En Aguascalientes… Oreja para Hermosillo; festejo ni blanco ni negro
Media entrada en la Plaza de toros San Marcos, festejo novilleril del Festival de Calaveras 2018. Se lidiaron astados de Lebrija bien presentados de juego desigual. Exagerado arrastre lento al cuarto de la tarde. Hubo uno de regalo de la ganadería titular que se dejó.
José María Hermosillo: Leves palmas tras aviso y oreja
Héctor Gutiérrez: Leves palmas tras aviso, vuelta al ruedo por su cuenta y palmas en uno de regalo
Ricardo de Santiago: Leves palmas y silencio
Detalles:
El aspirante Christian Martell se desmonteró en el tercio en dos ocasiones tras sus buenas actuaciones.
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No todas las noches se cuentan cuentos de hadas, no todas las cajas de sorpresas te asombran y en contraparte no todo son vasos vacíos y no todo es tan malo como parece… Así, ni blanco ni totalmente negro fue lo vivido hoy en la San Marcos, un sube y baja, como juego del parque, fueron los momentos vividos hoy en la San Marcos. Los tres novilleros dejaron ver destellos de luz en su toreo, pero, tuvieron pasajes que dejaron mucho que desear en su evolución como punteros del escalafón menor.
José María Hermosillo, es novillero hidrocálido de fina estampa y buen toreo, aunque ésta tarde hizo sentir el frío y el calor. Se enfrentó a un bien presentado novillo de Lebrija que fue manejable con el que tuvo momentos de verticalidad, consiguió varias tandas interesantes por derecha colocándose en el espacio justo para dejarle la muleta en la cara y hacerse poco a poco dueño de sus embestidas. Por izquierda también hubo momentos intensos haciendo sonar fuerte los olés, pero al final de la labor el novillo se fue a su querencia y hasta allá fue Hermosillo para proseguir por derecha más acelerado en sus procedimientos perdiendo el temple y la limpieza en su tela, el novillo se le quedaba corto y le levantaba la cara, Hermosillo se fue por la espada dejando entera caída y luego de varios descabellos y un aviso se fue entre leves palmas.
Con el cuarto, José María Hermosillo unas veces muy centrado y otras revolucionado. Para inicio verónicas y chicuelinas rápidas y sin ritmo, en varas el astado cumplió. De muleta el novillero tuvo aciertos al doblarse con el astado para sacarlo de tablas y rematarlo por alto en un largo y brillante pase de pecho. Por derecha fueron lentos los muletazos, dándole tela a los belfos, reponiendo lo justo y bajándole la mano para cosechar olés sentidos. Por naturales lo intentó, dejó una buena tanda pero en definitiva no era el camino adecuado. Regresó a la diestra y ahí se perdió el enfoque, prosiguieron tandas aceleradas y molestadas por el viento, otra vez por el izquierdo y la misma historia, aquello que había encantado decreció de emoción por la rapidez y falta de cuadratura para consolidar la labor. Lo despachó de entera muy caída y tendida y la noble afición pidió la oreja que finalmente fue concedida.
Es aquí donde entra el dilema de premiar o no una labor donde hubo sabores y sin sabores que fue coronada con una defectuosa estocada y para el novillo un arrastre lento incomprensible.
Es aquí donde el juez debe imponer criterios (a pesar de que sabemos que la afición otorga la primera oreja) pero, ante el cúmulo de rostros jóvenes en los tendidos es necesario fomentar juicios de valor, para orientar el cuándo sí y cuándo no, el porqué y el cómo pedir y juzgar el valor de una oreja en la San Marcos, ¡Que no es cualquier cosa!.
Porque si se hace para “impulsar carreras e ilusiones novilleriles” se corre el riesgo de que los jóvenes coletas se auto complazcan creyéndose la panacea del toreo y dejen de crecer, se suban al ladrillo y adiós… los perdemos en esa vorágine de muchos elogios y poca exigencia.
Otro que anduvo unas si y otras no fue Héctor Gutiérrez, que prácticamente desapareció en sus dos primeras actuaciones y hubo que regalar un séptimo para sacarse la espinita. A su primero lo recibió de rodillas frente a tablas y vaya golpazo que se llevó en el rostro, tanto que hizo correr la sangre de su nariz y a pesar de ello continuó en pos de triunfo, pero éste no llegó.
Muy complicado fue este segundo de la tarde, siempre con embestidas hacia el cielo y sin permitirle hacer mejor labor, el joven hidrocálido aguantó parones, miradas y arreones. Nada más que voluntad y a otra cosa, mal con el acero hasta escuchar un aviso y retirarse entre leves palmas.
Su segundo fue otro bien presentado de Lebrija, pero que tras la puya dobló las extremidades. Gutiérrez consiguió algunos muletazos de extensión sin conectar del todo con el tendido. El novillo tenía cierto recorrido y muchas embestidas gracias a ello prosiguió por derecha bajándole la mano pero sin conseguir la limpieza en los trazos y si exceso de poses. Por izquierda dudillas en la cara del novillo, lo demás sin estructura, sin ritmo y sin sentirlo. Pinchazo y estocada entera y trasera. Mal el puntillero que levantó a éste y a varios astados más. Gutiérrez se retiró primero entre palmillas, luego algunos lo invitaron a saludar en el tercio y de la nada el joven se dio la vuelta al ruedo, la cual fue gélida como el viento de esta noche de noviembre.
Y como no quería irse sin el triunfo, Gutiérrez regaló un séptimo de la misma ganadería y con éste ¡Oh qué cambio señores! Volvió el novillero que hemos visto en otras ocasiones, asentado, templado y elegante. Desde los lances con la capa a pies juntos y remates de esencia torera, luego de la vara luciéndose con el percal. Llegado el último tercio se fue a los medios y ahí vinieron dos cambiados por la espalda de valía rematados por alto. Por derecha tandas largas y lentas, que por fin despertaron al verdadero aficionado. Por naturales también hubo momentos intensos, bajándole la mano y corriéndola suevamente. Emoción y aguante, puesto que el novillo se quedaba cortó, Gutiérrez, aguantaba hasta completar el muletazo y hacer estallar a la afición, haciéndolos vivir lo mejor de la tarde.
Al final tanto el astado como la emotividad bajaron de ímpetu, desplantes toreros en la cara y por la espada. El novillero falló con el acero y todo quedó en palmas de reconocimiento.
Quien venía precedido de triunfos importantes era el potosino Ricardo de Santiago, pero esta vez Aguascalientes no se le dio. Vimos a un novillero dispuesto, con deseo y al mismo tiempo sin asentamiento ni control.
Con su primero bien presentado tuvo detalles con la capa, el astado desde un principio fue distraído y no atendió a los llamados. Luego de que el novillo recibiera poca vara, el joven De Santiago se vio versátil y acertado en banderillas, domina el segundo tercio, tiene sentido del espectáculo y eso hay que reconocerlo, bien con los palitroques recibiendo las ovaciones. De muleta el inicio fue interesante, puesto que el astado se fue rápidamente a su querencia natural y el novillero asistió al sitio para sacarlo con doblones toreros hacia los medios, sin librarse de un susto que no pasó a mayores. Ya situado donde pesan los toros, cobró una tanda por derecha sin mucho temple, el novillo era complicado y pedía muleta de dominio, pero no fue así.
Por izquierda sin mando y ya muy parado el novillo, el joven coleta no se libró de que lo alzara por los aires, afortunadamente sin pasar del susto. Voluntad en general del potosino y mal en el uso de los aceros. Leves palmas.
Al último de lidia ordinaria, De Santiago lo recibió con dos largas afaroladas de rodillas y luego de la breve puya, se echó el capote a las espaldas para lucirse por caleserinas. Nuevamente cubrió muy bien el tercio de banderillas, llevándose las palmas. Por bajo inició el tercio final, llevándoselo a los medios, por derecha firme al inicio, luego llegaron las incógnitas a su muleta, el astado exigía, formulaba las cuestiones, pedía más, pero el joven sin parar de pies no le dio respuestas contundentes. Fueron más voces y pucheros que efectividad y asertividad. Mal con la espada y el frío silencio.
Mención aparte merece el joven aspirante a banderillero Christian Martell que saludó en el tercio en dos ocasiones tras dejar pares en lo alto, pero no sólo eso, Martell es un capote atento, presto y bien colocado, habrá que seguirle los pasos.
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