En el tintero del Abogado Pérez-Palma… Curro Rivera, un torero nato
Curro Rivera (17 de Diciembre 1951-23 de Enero 2001), torero de dinastía de personalidad simpática y vigorosa, de fácil palabra pero tosco en los ademanes, será por eso que puso su psicodelia en los ruedos.
Así comenzó a forjar un estilo, una nueva tauromaquia, derechista por excelencia, pero con naturales eternos, velocidad en cada ejecución, siempre en movimiento, entendió siempre al toro, les leía la mente, para estar justo ahí hilvanando pases.
Y el mismo lo expresaba, “… hay que darle gusto a todos, tanto con lo serio como con lo psicodélico”.
Triunfador en España con apenas 18 años, un joven que demostró traer bien clavadas las zapatillas en la arena, actuó en 112 corridas, nueve en Las Ventas
Con Soy de seda -de Piedras Negras- demostró la largueza del toreo a pesar que el astado no hacia honores a su nombre llevando la cara alta, pero el torero lleva la muleta y la muleta manda, Curro Rivera tejió sobre seda, citando a distancia, una faena de longitud con largos derechazos, Curro le leía la mente, intuía el recorrido del astado, para estar ahí en el lugar y momento exacto.
Hipnotizó a Saltillero -de Campo Alegre- embestía a cada llamado, llevándolo donde él quería, sin ahogarlo, con la distancia exacta y pases largos muy largos, así amoldó al de Campo Alegre, donde el torero es grande; en los medios, diez muletazos con una sutil fortaleza, para que luego Rivera dejara la muleta solo para que la siga, recorriendo siete largo naturales.
Con su psicodelia hipnotizaba a Saltillero, para citarlo, Curro Rivera gira, baila sin música tres giros de 360 grados, de derecha a izquierda, de izquierda a derecha y regresa todos frente a toro para embestir al llamado de Rivera, ejecutando nueve derechazos al puro estilo riverista.
Faena de genio, de torero nato, conocedor de los tiempos y conocedor de los toros con diez muletazos más y remantando con el circurret selló el destino de Saltillero: la inmortalidad.
“A mí me gusta ser variado, no quiero seguir una sola línea, ni académica ni psicodélica“, afirmaba Curro Rivera
De toreo variado, diferente, pero con arte, Rivera supo como torear sin importar los defectos de sus astados, habrá sido casualidad su estilo Psicodélico, o realmente les leía la mente, o los hipnotizaba, o simplemente era un torero nato que supo descifrar las embestidas de sus toros.
Genio y figura, su toreo, su arte lo llevaron a ser una de las máximas figuras taurinas de México, muchas plazas muchos ruedos fueron testigos de su heterodoxia y su valentía, sumando mas de mil quinientas corridas.
“Mi deseo es trasmitirle a la gente sentimientos, emociones a base de lo que sea el toreo es muy serio, de acuerdo, pero hay que darle sabor al caldo; eso sí, ni soso ni salado, no hay que abusar…”, expresaba Rivera.
Su última corrida fue en la plaza San Miguel de Uriangato, Guanajuato, el 25 de diciembre de 2000, con el toro Charro de Joselito Huerta.
Los planes y el destino caminan por plazas diferentes, cuando Curro Rivera se estaba preparando para regresar a los ruedos, en una tienta de toros en su ganadería, ahí haciendo lo que más le gusta falleció de un infarto fulminante, en un ruedo, toreando, dejando un estilo y personalidad taurina, para la eternidad.
Curro Rivera El Torero de la Psicodelia, el toreo que demostró un arte variado, diferente, demostró que los apellidos y el linaje no pesan cuando en la sangre se lleva la tauromaquia.
Jaime Rangel comentó “Le recuerdo como un niño cuando tomó la alternativa, siempre con buen humor, triunfador…”.
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