Crónicas

En Lima… Filiberto y Villavicencio dan vuelta al ruedo en la 3era de La Oportunidad

Lima (Perú) Sábado 13 de julio del 2019. Plaza de Toros La Esperanza. Penúltima corrida de abono de la Feria la Oportunidad. Con mejor entrada de lo que va el ciclo, poco más de media plaza, se ha lidiado un encierro conformado por toros de Villa Graciela (3) y de Santa Ursula (3 más 1 sobrero). Toda la corrida muy bien presentada, algunos bonitos de tipo y buenas hechuras, pero que adoleció de ostensible mansedumbre y falta de raza pese a sus estampas, lamentablemente. Saltó al callejón un par de veces el primer toro, causando gran alboroto y más de un susto, felizmente sin consecuencias.

Fernando Villavicencio: Silencio y vuelta al ruedo.

Luis Miguel Castrillón: Silencio en su lote.

Filiberto: Silencio y vuelta al ruedo.

Detalles

A medio hacer el paseíllo se ordenó un minuto de silencio en memoria del señor Antidio López, abuelo del empresario de la feria.

Destacaron en cuadrillas, Rafael López con la cabalgadura, Eduard Valdez y Ronald Sánchez con las banderillas que saludaron destocados.

Al final del tercer toro, los niños Luciana Donayre y Renzo Peña, bailaron marinera en el medio del ruedo.

Terminada la corrida se soltaron vacas para el juego del Toromatch.

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Fernando Villavicencio, el diestro local, vistió de impecable aguja en grana y oro. Por más voluntad y predisposición que le puso, poco pudo hacer ante la mansedumbre del primero de su lote, uno de Villa Graciela de nombre Volcánico que no dio viso de erupcionar en ningún momento.

Por el contrario, fue un manso con genio que saltó un par de veces al callejón, se escupió de las varas y complicó. Villavicencio con pases a medio doblar la pierna. En los medios trata de que rompa por bajo sometiéndolo pero no le aguanta. Estocada corta delanterilla. Silencio.

El que hizo de cuarto bis, pues el titular fue devuelto al no quedar apto para continuar, negro, bajo y bonito de tipo, pese a salir distraído se arrancó por su cuenta al caballo de David de la Barra que se agarra bien. Mansea y se desentiende.

Aún así el matador coge los palos llevado por sus deseos de agradar aunque no haya sido lo más propicio por la condición del toro. Luego de eso se declara manso descarado, asomando la cara por encima de la valla.

Su matador lo persigue por casi todo el ruedo, y le extrae alguno que otro pase de uno en uno. Imposible poderle algo más. Entra a matar casi a un tiempo, estocada entera y descabello. Vuelta al ruedo en premio a su entrega.

Luis Miguel Castrillón, de rojo teja y oro, mostró sitio y buenas maneras en su comparecencia limeña. Tuvo en su primero, que salió segundo, de Villa Graciela, negro zaino de nombre Valiente herrrado con el 16 y con 450 kilos, uno que apretó mucho a los banderilleros.

Sin quitar la cara del engaño, el torito cuando acude se arranca bien pero sin gracia, difícil para el torero poder templarlo, le engancha constantemente entendiendo bien que no es para atacarlo para evitar que le rehuya. Por encima de su oponente el buen diestro colombiano. Estocada entera tras pinchazo. Silencio.

Con su segundo, el quinto de la tarde, Viraqueño de Santa Úrsula, de 462 kilos, colorado, bociblanco, bonito de tipo, armadito y con buenas hechuras, fue solo eso. Estampa de toro sin nada dentro. Soso, retrasando la embestida y con ostensible falta de raza.

Poco que hacer, ante éste ─que juraba en hebreoque no hayan sido sino en los que se pudo mostrar el diestro paisa. Pincha si soltar el estoque, entierra buen espadazo en el segundo intento, tendidilla. Silencio. Mereció palmas.

Filiberto Martínez, de salmón y oro, se las vio en primer lugar con el tercero, de Villa Graciela, Expedito, de 450 kilos, bajo, cómodo, bonito de tipo, pero manso solemne. Huidizo y cobardón, se escupe al primer puyazo de Rafael López que lo persigue por todo el ruedo.

Se dobla con él Filiberto, en la primera serie de tanteo. A base de oficio y de muy buenas maneras para torear, extrae lo que era poco imaginable, sobre todo por el derecho. Media estocada que sale escupida. Pinchazo arriba. Caída, saliendo de la suerte. Silencio.

El sexto fue un brocho, bien hecho, de 470 kilos, recargó en el caballo. Fue el que algo destacó mostrando nobleza de toda la corrida y con el que el diestro murciano pudo dejarse ver en las maneras que le conocíamos desde novillero.

Con pases largos y templados aprovechando lo que embiste sin cuota de alegría, hace que el público entre en la faena. A éste pese a su poca raza lo ha toreado gustándose. Entrando bien, deja una estocada honda y luego varios golpes de cruceta. Todo queda en merecida vuelta al ruedo aunque perdió de tocar pelo.

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