En Sevilla… Los silencios de la noche
Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Entrada: Media plaza. Novillos de Soto de la Fuente: Bien presentados pero mansos, descastados y sin posibilidad alguna de triunfo.
Aquilino Girón: Silencio en su lote.
Cristóbal Ramos Parrita: Silencio tras dos avisos y silencio tras aviso.
Pablo Páez: Silencio tras aviso y silencio.
Detalles:
Destacó la buena lidia de David Parrilla al segundo y los pares de Ecijano II.
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- Pablo Páez y Parrita dejan detalles en una noche apática en la plaza de toros de Sevilla. La novillada de Soto de la Fuente resultó desrazada y mansa.
Caía la noche en la plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla cuando se abrieron las puertas del patio de cuadrillas para que Aquilino Girón, Cristóbal Ramos Parrita y Pablo Páez trenzasen el paseíllo. Los pupilos de Soto de la Fuente no cumplieron con las expectativas creadas por cuadrillas y novilleros, saliendo descastada y muy para en el último tercio.
El primero de la noche se dolió de la mano delantera derecha justo antes de que se le administrarse el primer puyazo. Novillo bien hecho, y que en todo momento mantuvo un buen son y una clase excepcional. Al llegar a la franela de Aquilino Girón que volvía tras una buena actuación el pasado año en la de Partido de Resina, blandeó y se vino abajo pecando de falta de transmisión en el hacer del novillero granadino. Lo mimó, y supo extraerle algún natural de buena factura, pero no remontó en emoción la faena y fue silenciado.
El cuarto fue recibido en toriles por Aquilino Girón. Tuvo transmisión el utrero en los primeros compases del último tercio, pero le faltó finales en una faena que fue comenzada en los medios y de rodillas por el lidiador. La Maestranza seguía sumida en el más absoluto aburrimiento y hastío trance que proporcionaban los utreros de Soto de la Fuente.
En el tercer muletazo se quedaba corto Guapetón, que sólo fue eso, bonito. El revolcón sufrido cuando cogió la muleta con la mano izquierda no tuvo mayores efectos que el susto. Mató de estocada baja para ser silenciado.
Gitanito lució unas bellísimas hechuras añadiéndole su buen remate. Hizo segundo y fue para, Cristóbal Ramos Parrita, protagonizando un papel de manso y de aspereza en grandes cantidades. La lidia fue un desorden en toda regla gracias a la complicada condición del animal, pero también aclarar que el susto que se llevó Pedro José Mariscal fue por la colocación del utrero pasada la segunda raya hacia los adentros, poniéndole este un par de banderillas muy comprometido.
También lo fueron los otros dos pares. Colándose el animal por el pitón izquierdo, llegó a coger al torero de fea manera pero sin más consecuencias que un fuerte golpe en el costado. El animal apretaba y no tenía una embestida franca. Un prenda en toda regla. Fue silenciado tras dos avisos.
Parrita sorteó como quinto un utrero con hechuras de toro pero con una lámina preciosa y proporcionada tanto por delante como por detrás. Encontró un mínimo lucimiento con el capote, marcándole los caminos a un animal que lo hizo bien en los primeros tercios humillando y mostrando cierta clase.
Parrita estructuró una faena en la que supo conectar con el público extrayéndole muletazos y series por ambos pitones de muy meritoria forma. Lo mató siendo él silenciado y tocándose las palmas al novillo.
Pablo Páez debutaba con picadores en Europa en la plaza que le vio crecer como novillero sin caballos el pasado año. Mantiene el gusto del toreo clásico que siempre se ha enseñado en la escuela sevillana. El joven novillero local fue el único que supo conectar con los tendidos en el primer tercio ejecutando lances con la seda rosa de buen gusto.
Era serio el novillo y Pablo Páez acabó entendiéndolo por el pitón izquierdo, recetándole una decena de despaciosos naturales que gustaron en los tendidos. Le costaba al animal salirse de los vuelos siendo pegajoso, cosa que impidió mayor lucimiento. Marró con la espada dándose de nuevo otro silencio más en el paraíso maestrante pese a la buena actuación del novel.
Para Pablo Páez fue un sexto algo falto de remate y de presencia para lidiarse en esta plaza. El utrero se paró en el último tercio al igual que toda la novillada. Mató tras dos pinchazos y descabello. Sexto silencio consecutivo para cerrar la noche.
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