Crónicas

En la Monumental México… En el adiós de Padilla, lo trascendente lo hizo Arturo Saldívar

Monumental Plaza de Toros México. Séptima corrida de la Temporada Grande 2018-2019. Con una entrada, que disminuye considerablemente con relación al festejo anterior, sumando aproximadamente cuatro mil asistentes, se han lidiado impresentables pequeñajos de Boquilla del Carmen, propiedad de Manuel Sesscose, que han resultado el compendio de la mansedumbre y el descastamiento, por consecuencia no pelearon con las cabalgaduras; el sexto se inutilizó del pitón izquierdo, siendo cambiado por un toro muy justo de presencia de la ganadería de Xajay, cómodo de cornamenta, que ha resultado encastado, siendo desperdiciado por su torero.

Juan José Padilla: Silencio tras aviso y una oreja.

Arturo Saldivar: Oreja y saludó en el tercio.

Fermín Espinosa IV: Silencio en su lote.

Detalles:

El buenazo de Jorjazo, volvió autorizar pequeñajos, no cabe duda que se ha consolidado como un gran, gran enemigo de la Fiesta y debe ser cesado sin piedad del palco de la autoridad.

Se develó un busto de Miguel Espinosa Armillita Chico, que desde el día de hoy estará en la Monumental México.

Juan José Padilla, se despidió de los ruedos con el pequeñajo de nombre Guitarrista.

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Es una gran pena que un torero tan fino, tan elegante, que tiene un horizonte tan luminoso como, Arturo Saldívar, no se le esté dando la importancia que merece.

Todavía recordamos su gran evolución que tuvo España, hasta llegar a la gran faena del 29 de mayo del 2013 a un toro de El Ventorrillo, al que le cortó una oreja que valió mucho.

Y sí, Arturo, merece estar incluido en mejores carteles, la más trascendente demostración de su capacidad táurica la dio este domingo, con dos portentosas faenas, que con mucho son las de mayor relevancia, realizadas en lo que va de la actual temporada.

Arpista ha sido el primero de, Arturo Saldívar, al que saludó con una larga de hinojos e inmediatamente comenzó a recoger el andar del astado, que le obligaba a huir por la mansedumbre evidente, para después de enseñar el camino, dejó un recorte soltando el capote de una mano y fue bellísimo el momento escultórico que se produjo.

El pequeñajo recibió sólo un piquete de mosquillo, además trasero, y fue suficiente. Tras el brindis al respetable, Arturo, comenzó la exposición de motivos con pases por alto, para luego pasárselo por la espalda y rematar por delante con inobjetable poderío.

Así, la mano diestra comenzó a dejar constancia del buen, en verdad, buen toreo de Arturo, quien de inmediato impactó por el prodigio del temple. Lo mismo sucedió con el toreo al natural, iluminando a los tendidos de su grandilocuente verdad.

La propuesta artística fue in crescendo, dando oportunidad a las dos manos para dejar trazos largos, sentidos y contundentes; hubo dosantinas que entusiasmaron al público por la dimensión y lo bien realizadas que han estado, para continuar con las series con la diestra y siniestra y, a pesar de que el torillo hacía notar que se había rajado, Arturo, se adelantó a sus malsanas intensiones mansescas y consumó una obra artística importante.

Como epílogo unas bernadinas de tan ajustadas que las hizo, que en la segunda se lo llevó de bruces el de Boquilla del Carmen, dejándole una fuerte guantiza.

Lo anterior, no fue ningún obstáculo para que Arturo se levantara, prosiguiera y consolidara su intención. Tras la rúbrica, ha recibido merecidísimo trofeo, que paseó ante el evidente reconocimiento y admiración del respetable.

Con su segundo, Jaranero, todo hacía ver que, Arturo, conquistaría la puerta grande, así comenzó a recoger la mansesca embestida del bovino, y en eso estábamos cuando de pronto sembró su cornamenta en la arena, y dio vuelta de campana, dándose tremendo costalazo.

Dado lo anterior, Arturo, al llevarlo al caballo cuidó de que sólo le hicieran un pequeño piquete de alfiler, y así lo pasó.

Comenzó la faena con pases por abajo, de las tablas a poco más del tercio, haciendo notar su imperio. Vendría una primera serie con la mano diestra, con mando y aguante, ya que el burel al inicio iba punteando, y Arturo, con serenidad e indiscutible sapiencia, halló el sitio y la distancia correctos, para ir estructurando una faena portentosa sustentado en su impecable técnica, valor natural e indiscutible sentido del toreo, lo que como era obvio, impactó a los ahí reunidos.

Por el lado natural, los trazos resultaron, como sentenció el inolvidable poeta de la crónica, el Maestro Pepe Alameda, natural en lo sustantivo y natural en lo adjetivo; pasajes de luminosa belleza que trascendieron a los espíritus de los diletantes taurinos.

Hubo dosantinas que se mezclaron imprevistamente en medio de la faena, siendo impecablemente consumadas, con gusto y elegancia. Para regresar el mandato a la derecha que combinó tras un cambio con la izquierda y así existió otra serie contundente, precisa y armónica.

Las dos faenas han sido un verdadero festín de bien torear, y dio gusto ver que, Arturo Saldívar, volvió a su imperio.

Lástima grande ha sido que con el acero no haya estado certero, hubiera salido por la puerta grande, pero como el hubiera no existe, eso queda en los buenos deseos; aunque lo que si existió y resultó contundente fueron esas dos faenas un compendio de bien torear con luminosa majestad.

El gran espectáculo del adiós de Padilla

Juan José Padilla se despidió, todo hace ver, que definitivamente de los ruedos, y no tuvo pequeñajos a modo, fueron en verdad tan, pero tan malos, que sólo se apreció la buena voluntad del torero, que incluso no banderilleó. Tras poner punto final a Guitarrista, vino el gran espectáculo en medio de las tradicionales Golondrinas, melodía que se interpreta para decir adiós al ser querido, y aunque hubo poca gente, la despedida fue estruendosa vuelta al ruedo en medio del estentóreo sentimiento.

De Fermincitito

¿Qué poder decir de un joven como Fermín Espinoza, a quien desde el tendido le gritaron: Fermincitito Espinocita?

Bueno, que evidentemente está negado para el toreo, y entonces, simplemente habrá que desearle suerte, ojalá y ya no lo engañen su inútil cauda de acompañantes, pero lo fundamental será que ya no se engañe él mismo.

Al final, cuando salíamos de la plaza, todo mundo coincidió en la ya serena reflexión; afirmando que lo más importante que ocurrió hoy en la Monumental México, lo hizo el jalisciense Arturo Saldívar.

¡Dígase la verdad… aunque sea motivo de escándalo!

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