Opinion

Lo dice Pepe Mata… Los gin & tonics que impidieron ver al señor Urdiales

Llegó Su Majestad el Rey Felipe VI al coso titular del mundo taurino, y se le tributó en Las Ventas un sentido homenaje su alta investidura; primero, a través del Himno Nacional de España, acto seguido se escucharon gritos de consideración, respeto y admiración, hacia el monarca español, así como para la Patria, y eso ha estado bien, yo diría que no sólo muy bien sino excelente.

Comenzó el festejo, aparecieron los tres toreros, uno de ellos montado a caballo, Diego Ventura, otro más, el ya sempiterno Juli y, por supuesto, el gran artista quien a través de su pureza ha sabido dar argumentos incontestables, Diego Urdiales.

Bueno, bueno, bueno… las comparaciones son odiosas, pero, existen.

No obstante…

… con la terna y consecuente paseíllo, siguieron apareciendo, incrementándose los gin & tonics, esas bebidas espirituosas de tan mágicas no sólo embrujan el alma, sino hasta les hacen cambiar de nombre y color, y terminan -quienes ingieren esos brebajes- perdidos en el espacio, sin saber de dónde vienen ni a dónde van.

Así, el ambiente comenzó a subir de tono, los gritos de ¡Viva el Rey!, ¡Viva España!, se sucedieron tantas veces en tan corto tiempo, que de ser un grito estimulante, patriótico y sentido, se oía como una especie de broma fuera de cacho; y eso…

… eso no está nada bien, según entiendo.

Amar y recordar que la Patria siempre es primero, es lo fundamental, pero cuando se pierde el concepto se acaba la forma, y se transforma en trivial y sin fundamento.

Y hasta ahí estaban llevando los gin & tonics a ciertos espíritus que los ingerían presurosamente, y les estaban haciendo olvidar que se hallaban en una corrida de toros.

El gran Diego Urdiales, había ofrecido una gran lección de bien torear al tercero del festejo, un manso -esto de la mansedumbre no es un descubrimiento en Núñez del Cuvillo- que lo fue consistiendo y dominando el señor Urdiales, y ha dejado series con ambas manos de trazos largos, sentidos y armónicos, conjuntando intensos momentos escultóricos.

Lástima ha sido que hizo guardia el estoque al toro, y lo que pudo haber sido un gran reconocimiento a través de una oreja, se esfumó.

Volvieron a pasar el espectacular Diego Ventura, que justo por esa espectacularidad se llevó una oreja tras claudicar el cuarto.

Luego El Juli, con un torillo mansesco y debilucho, inició con violencia inaudita su faena y para el segundo pase, el astado sintió el guantazo, poniéndose a la defensiva.

Algunas series cortas y vulgares aparecieron, pero nada, absolutamente nada que constituyera una faena inolvidable.

Ni los inadmisibles julipiés le funcionaron en esta corrida benéfica.

Volvió a salir el señor Urdiales con el cierraplaza, y para ese momento los gin& tonics habían hecho presa y mella de ciertos espíritus atormentados, y se desataron los gritos de ¡vivas! sin cesar,

Sí, gritos que en ese momento carecían de una sólida explicación, porque en el redondel un torero a carta cabal, se estaba jugando la vida.

¡Vamos!

Hasta una despistada dama gritó a favor de la república, lo que encendió más a los liberados espíritus que ordenaban echar a esa persona que había osado gritar eso fuera de cacho.

Ese océano casi interminable de gin & tonics provocó que los espíritus extraviados, no entendieran ni atendieran ni guardaran respeto, a lo que hacía el señor Diego Urdiales.

Tantos gritos fallidos se escucharon, que perdieron toda seriedad en su intención.

Sin embargo, las buenas conciencias ya están esperando la nueva comparecencia de un artista cabal, como sin lugar es: Diego Urdiales.

¡Dígase la verdad… aunque sea motivo de escándalo!

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@PERIODISTAURINO 

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