Opinion

Desde la barrera de Antonio De Carlo… El día que a Las Ventas llegaron los chalaos a los tendidos

El protestar con argumentos contra un torero o por no estar de acuerdo con la falta de bravura o trapío de un toro, es hasta cierto punto natural en una plaza de toros… pero gritar improperios o cachondearse, eso sí que está fuera de todo lugar.

Este miércoles 30 de mayo del 2019, en la máxima catedral de la tauromaquia, hemos sido testigos del cómo Manuel Escribano, Román y Andrés Roca Rey, se han jugado la vida de verdad, frente a una corrida complicada de Adolfo Martín. Donde pudimos apreciar cómo de pronto entre lance y lance, los toros se frenaban a medio pase, cambiado de manera inesperada su embestir, desarrollando ese sentido de peligro que congela de miedo a algunos toreros y al cual, los tres espadas sin excepción, con mucha vergüenza torera, tragaron harto quedándose firmes, con las zapatillas bien plantadas en la arena y con el pecho por delante.

Las crónicas taurinas de los expertos en la materia, ya han narrado las incidencias puntuales de lo acontecido en el ruedo, mismas que el mundo taurino ya sabe. CRÓNICA DE TOROS EN EL MUNDO

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– Grave cornada que le atravesó el muslo de lado a lado recibió Manuel Escribano, quien cambíó el triunfo grande por un baño de sangre FOTO Muriel Feiner

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Pero vayamos al punto que quiero compartir.

Algo que ha distinguido a la tauromaquia y de lo cual los taurinos presumimos, es la clase, educación y el saberse comportar dentro y fuera de una plaza.

A diferencia de otros eventos públicos, la tauromaquia está llena de misticismo. Es un ritual sacrificial rodeado de una solemne liturgia, donde los toreros y quienes intervienen en el ruedo se juegan la vida.

Tanto toreros, alternantes, subalternos y taurinos están concientes de que una tragedia puede desencadenarse con un descuido en cualquier momento. Es así –con esta conciencia-, que de pronto los taurinos rompemos el silencio emocionados, al sentir esa entrega apasionada del torero, a través de la cual surge el arte. Por lo que es inaceptable y reprobable, el cachondeo o protestas sin razón de ciertos chalaos en los tendidos.

Esta tarde en Las Ventas de Madrid, Manuel Escribano selló con sangre y pundonor su enorme entrega, cambiando el triunfo grande por una grave cornada. Un tabaco que le atravesó la pierna izquierda de lado a lado y que ha llegado de la forma más inoportuna, cuando Escribano entregado lidiaba a Español, el segundo toro de su lote.

Así, después del lamentable percance, vino lo inexplicable…

… cuando Román -quien traía también una cornada de cinco centímetros en el glúteo, que le propinó Madroño, primero de su lote- tomó la espada para pasaportar el toro que había mandado a la enfermería a Escribano, de pronto sin razón un sector del público (asumo no taurino) empezó a pitarle “reprobándole”, pero ¿reprobándole qué?….

Algo muy parecido le sucedió a Roca Rey, cuando al estar probando con el capote a Madroñito, sexto toro de la tarde, un sector del público le empezó a pitar ¡“como si lo que estaba sucediendo en el ruedo fuera inaceptable”! y ¿qué decir del chalao que justo antes de perfilarse a matar Roca Rey, gritó a todo pulmón un “viva”?… (MEGA SIC)

El comportarse en una plaza de toros y más en una tan importante, no precisamente tiene que ver con el ser letrado o erudito en tauromaquia, sino más bien, tiene que ver con el nivel de educación, y esto, hoy en Las Ventas es evidente que un sector de los asistentes no lo tenía.

Un buen taurino, con clase y educación, a las plazas no va a divertirse, va a emocionarse.

 

“La educación, es como un traje elegante que viste a las personas con clase, mostrando así su gallardía”

Antonio De Carlo

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– Tanto toreros, alternantes, subalternos y taurinos están concientes de que una tragedia puede desencadenarse con un descuido en cualquier momento.

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@1AntonioDeCarlo

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