Lo dice Pepe Mata… Ureña el ritmo y la armonía; De Miranda la pasión bien entendida
Llegó, Paco Ureña, a la Monumental Plaza de las Ventas, su reencuentro y el saludo tras el paseíllo ha sido estruendosa ovación en reconocimiento a la lucha sin cuartel que le ha llevado a superar con grandeza, el reto que el destino le impuso.
¡Qué gran ser humano es Paco Ureña!
¡Qué extraordinario torero es Paco Ureña!
La sencillez marca su grandeza, y lo que se ve no se juzga.
Aquello de que se torea como se es, tiene especial significado cuando Paco comienza a crear en el redondel.
Había que hacerse del toro y, Paco, lo hizo, así que aparecieron armónicos lances dominando al ejemplar de Juan Pedro Domecq…
… sí de Juan Pedro Domecq, quien mandó un encierro impecablemente presentado, aunque como es la costumbre de esa ganadería, prudentemente manso, porque aquello del “toro artista”, no es otra cosa que la consolidación del bobitoro, el bovino dúctil, obediente, sumiso, de andar borreguno, que nada tiene que ver con la grandeza del toro bravo; lamentablemente prefirieron disminuir la casta y la bravura, con el fin de sólo satisfacer la comodidad de los figurines.
Y cuando comienzan a sucederse las generaciones en los individuos que se crían en esas dehesas, ese bobitoro va teniendo atenuantes que provocan otro tipo de conducta menos cálida, reticente, e incluso brusca y hasta violenta.
En el caso de, Paco Ureña, consiguió domeñarlo y regalarnos lances bellos en verdad, y tras brindar al S. M. El Rey Emérito, comenzaría el concierto de bien torear. Una faena cristalina, diáfana, intensa y contundente.
Obligando al toro a conducirse de acuerdo al mandato del artista, para así crear esos efímeros momentos escultóricos que resultaron un halago para el exigente paladar del diletante taurino.
Hubo gracia y donaire, existió verdad inobjetable por el sólido contenido de la creación y como consecuencia necesaria la fina arquitectura que otorga belleza en las formas. Los trazos largos y sentidos fueron la alegoría de una luminosa creación.
Lástima grande que la rúbrica no resultara ortodoxa y todo quedara en una vuelta con mucha fuerza; no obstante en su segundo, tras certero espadazo, sí pudo levantar la mano con ese trofeo al esfuerzo bien entendido, en una creación que fue reconocida por todos.
Como reconocido ha sido el notable esfuerzo del confirmante, David de Miranda, con su primero un toro peligroso, ha estado firme, enseñando que tiene todo para conseguir un sólido porvenir para disfrutar de un presente prometedor.
Pero como era de esperarse, no se quedó sólo con una faena de voluntad y entrega, así que tras salir el sexto que tuvo movilidad, al que había demostrarle que el mando lo tenía el torero, consiguió tras el prólogo con impactantes espaldinas y de pecho, series con ambas manos que anuncian al artista en ciernes que puede llegar a alturas insospechadas.
La apasionada entrega se sintió y mucho en cada uno de los momentos en que David estuvo en el redondel, y tras la gran rúbrica, al unísono el respetable exigió ondeando los blancos pañuelos, las dos orejas. Triunfo más que bien conquistado, que le llevó abrir la puerta de la gloria taurina.
Lo deseable será que los empresarios multipliquen los festejos en donde deberán torear tanto, Paco Ureña, como David de Miranda, para fortalecer a este mágico arte como sin lugar a dudas es el arte del toreo.
En medio de toda esta luz emanada del espíritu indómito de estos dos toreros, la vulgaridad manifiesta de, El Juli, su toreo machaconcillo y esforzado, quedó fuera de contexto; aplastado literalmente por la verdad indiscutible y luminosa de dos artistas que convencieron inobjetablemente.
Los jóvenes están respondiendo a la oportunidad de la empresa.
¡Dígase la verdad… aunque sea motivo de escándalo!
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