El comentario de Paco Cañamero… Arnedo, ¡ese no es el camino!
Otra vez el desagüe de la Fiesta vuelve al escaparate de la actualidad. Y conste que no se debe a los movimientos antis, ni al PACMA, ni a políticos que cierran las puertas de la libertad echando el cerrojo a la Fiesta.
Ninguno de ellos, porque otra vez aflora que el mal está dentro. En los propios taurinos. En quienes deben velar por la grandeza de la Fiesta y son los mismos que le asestan la puñalada traidora.
Ahora ha sido Arnedo en su corrida de la mini feria de San José; el retomado ciclo en la villa riojana, la del Zapato de Oro, la cuna de Diego Urdiales, artista de culto. Arnedo, que siempre apunta alto en el toreo al ser un lugar de tanta tradición que, sin embargo, ahora cada final septiembre enciende las alarmas por el poco público que acude a las novilladas en su antiestética plaza –lejos de la anterior, con bastante más sabor y torería-.
Hoy, la actualidad taurina ha devuelto a Arnedo a los titulares por la escandalosa corrida –de Toros de la Plata- lidiada en pasado sábado, con unas cabezas tan escandalosamente afeitadas que son un atentado para la dignidad de la Tauromaquia. Y un insulto a la afición a la antes tan sabia afición riojana.
La prueba de ello son los cientos de aficionados llegados de Bilbao, San Sebastián, Francia, Zaragoza… desplazados para ver la corrida y al final marcharon escaldados ante ese fraude presenciado, sin deseo alguno de volver a dejarse engatusar para futuras ediciones de esta corrida de San José.
Con el escándalo de Arnedo tan presente vuelven a sumar los abusos de los taurinos, quienes se mofan directamente del arte que viven y flagelan a los aficionados, demostrando que el toreo es el único arte que humilla a sus clientes, al aficionado que pasa por taquilla. Porque esa corrida fue una tomadura de pelo.
Y aquí, en este charco, llama la atención que Diego Urdiales, torero de culto y símbolo de la Rioja, a quien tanto le ha costado llegar siendo una auténtica bendición de la mejor y más pura torería, no ponga coto y permita todo eso, encima en casa.
Nadie exige seis galafates, ni una corrida extra astifina, pero si un encierro a modo, digno y con la seriedad que requiere un espectáculo.
Da pena escribir cómo Arnedo, por culpa de los abusos, contribuye a matar a la gran La Rioja taurina, la del respeto por el toro y la seriedad por el espectáculo, convirtiéndola en un gran vivero de la Fiesta.
Sirve el ejemplo de aquellas feria de Calahorra llegando a sumar casi una semana con carteles de figuras, hasta que el serrucho y la nefasta presentación del ganado se hizo el amo y vacío a los tendidos.
El ejemplo es que ahora ha quedado reducida a nada, bueno a una corridita afeitada y vergonzosa; por eso la gente desertó de volver al coso de La Planilla.
Y ese paso lo han seguido otras plazas riojanas que hasta hace tres décadas eran un hervidero de pasión, mientras otras tratan de aferrarse a la salvación, ejemplo de Alfaro, aunque lejos de su mejor época o Haro, donde tanto pea la ausencia del gran Manolo Muga.
Y duele que Arnedo, que ahora lo tiene todo para ser una de las capitales taurinas del norte, siga los mismos pasos, porque a la gente la engañan una vez y dos también, pero a la tercera no va y luego todo el mundo se echa las manos a la cabeza.
Y que nadie mire para otro lado, que la corrida del sábado fue un atentado a la grandeza del toreo, con la seriedad y el respeto que antes fue la bandera taurina de La Rioja.
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