En la Monumental México… La apasionada entrega de Sergio Flores
Cuarta corrida de la Temporada Grande 2018-2019 de la Monumental Plaza de Toros México. Cerca de un cuarto aforo, unas diez mil personas. Se han lidiado toros de Xajay, propiedad del arquitecto Javier Sordo-Madaleno Bringas, correctos en presencia, el mejor presentado el primero, el de menor catadura el sexto, todos han sido mansos, el segundo y tercero complicados con peligro; los demás pronto se negaron a embestir. No pelearon con las cabalgaduras.
Diego Urdiales: Saludó en el tercio, silencio; y silencio en el que toreó por El Payo.
Octavio García El Payo: Pitos tras aviso en el único que toreó.
Sergio Flores: Saludó en el tercio tras petición y oreja.
Detalles:
Al finalizar el paseíllo la aguerrida Porra Libre que preside imperialmente, el ingeniero Héctor Manuel Acevedo de Anda, le otorgó el galardón Manolo Martínez a Sergio Flores, como triunfador de la Temporada Grande 2017-2018.
Tras banderillear al tercero, Fernando García hijo, fue ovacionado; mientas que Gustavo Campos, lo hizo en el sexto.
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Un ejemplo de tenacidad sin lugar a dudas es, Sergio Flores, aquel chiquillo que conocí en una placita de San Juan del Río, cuando con el licenciado Julio Téllez, fuimos a ver, pronto fue avanzando, sobretodo cuando partió a España, en donde fui testigo de esa luminosa evolución.
No ha conseguido alcanzar el lugar que merece, cosas de la administración, ellos sabrán por qué no regresa a tierras españolas para hacer campaña; un gran, en verdad, gran torero como Sergio, merece otro panorama con el fin de evolucionar y trascender.
Su honestidad a carta cabal, la demuestra en todos los actos de su vida, y como torero por supuesto que también. sale a dar todo y mucho más y eso es de reconocerle y admirarle.
Este domingo en cuestión, 2 de diciembre, llegó en medio del cariño de los asiduos concurrentes al mayor coso del mundo, y como dijera mi inolvidable inolvidable amigo y Maestro Pepe Alameda:
El toreo no es graciosa huida sino apasionada entrega.
Y así fue, Sergio, volvió a demostrar esa apasionada entrega que deslumbró a los espíritus de los diletantes taurinos, ante dos toros, que si bien eran mansos, el primero desarrolló genio, mientras que su segundo, recortó las embestidas.
Y, con ambos, impuso su imperio.
Con su primero, que salió abanto, fue recogiendo su embestida con paciencia lidiadora, poniendo punto final al saludo capotero con una preciosa media.
Ya con la muleta el prólogo fue con pases rodilla en tierra para hacerle notar al geniudo ejemplar, que quien mandaba era Sergio, y el complicado toro comenzó a percibir ese mandato.
Sergio porfió y conquistó merced a su técnica, por ello, comenzaron aparecer series con la diestra de rítmico trazo, mientras el toro trataba sin conseguir, puntear con violencia al engaño. Sí, lo que no ocurrió por el temple y mando del torero.
Prosiguió por el mismo lado y el toro que acudía con esa violencia manifiesta, comenzó a ceder por el temple implícito y el sentimiento explícito del torero; de esta forma, se pudieron suceder más series impecables y luminosas.
Sí, sí, intentó por el lado natural pero ahí el toro se ponía por delante y su violencia resultaba estentóreamente notoria. Por lo que después de este episodio, regresó la mano derecha a escena y continuaron los trazos exquisitos, de inobjetable mandato y con inobjetable temple.
El público, por supuesto que supo valorar lo bien expuesto.
No obstante, el toro que iba aprendiendo, en la siguiente serie se le coló feo y dobló contrario, pero Sergio no se inmutó y continuó ahí sin parpadear, para conquistar su objetivo.
Y cuando se esperaba que cortara la merecida oreja, dejó una estocada contraria que no fue suficiente para que claudicara el toro. Probó con el descabello, y fue hasta el segundo golpe, cuando consiguió acertar.
Aún así, el respetable pidió un trofeo, pero por primera vez en todo el tiempo que lleva en el palco de la nula autoridad, el buenazo de Chochito, actuó correctamente y no lo concedió.
El público exigió la presencia de, Sergio Flores, en el tercio en donde se le tributó una sentida y estentórea ovación de gala.
Ganaderito fue el que cerró plaza -segundo del señor Flores-, hermoso cárdeno cómodo de cornamenta, al que volvió a meter en vereda con la capa y extrajo dos verónicas de cadencia y un recorte despacioso.
Después de estrellarse en el peto el de Xajay, aventó algunas cornadas de manso, mientras el piquero intentaba sin conseguir meter la puya; así que el toro se fue “crudo” de varas.
Tras brindar al público, comenzó la faena al hilo de las tablas, para detener el andar en el tercio, y apareció en medio del prólogo, un trincherazo que dijo mucho, tanto que se detuvo el astado aturdido ante tanta majestad.
Así comenzaron aparecer series con la derecha, con esa paciencia lidiadora descrita, de la que hace gala, Sergio; mientras el de Xajay, iba a regañadientes y con la cabeza a media altura.
A pesar de ello, continuó el festín de bien torear, aguantando las pausas que provocaba el toro al detener su andar, lo que no inmutaba al gran torero de Apizaco, porque se notaba en su aguante.
Y sí, consiguió una serie por el lado natural breve, pero contundente, con suavidad y poderío.
La mano derecha se había apoderado de escenario y siguió extrayendo pases a esa piedra de mansedumbre, lo que supo reconocer, pero sobre todo valorar el cónclave.
Las ceñidas manoletinas fueron el epílogo a una faena de apasionada entrega; pinchó y luego dejó certera estocada que fue suficiente para que el toro cayera, y el público pidiera la merecida oreja que paseó, Sergio, con la notable satisfacción que da lo que se conquista con sólidos argumentos.
Los demás
Creemos que nunca se debió haber presentado El Payo, porque todavía se observó convaleciente, lo que provocó serias dudas en la cara del toro, y lamentablemente el de Xajay le dejó otro fortísimo guantazo, que le dañó un par de costillas, y por lo tanto, tendrá que dejar de torear unas fechas.
Mientas que, Diego Urdiales, se le apreció fuera de lo que es él. Sí es verdad que dejó detalles interesantes e importantes, pero le hemos visto en España sacar agua bendita de las piedras de mansedumbre, y esta tarde ha estado cumplidor con tres toros mansos. Porque sabe lidiar maravillosamente y eso se esperaba que lo hiciera. Es más, a su tercero que toreó por El Payo, cuando iba a entrar a matar, citaba afuera de la suerte y cuando iba ya con la espada, todavía -si cabe- se iba saliendo más.
Si lo hubiera visto el Maestro Jaime Ostos, le habría dicho más de un discurso sobre el tema de rubricar la suerte suprema.
En fin, que la tarde ha valido y mucho, por la apasionada entrega de, Sergio Flores, quien merece que la revolución le haga justicia, mucha justicia.
Ojalá y así sea.
¡Dígase la verdad… aunque sea motivo de escándalo!
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