Crónicas

En la Monumental México… Y la oreja es: para Sergio Flores

Monumental Plaza de Toros México. Décima sexta corrida de la Temporada Grande 2018-2019. Corrida por la Oreja de Oro que marcó el cerrojazo de una serial en altibajos. Con una entrada, que no sólo baja sino se derrumba con relación al festejo anterior, se han lidiado toros de: El primero de Arturo Gilio, procedencia Duque de Veragua, inutilizado, tuvo que ser devuelto, fue sustituido por un manso, descastado e inválido de Cieneguilla, al que simularon la suerte de varas y no peleó, pésimo fue pitado; el segundo fue de Arturo Gilio procedencia encaste Parladé, acudió a media altura y salía con la cara alta, acabó rajándose; de Cieneguilla fue el tercero, anovillado, un puyacito trasero, manso y descastado; el cuarto ha sido de Cieneguilla, manso rajado; el quinto ha sido de Arturo Gilio, encaste Parladé, ha sido encastado y tuvo calidad en su embestir; el que sexto fue de Cieneguilla, manso complicado. Los toros de regalo uno de Arturo Gilio, que hizo séptimo, manso, descastado; y un extraordinario de San Mateo, encastado, con clase, calidad, recorrido y emotividad, que lamentablemente fue desperdiciado.

Arturo Saldívar: Oreja y pitos tras dos avisos; silencio en el de regalo.

Sergio Flores: Saludó en el tercio y oreja tras aviso.

Michelito Lagravère: Pitos tras aviso y pitos; y pitos en el de regalo.

Detalles:

Tras el “aplausómetro” los aficionados decidieron otorgar la Oreja de Oro a Sergio Flores.

Al inicio de descubrió un busto en homenaje al siempre bien recordado, Mariano Ramos, parte fundamental de una época que dio lustre al la tauromaquia mexicana.

Tras casi 45 minutos de espera para devolver al primero del festejo que se inutilizó, Arturo Saldívar en su calidad de primer espada, decidió entrar a finiquitarlo, le toreó brevemente con ambas manos, acudiendo con la cara alta, tras un espadazo y dos descabellos, terminó la desesperante espera.

El astado Vencedor, número 31 de Cieneguilla, fue el de la confirmación de Michelito Lagravère.

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Y se ha celebrado la última corrida de la actual Temporada Grande de la Monumental México, dentro del desconcierto del gran público, sobretodo por la confección del cartel, al llegar al mayor coso del mundo, varios nos reclamaban el por qué no habían incluido a Gerardo Adame, a Calita, dos toreros que impactaron y se están constituyendo como nuevos valores que está deseoso el gran público de La México por consolidar.

Eso…

… eso sólo lo puede responder la empresa.

Uno como criticón sólo expone sus argumentos de cómo vio un festejo; no obstante, de cómo se debe confeccionar el cartel, la responsabilidad es únicamente de la visión empresarial, si se tiene esta última se acierta; si se carece de tan importante cualidad, se fracasa.

En fin, que dio inicio el festejo con la confirmación de Michelito Lagravère, a quien le correspondió Ahijado, un jabonero sucio, de la ganadería de Arturo Gilio, y por donde se vea era procedencia Duque de Veragua.

Desde su salida se le veía con cierta dificultad en su andar, sería hasta llegar al caballo tras estrellarse en el peto, cuando claudicó y manifestó totalmente que estaba inutilizado del cuarto delantero izquierdo, lo que llaman las “manitas”.

Tras 45 minutos intentando devolverlo a los corrales, una alma caritativa en medio de la aburrición, aconsejó al primer espada que pusiera punto final, y así lo hizo, el astado acudió en dos series una con la derecha y otra por el natural, con la cara alta y deslucido, pero…

… pero habría que haberle visto más.

Salió entonces, Vencedor, número 31 de Cieneguilla, un manso, descastado y lo peor, hasta inválido, que no peleó en varas recibiendo un piquetillo de mosquito trasnochado.

Ahí, Michelito, pudo consumar una faena de esfuerzo, enseñando su falta de bagaje, pero no dejó nada para el recuerdo. Dos pinchazos en el sótano -como dice mi querido amigo y colega español, Miguel Redondo-, otro más y, luego, ¡seis descabellos!

Tras haber sido Michelito pitado con su primero, tuvo frente a él, a Venadito, no obstante, no cambiaron las cosas, ya que anduvo evidentemente extraviado, sin conseguir convencer a los tendidos, y peor ha estado con el acero.

De pronto, y sin que existiera un argumento, Michelito, decidió regalar un toro, el público al unísono le protestó, y al final el destino le daría la razón al propio público.

Don Paco ha sido el octavo de una ya kilométrica corrida, y fue de San Mateo. Un auténtico regalo para Michelito Lagravere, quien no pudo estar a la altura de la circunstancia.

Se le vio sin un plan ni estructura, reponiendo mucho terreno por la evidente falta de aguante, y abusando de los molinetes. Parecía una hélice a velocidad de vértigo por todo el redondel frente a un gran toro.

Claro… claro… claro, hubo en medio de un océano casi interminable de nerviosos, apresurados y desentonados pases, algunos correctos, pero no fueron suficientes para impactar en la gente, la que manifestó en su veredicto inapelable, sólo el reconocimiento al gran toro de San Mateo, que únicamente fue:

Encastado con clase, calidad, recorrido y emotividad.

El toro de la consagración… consagración que nunca llegó.

Ante estos elementos los paupérrimos atributos de Michelito, no pudieron ni pasar lista de presente.

¿Alguien le podrá decir la verdad?

¿Alguien que sea su amigo en verdad le situará en la realidad?

Entendemos que ha tenido una lucha permanente, pero hay ocasiones que es importante detenerse y reflexionar si esa lucha tiene razón de ser y le va a conducir a buen puerto.

Lamentablemente como torero, su camino se torna tan difícil; y lo peor, el engaño lo acrecentará.

En medio de esta decepción en el festejo, hubo algo más que pudo ser, aunque no terminó de conducir a los espíritus de los diletantes taurinos a la sublime locura; y entonces la gente que no quiso ir a este festejo en cuestión, terminó por tener la razón, al no existir en la realidad una contienda entre los actuantes.

Buen Amigo fue el primer ejemplar de Arturo Saldívar, al que le dio breve saludo capotero, merced a que el toro andaba dubitativo. No diré mansesco, porque ahora todos se sienten heridos en su susceptibilidad.

Sin embargo, como era de esperarse confirmó la evidente mansedumbre en el caballo, en donde un suspiro de suerte de varas ocurrió. Tan breve ha sido el puyacillo, que nadie se dio cuenta.

Arturo Saldívar, tuvo un gran mérito en su faena, sujetar a la movilidad huidiza del toro, y le fue conduciendo con serena inteligencia hasta imponer su imperio con evidente mando, notorio temple y elogiable dimensión; y, sí…

… sí convenció.

Han sido cinco series interesantes y de absoluta torería, después el toro se rajó, y todavía al hilo de las tablas le extrajo una más, pero tras rematar, salió huyendo. Ya se había pasado dos series para rubricar, y si en ese momento no lo hacía las cosas se hubieran puesto poco comedidas. Así dejó una entera, y tras claudicar el astado, el respetable exigió una oreja.

Melindroso, fue el segundo del señor Saldívar, al que extrajo faena de mérito a un toro rajado, definitivamente rajado, intentó pero era casi imposible concretar, tal vez si hubiera aparecido un episodio lidiador habría entusiasmado a los asistentes. Con el acero ha estado francamente mal, hasta escuchar dos avisos.

Regaló un toro de Arturo Gilio de nombre Regalito, y de eso nada, el inútil esfuerzo tirado a la nada.

Y, Sergio Flores, tuvo como primero uno de Cieñeguilla, de nombre Cumplido, al que llevó muy toreado con verónicas espléndidas y una media contundente.

La mansedumbre inacabable del astado apoyada en el descastamiento, complicó la faena, en donde Sergio estuvo esforzado, extrayendo algunos pases loables, pero no hubo más. Dejó la espada entera y contraria.

Compadre ha sido un toro encastado, al que Sergio Flores le ha recibido con plausibles lances, para ya con la tela roja estructurar una faena de suma importancia con ambas manos.

Una alegoría por todo el simbolismo tauromáquico que tuvieron los efímeros momentos escultóricos, que impactaron a los espíritus de los diletantes taurinos.

Tras un pinchazo y una entera traserilla tardó en caer el toro, por la mala colocación del acero. Al final se le concedió una oreja, como digno premio al esfuerzo.

Ha terminado una temporada grande más, se desea que en autocrítica los errores se transformen en aciertos, y los aciertos los consoliden para esperar una venturosa temporada de novilladas y una luminosa temporada grande 2019-2020.

Qué así sea.

¡Dígase la verdad… aunque sea motivo de escándalo!

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@PERIODISTAURINO 

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