En Lima… Oliva Soto corta una en el cierre de La Oportunidad
Lima (Perú). Sábado 20 de julio del 2019, Plaza de Toros La Esperanza, se dio la última tarde del abono de la Feria La Oportunidad, se ha lidiado un encierro conformado por un toro que hizo tercero de Zaragoza y cinco de San Isidro, aplaudidos de salida el 1°, 2°, 3° y 4°. Vuelta al ruedo al 4°.
Cristóbal Pardo: Palmas y vuelta al ruedo.
Víctor Hugo Garavito: Silencio en ambos de su lote.
Oliva Soto: Oreja y vuelta al ruedo.
Detalles:
Antes del inicio de la corrida, muy temprano, el Centro Taurino de Lima, develó una placa en recuerdo de la primera puerta grande abierta en esta plaza.
Se guardó un minuto de silencio por el ex matador Fernando Álvarez, jefe del cuerpo técnico de Acho y de La Esperanza.
Destacaron en la suerte de varas los tres varilargueros: Yaco II, Rafael López y David de la Barra; mientras que en banderillas Eduard Jorge Valdez El Rata y Ronald Sánchez.
Juez de plaza, don Enrique Mendizábal, de correcta actuación durante toda la feria.
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Cristóbal Pardo, de verde y oro, se lamentaba el no haber podido coronar en triunfo la faena ─que ha sido de las suyas más importantes firmadas en nuestro país─ al salido cuarto que le tocó en su lote, pues de haber matado bien, hubiera estado firmemente disputándole a su par Paco Ramos la opción de llegar a Acho.
Aquél fue un bravo y buen toro, Solitario de San Isidro marcado con el N° 219 y que a la postre haya sido declarado como el mejor de la feria. Desde el recibo el toro se empleó con prontitud en las verónicas jaleadas que le instrumentó el matador colombiano que rubricó luego al llevarlo al caballo por vistosas tapatías. Para completar por chicuelinas el celebrado regalo con el percal. El último tercio fue a muleta planchada y despaciosa, sin obligarlo en ningún momento para que llegue hasta el final. Pases por ambos pitones girando las muñecas con técnica y gusto por parte del diestro casi ya de la tierra.
Por naturales más entregado el toro al llevarlo toreado barriendo la arena con la franela. En unos faltó rematar todo el recorrido que llevaba. Al final se le vence por el izquierdo dando cuenta que debe ser pasaportado. Estocada baja tras pinchazo y la ilusión de acartelarse en el serial nazareno se esfuma.
Con su primero que empezó bien, llegó sin fondo al final. Le aguantó un parón y lo corto que se le quedaba. Escarbaba y ya no acudía por lo que desiste el matador que estuvo por encima de las condiciones de su oponente. Estocada entera desprendida y descabello. Palmas.
Oliva Soto, de terciopelo en rioja y azabache con chaleco en oro, dejó pinceladas de sus artísticas maneras sevillanas. Su primero, el salido tercero, fue un toro con 501 kilos en la romana, del hierro de Zaragoza ─procedencia de La Centinela─, bajo, apretado de carnes, brocho y acusando defecto en la vista izquierda.
David de la Barra se agarra con él en un puyazo largo. Aplaudidos castoreño y toro. Lo mejor de la faena del camero fueron los naturales asentados, relajados y con sabor jondo. A ratos despatarrado y abandonándose. Lástima que sólo a ratos pero igual se disfrutaron.
Cierto que en esta ocasión no transitó los espacios de las cercanías pero a cambio de ello se justificó cortando una oreja tras estocada muy tendida de la que ha tardado en doblar Renegado.
Con el que cerraba tarde, ha llevado prisa el torero gitano, pues aunque no teniendo malas ideas el toro tuvo sus cosas. Sin humillar y recortando mucho no facilitó las cosas y más fueron los destellos artísticos que asomaron a momentos.
Cierto que gusta mucho el toreo de corte sevillano y que en Oliva brota de forma natural. Con vuelta al ruedo, el público premió su actuación en esta primera comparecencia en la capital peruana.
Víctor Hugo Garavito, de aguja en salmón con cabos blancos y remates negros, es un torero nacional que tras más de una década de trayectoria, acusó la falta de actuaciones esta temporada. Sin embargo, con mucha responsabilidad tomó este reto de presentarse en Lima.
Con su primero que se le vencía por el derecho y rebrinca, le intentó darle distancias pero poco es lo que pudo conseguir. Con el segundo suyo no pudo estar mejor, pero a cambió de ello en el ruedo hubo un torero de la tierra que con absoluta honestidad reconoció con mucha hidalguía que las cosas no le funcionaron. Eso es de profesionales honestos.
Cumplida la última tarde, la Feria La Oportunidad dejó para el comentario y la reflexión muchas cosas que iremos desarrollando más adelante. De momento diremos que fue un encomiable esfuerzo, un emprendimiento que llena de grandeza a sus gestores, pues sorteando muchos sacrificios y poniendo en riesgo tanto, tuvieron el temple y el fondo para llegar hasta el final.
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