Natividad de Macarí, también en Puno (altiplano peruano)
Arequipa es una de las regiones más terriblemente afectadas por los estragos de la pandemia, con servicios sanitarios colapsados y crecientes niveles diarios de contagios y fallecimientos.
Así las cosas, surgió un planteamiento —que nosotros más bien llamaríamos con propiedad, una declaración de intenciones— dirigido a las comisiones del interior del país por medio de reiterados pronunciamientos de un empresario convocando escuetamente a “sumar voluntades para encontrar la readaptación a la nueva normalidad y así lograr la vigencia del sector…”
Esperaremos en todo caso, para cuando las propuestas tomen más cuerpo y se den a conocer mayores detalles, insistiendo en que cualesquiera sean los posibles escenarios descritos, la imposibilidad de contar con la certeza de saber cómo transcurran las circunstancias en adelante, aún genera un clima de razonable incertidumbre entre la población.
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Foto de portada: Tauromaquia/Plaza de Toros de Ayaviri, Puno (3,910 msnm)
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