En Aguascalientes… Entre el sí y el no; Juan Pedro Herrera corta dos orejas
Cuarta novillada en la Plaza de Toros San Marcos de Aguascalientes, se lidiaron cinco novillos de la ganadería de Espíritu Santo, desiguales en presentación y de juego complicado. Uno de Rosas Viejas bien presentado, bueno, mismo al que se otorgó un arrastre lento un tanto exagerado.
Sergio Felipe: Al tercio y leves palmas
Sebastián Ibelles: Leves palmas en ambos.
Juan Pedro Herrera: Oreja protestada y oreja.
Detalles:
Alejandro y Jonathan Prado saludaron en el tercio tras dejar buenos pares.
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De azul se pintó el cielo hidrocálido en una tarde de pasiones desbordadas y emociones descontroladas, lo de hoy en la San Marcos tiene dos polos, dos veredas por las cuales la afición se decidirá a recorrer; una la vertiente de las alegrías y otro el camino de la seriedad.
¿Por cuál finalmente optará?
Pero antes comencemos por el principio, fue Sergio Felipe quien abrió plaza, un joven español quien hizo su presentación en la San Marcos. Mostró empaque y recursos en su primera faena, ante un muy complicado astado de Espíritu Santo.
Este espigado torero tuvo los argumentos sólidos impregnados en su muleta, puesto que en todo momento el astado protestaba, pero el joven no se fue de la pelea, ni se dio por vencido, sino todo lo contrario, se quedó en los terrenos del novillo dejándole la muleta en la cara para imponerse y sacarle los pases por el derecho que valieron oro.
También por izquierda la papeleta no era la ideal y hubo que cambiarle los terrenos con firmeza y valor para robarle naturales de poder y obtener así las dianas del tendido. A pesar de que el astado le hacía estragos, Sergio Felipe no se fue de la lid.
Pero lo ganado a ley con la muleta lo perdió con el mal uso de la espada. Ovación sonora en los medios para que, posteriormente la gente calurosamente lo invitara a saludar en el tercio.
Con su segundo la historia relatada no fue tan intensa, puesto que el novillo siempre pegó arreones y le puso las cosas difíciles. A pesar de que el joven coleta estuvo dispuesto y serio en su quehacer definitivamente no había por dónde. Nuevamente mal con el acero y las leves palmas para él.
Sebastián Ibelles también se presentaba ante esta afición y lo hizo de manera decorosa. Ante su primero un bien presentado astado que de salida hizo esperanzar a la afición pero que poco a poco se vino a menos.
Ibelles se lució al quitar por gaoneras y de muleta de tercios a medios se lo llevó con muletazos por alto, el cambio por delante torero y el remate de pecho. Prosiguió por derecha ligando pases serios, largos, el molinete y el de pecho para rematar.
Siguió por la diestra ahora bajándole la mano pero el novillo ya le levantaba la cabeza peligrosamente, le apuntó al pecho fuerte sin que llegara el percance. Por izquierda ya no hubo la misma respuesta, voluntad de parte de Ibelles, ya al final el novillo completamente parado y a otra cosa. Lo bien hecho se desmoronó con el mal uso de la espada. Leves palmas.
El quinto del festejo otro que no aportó para el triunfo, rebrincaba, estaba pendiente más del cuerpo del torero que de su muleta. Voluntarioso Ibelles ante la difícil ecuación, quiso agradar extendiendo la labor, pero no había manera. Mal con la espada y otra vez pocas palmas.
El hidrocálido Juan Pedro Herrera fue el triunfador del festejo al cortar una oreja a cada uno de sus novillos. Herrera es un novillero con un estilo de toreo alegre y que consigue fácilmente conectar con el tendido, tiene deseos y esas ansias que caracterizan a la juventud, pero una cosa es tener carisma y aptitudes y otra es sembrar la semilla del buen toreo para que un día florezca en él.
El primero de su lote fue protestado en su salida por falta de presencia, pero a los reclamos, caso omiso por parte de la autoridad. El joven tuvo detalles muy toreros con el capote, y con banderillas tiene capacidades físicas, brilló en los tres pares contagiando de emociones a la afición.
Hasta ese momento todo iba a pedir de boca, un novillero con hambre de triunfo, con facultades y una afición totalmente con él, pero al tomar la muleta las rodillas fueron al piso y a más de uno en el tendido que le surgió la mueca por aquello de que de rodillas nada más en misa.
Tres muletazos de hinojos y ya en plan serio, de pie, tomó la muleta con la diestra, el novillo embestía a media altura sin que se mantuviera ese alboroto antes logrado. Las emociones en caída ante un novillo débil, Herrera prosiguió por derecha, aunque sin una estructura, muchos pases sin enviar los mensajes emotivos al tendido.
Animoso y alegrón, pero vacío en la tela. Otra vez las rodillas a la arena sin mayor resultado que la exposición y la mirada al graderío. Se tiró a matar dejando un espadazo terrorífico, saliendo trompicado del encuentro, se levantó maltrecho para esperar a que doblara el novillo.
Los noveles aficionados solicitaron vehementemente se le otorgara una oreja y el juez para complacerles se la dio. Hubo fuerte protestas al dar la vuelta al ruedo.
Con el cierraplaza, un buen novillo de rosas viejas con recorrido y constantes embestidas, la prosa de repitió, Herrera correcto y variado con capote, espectacular en banderillas, aguantando el revolcón al intentar poner el segundo par, regresó a la cara del novillo y cerró el tercio con un quiebro que hizo ponerse de pie a propios y extraños, no faltaron los gritos de ¡torero!-¡torero!, y cuando todo estaba servido para el gran banquete, se quedó con menos, al tomar la muleta el novillero se desdibujó.
En el último tercio Herrera se fue a los medios y de largo se arrancó el novillo, por la espalda se lo pasó el de Aguascalientes, rematando con el de pecho. Luego quiso pasárselo por derecha y sí, el de Rosas Viejas embestía una y otra vez, pero el cuento que relataba con su muleta no envolvía, no enloquecía, no enamoraba.
Con la izquierda algunos titubeos, muchas ganas y deseo, pero dejándolo solamente pasar por la tela, sin decirle: “aquí mando yo”. Otros más a media altura, mientras que algunos despistados “aficionados” seguían emocionados con el tercio de banderillas, así sin ver, sin analizar, anclados en lo ya vivido, hiper-sensibles, así como cuando uno se atolondra de amor.
Al final manoletinas y otra estocada entera muy caída, pero eso a la gente no le importó, ellos querían el premio, exigieron al juez lo otorgara y éste lo soltó, hubo quienes pedían la segunda oreja que no se otorgó. Arrastre lento para el novillo que fue bueno, aunque sin llegar a ser extraordinario.
Es aquí donde surge los cuestionamientos:
¿Cuál es la vereda por la que la afición hidrocálida se decantará?
¿Es la de fácil aplauso y la locura localista o la del camino de la seriedad y la exigencia que todo buen aficionado debe pregonar?
Porque si rescatamos lo positivo, es todo un privilegio ver el coso sanmarqueño con grandes entradas e invadido de rostros juveniles, es por ello y por el futuro de la fiesta, por el prestigio de esta plaza que el primero en orientar a la nueva afición debe ser el juez, la máxima autoridad en la plaza, y sí, la primera oreja la entrega el público, pero basado en un criterio bien cimentado, no a contentillo de los gritones que les supera la etiqueta local.
Si Aguascalientes quiere seguir jactándose de tener la afición más conocedora de México, urge, apremia, que el juez calibre como debe ser las faenas, y si se tiene que guardar el pañuelo y aguantar el revolú que lo haga.
Porque corre el riesgo de que esta naciente afición se asemeje a un infante en el centro comercial, de esos que exigen el juguete deseado a gritos y lloriqueos, entonces papá y mamá tendrán que tomar una decisión, decirle sí, que sonría por un ratito y crezca obteniendo fácilmente lo que quiere, o decirle no, le dolerá al principio, pero desarrollará la conciencia de que si lo merece lo gana. Porque a veces menos, es más.
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