Crónicas

En Juriquilla… Triunfa Querencia en su tierra

Provincia Juriquilla. Media entrada. Novillos de Rivera de Lajas de los que destacaron por palmas primero, segundo y quinto.

Fauro Aloi: Vuelta.

José Sáinz: Oreja.

Sebastián Ibelles: Silencio.

Daniel Durán El Tico: Palmas

Juan Querencia: Dos orejas.

Eduardo Neyra: Silencio.

Detalles:

Juan Querencia conquista el trofeo Bocha Náutica por parte de la empresa.

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Fue el brindis de Fauro Aloi a Juan Arturo Torres-Landa, empresario de esta Plaza de Toros, el inicio. El Toro d’ Jalisco, un cárdeno, entrepelado de cornamenta capacha, fue el ejemplar que abrió la tarde tranquila, despejada con poco menos de media entrada.

Dejándose llevar mucho logró encelar en los medios a un toro falto de fuerza que terminó embriagado por la cola de la cabalgadura. Dejó uno de castigo en buen sitio. Ya por palos, tras dos vueltas al ruedo con el hocico del toro cocido a la grupa, recogió palmas para dejar una banderilla trasera, perdiendo el temple y dejando que el astado golpeara con el testuz al cuaco.

Una lidia poco aseada la del joven rejoneador. La tercera, más entregada, no dejó de tener la mancha de estrellar ambos animales al encuentro de la voluntad.

Al cambio de caballo, tres palos mejor puestos regalando el pecho a un toro de hocico cerrado, por momentos fijo al piso, tardo. Continuó con algunos elementos de filigrana para complacer el público.

Fue la actuación de los Forcados de Juriquilla la que imprimió emoción. Tras dos cabos de cara heridos, en la tercera pega lograron frenar al burel en una actuación regular pero emocionante que desgranó las palmas desde el tendido.

Hizo el caballista un solo viaje con el rejón de muerte, trasero y encerrando caballo y toro en tablas en una mala ejecución. Demasiados capotes en el ruedo asistiendo al caballista quien acusó la falta de rodaje y la juventud.

Fauro Aloi recogió palmas en el centro del pandero, igual que el ejemplar de Rivera de Lajas. Cerró su actuación con una vuelta al ruedo acompañado del ganadero.

Saludó con el perfil capotero, José Sáinz, de grana y oro, por verónicas, a un toro con edad pero faltó de remate en cuello y cuartos traseros. Recibió El Vaquero, de Rivera de Lajas, los puyazos del picador que guardó la puerta. Tres sin recargo, escupiéndose en todos.

Tras la triada de palazos, el cambio oportuno de tercio. Un quite por gaoneras cerró el tercio, dejando buenas notas en el paladar de la afición. Brindó el de San Luis Potosí a la asistencia y comenzó de rodillas con firmeza, comprometiéndose fuerte.

Pensó en la arquitectura de dos tandas por diestra, la primera mejor que la segunda, para luego recetarle dos tandas por siniestra, relajado, firme, comprometido, pensando bien y haciendo mejor. Después, todo se descompuso.

Toro, y la cabeza del torero, se fueron desordenando, enfriando la emoción, que no así la intención del público de ver a este muchacho.

Una estocada tendida de poca efectividad que alargó la angustia del deseo de triunfo de Sainz, que al final, a base de tener paciencia, tocó el pelo de un apéndice que paseó sonriente en su presentación en esta plaza tras despedir con palmas al toro.

Lidió, Sebastián Ibelles, de malva y oro a Bombón, un novillo capacho, capacho, capachísimo, de 400 kilos. Utrero suelto de dudosa presencia por una cornamenta que apuntó a la arena de este ruedo. Fue nuevamente un puyazo en la puerta, la que terminó el primer tercio.

Fue Sebastián a saludar por doblones (uno de verdadera estampa, monografía, libro) para tratar de ligar una faena que estuvo con poca estructura. Y si bien el torero acuesta la barbilla en el pecho y se entrega, pareciendo querer acercar su oreja al toro para escucharlo y entender sus secretos, no le alcanzó.

Bombón se hizo un enemigo de su nombre: sin clase, suelto y débil, no se prestó pa’nada y terminó por ser lidiado con entrega por Ibelles que se despidió en silencio tras un aviso.

Daniel Durán El Tico lidió a Descarado, un negro suelto que recibió, fiel a la costumbre de la tarde, dos puyazos en querencia, de los que también salió suelto. No hay que engañar a este torero: abrir tanto a los toros, acaba con la emoción; pegar tirones a los avíos, acaba con la emoción; torear sin embraguetarse, no es torear; omitir el tercer tiempo (mandar), no es torear.

El valor lo tiene; las piernas firmes, también. No hay excusa para aliviarse de esa manera. Deberán pasarse más horas perfeccionando los conceptos básicos de la tauromaquia para que las palmas no sea baratas y la gente se vaya más contenta. Palmas.

Faccioso correspondió al queretano, Juan Querencia, que lo saludó de rodillas. Tras dos puyazos, duelo de quites entre Eduardo Neyra y Querencia que recordó las viejas rivalidades de una época en que las palmas se ganaban con otras maneras.

Fue la faena de Juan Querencia una llena de cuidado, entrega y firmeza. Entregó el pecho y corrió la mano con suavidad. En una gesta derechista, mostró muy buenas maneras y alargó el toreo por momentos.

Tanda tras tanda, regaló concepto y esencia taurina que le entregaron dos orejas concedidas por unanimidad. Las paseó sonriente, contrario a su frecuente talante serio.

Lamentable, sí, la aparición de un aficionado que le llevó a dar la vuelta al ruedo en hombros. Simplemente le amargó el triunfo al joven novillero; cortó el ambiente y frenó la celebración. Mal, mal, mal. No puede la emoción estar por encima de la ortodoxia de las formas.

No puede una buena intención, robar el protagonismo al que se juega la vida. Un sinsentido absoluto. Ojalá alguien se lo diga, se apellida Zepeda y se llama Martín. Palmas en el arrastre lento al novillo. Casi imperceptibles. Algo le habrá visto el juez.

Eduardo Neyra estuvo frío al saludar al último de la tarde. Distinguido, un negro de poca transmisión, que estuvo queriéndose quitar los palitroques toda su lidia. Pero Neyra saludó con electricidad en la faena: cambiados por la espalda de rodillas, despertando a la afición.

Más torero que toro. Un burel que se apagó pronto y que, sin ritmo, perdió la atención de la gente aún cuando el novillero estuvo firme y haciendo las cosas bien. Transmite, pero sin materia prima, no hay cómo.

Hubo también la presencia del Matador Fermín Espinosa IV, y de los novilleros Miguel Aguilar y Juan Pedro Llaguno en la sede bajía.

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@Jose_Patino 
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