Crónicas

En Madrid… La movilidad no es lo mismo que la casta

Las Ventas. 7 de junio de 2019. Vigesimoquinta de la Feria de San Isidro. Casi lleno. Toros de Alcurrucén y El Cortijillo (5º), mansearon en la salida y algo mejores en la muleta.

Antonio Ferrera: Ovación tras petición y silencio.

Diego Urdiales: Silencio y ovación.

Ginés Marín: Silencio y silencio.

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El primero salió poco encelado, al que se enfrentó Antonio Ferrera. Destacó la buena brega y par de banderillas de Fernando Sánchez. Comenzó la faena el diestro y se fue a buscar al toro a la puerta de toriles, buscando las tablas en todo momento.

No fue fácil bajarle la mano ya que la embestida no fue nada limpia. El torero estuvo más que inspirado, combinando con gran torería la creatividad y el clasicismo. Fue a mejor el astado y supo verlo el diestro. La estocada fue entera y más que certera.

Ferrera recibió un cuarto toro que se empleó en el caballo con casta, la primera vara se estrelló pero la Segunda apretó desde abajo con los riñones. El astado ha proporcionado un tercio de banderillas muy normal y sin sobresalto alguno.
Durante la faena de muleta el toro se vino abajo y se rajó rápidamente, no dio opción al diestro de desarrollar una composición profunda y el toro no tuvo ganas de embestir ni de acudir a los engaños.
Lo despachó sin apenas llevar tiempo sobre el ruedo.

Diego Urdiales toreó en primer lugar a un astado que salió con fuerza.
Arreó al caballo dos veces, la primera con muy poco empeño, y la segunda con más brío. En el tercio de banderillas, los subalternos de Ferrera, igual que ayer, han podido lucirse.

Entró Urdiales al ruedo para comenzar su actuación. Los primeros compases fueron con la mano derecha, durante la faena conectó mínimamente con el tendido y no supo administrar las fuerzas del toro, anduvo tan perdido que el toro le arrebató la muleta y se toreó así mismo, faena inconexa, poca emoción y aburrimiento en el tendido. A pesar de ello lo mejor de su actuación fue la estocada.

Salió el quinto y Urdiales ya estaba preparado para dibujar verónicas de gran gusto que animaron a la plaza. No tuvo gran transmisión el astado. No obstante, puso la verdad y torería que tanto le caracteriza. Se puso delante y probó por los dos pitones. Al natural fue como supo conquistar al tendido. Siguió faltando transmisión. El espadazo fue de manual.

De justa presencia era el tercero, para Ginés Marín. No se empleó en el caballo. Se protestó por su debilidad. En la muleta hubo calidad pero faltó fuelle. Puso todo lo que pudo para intentar dejar una faena mediocre en transmisión. La estocada fue trasera.

La condición del sexto y último de la tarde no fue mejor que la del resto de sus hermanos. Mostró mansedumbre en varas y no se empleó en el posterior tercio de banderillas. A continuación Ginés Marín intentó sacar del toro muletazos de calidad y temple pero esa misión fue imposible, debido a que el toro tenía una condición nefasta y buscaba la querencia en cada momento.

Ginés Marín con ambas manos intentó extraer algún destello de calidad pero el toro no rompió, más bien no dio pie al lucimiento. Media estocada.

En conclusión, una tarde en la que se volvió a ver que la falta de bravura se está cargando la Fiesta. No sirve un toro con movilidad si no tiene casta, ya que ésta es la que genera en el espectador ese sentimiento. Los toreros pusieron de su parte para poder camuflar todas las carencias. Sigamos apoyando a la casta y a la bravura para seguir diciendo: “He estado en los toros”.

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@pablobielsa5

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