Crónicas

En Aguascalientes… Payo, la única verdad de una tarde de fiesta simulada

Media entrada en la Monumental de Aguascalientes, tarde fría y de viento. Corrida del 443 Aniversario de la fundación de la ciudad. Se lidiaron tres astados de la ganadería De la Mora: primero, bien presentado, de mal juego. Segundo, de escasa presentación débil y soso. Tercero, bien presentado, bueno que recibió un arrastre lento un tanto exagerado. Cuatro de San Isidro, tres de lidia ordinaria y uno de regalo muy escasos de trapío, que fueron mansos y débiles. Otro de regalo de Refugio Peña, también justillo de presencia y manso perdido.

Antonio Ferrera: División de opiniones en su lote y al tercio en el de regalo.

Joselito Adame: Palmas en su lote y silencio en el de regalo.

Octavio García El Payo: Dos orejas y al tercio.

Detalles:

Sale en hombros El Payo.

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La “fiesta brava” vive una realidad simulada.  Sí, cual Show de Truman, la manipulación de la verdad sirve para conseguir un espectáculo que encante a las masas, y que se sobrelleve como si lo presentado fuera lo único existente, lo correcto, lo que debe ser.

Lo triste es que la gran mayoría de la “afición” que acudió hoy a La Monumental asume que la fiesta que vivimos es “el gran espectáculo”, hoy muchos salieron felices de la plaza, encandilados por un maravilloso juego de luces y mariachis, olvidándose que acababan de ver un largo y tedioso desfile de mansos, que, por cierto, omitieron protestar por sus escasas carnes.

Pero si analizamos el punto, quizá ni cuenta se dieron de los hechos, pues ellos lo asumen como verdad y no saben distinguir lo real de lo ficticio, la bravura de la mansedumbre, el trapío de lo impresentable, pisar los terrenos del toro y arquear el cuerpo, imponerse y sólo aprovechar el viaje, toreros verdad y figuras del marketing.

Así las cosas, vimos a un Antonio Ferrera que por momentos dibujó destellos de torería y otros haciéndonos pensar que tiene demasiado como para mostrar tan poco. Su primero apenas cumplió en los piqueros y Ferrera comenzó el tercio final por bajo, sacándolo de los tercios aguantando embestidas complicadas, aunque llegaba la desesperación a su rostro, volvía a la carga para someterlo de manera inteligente y extraerle pases por bajo.

Dándole su tiempo y espacio, acallando las notas musicales de las alturas y toreando por izquierda en una tanda que fue larga y sentida, pero de lo bueno poco, lo demás fue una labor eslabonada con pases a prudente distancia, sin lograr los olés secos y profundos respondientes a momentos de conexión plena.

Al entrar a matar dejó varios intentos fallidos, saliéndose de la suerte y finalmente dejar una estocada entera muy caída para decir adiós entre una marcada división de opiniones.

La misma historia de triste y desesperante mansedumbre con su segundo de San Isidro, al que poco o nada pudo hacerle, brevísima puya, cuando tomó la muleta, el viento se impuso y aunque intentó por ambos lados no hubo colaboración. Otra vez el manejo de la espada en su contra y a irse entre la división de opiniones.

Regaló uno de San Isidro de poca presentación, soso y sin transmisión que sólo alargó la agonía, detalles toreros al bregar al astado para que recibiera muy poco castigo en varas. Lo probó luego del piquero lanceando sabrosamente a pies juntos y el remate con media fue de lo poco brillante de la tarde.

Con la muleta algunos detalles por izquierda estrellándose finalmente con la exagerada debilidad del astado. Voluntad y a otra cosa, entera caída para saludar en el tercio.

José Adame se enfrentó en primera instancia a un astado de muy poca presencia, en un principio hubo protestas, pero que no llegaron a despertar las conciencias. Éste de De la Mora, fue débil y apenas recargó en el peto. Adame, lanceó a pies juntos, pero sin la respuesta idónea. Por alto tomado de las tablas comenzó su labor muleteril, firme y sobrio, pero la debilidad del astado le impidió ir por más. Voluntad de parte del hidrocálido, destacó una tanda por derecha relajada y el remate mirando al tendido.

Pero cuando íbamos comprándole la faena, justo cuando se pensaba que José se impondría, le ganó la prisa y a embarullarse de toro, tomándose de los cuartos traseros ante las protestas de unos pocos, algunos desplantes para la galera, abaniqueo de pitón a pitón y punto final. Mal con la espada, varios pinchazos y escuchar las palmas.

El segundo se su lote fue desesperante, un manso y débil que daba pena. Destacó José con las largas afaroladas de rodillas al hilo de tablas, recibió poquita vara, no vaya a ser que le vaya a ir la bravura por el hoyo. De muleta sin emplearse, otra vez fallas con la espada dejando entera muy caída. Se retiró entre palmas de consuelo.

El de regalo fue de Refugio Peña, de presencia austera, otro que almacenaremos en el cerebro como “cosas que no trascenderán para el recuerdo”, debilidad extrema, José en la querencia natural queriendo hacerlo pasar, la mansedumbre en su máxima expresión y la gente queriendo música para alegrar el momento, en todo menos atento a lo que pasa en el ruedo. Mal con las espadas y sin más. Silencio.

Octavio García El Payo ha sido el único en la tarde que dejó entrever a la “maleable afición” que hay algo más allá de lo que quieren hacerles creer. Payo vive un momento de lucidez taurina, de madurez humana que no se ocupa en exigir dádivas sino en dar lo que tiene dentro. Así lo mostró en la faena a Volcán, el astado de De la Mora, que fue un buen toro, al que hubo que meter a las telas poco a poco.

Desde la capa se olió la solera que últimamente impregna al Payo, detallazos toreros después de la brega en donde el astado cumplió.  Parsimonia en sus pasos al dirigirse a centro del ruedo y brindar al cielo, al amigo, al hermano hidrocálido que se le fue, vaya momento emotivo en memoria del finado torero Mario Aguilar. Tomando la muleta en la diestra, firme y por bajo se lo llevó de tercios a medios, luego siguiendo por ese lado le dejó la muleta en los belfos para completar una tanda y el remate por alto. Otra larga y sentida tanda por derecha que hizo abrir los ojos a la afición, sereno y nuevamente bajándole la mano llevándolo por el camino de la emoción.

Por izquierda hubo constancia en la embestida, tandas por ese lado acelerando el ritmo debo decirlo, enredándose un tanto haciendo que la afición decreciera en olés y comunicación. El astado terminó rascando la arena, mató de estocada entera, trasera y tendida para que en un principio el juez otorgara una oreja, hubo petición de la segunda, se concedió y fue contraproducente ya que levantó las protestas y El Payo prefirió dar la vuelta al ruedo sin los trofeos.  Para el astado un arrastre lento exagerado que dividió las opiniones.

Con su segundo El Payo se vio esforzado, complicada fue la situación planteada por el de San Isidro, otro que se unió al club de los justillos de presencia y malos de juego. Lo despachó pronto de entera tendida y la gente lo invitó a saludar en el tercio.

Al final del festejo, El Payo abandonó el coso en hombros,  pero antes  siquiera de que los toreros abandonaran el ruedo, salieron a escena técnicos de sonido que invadieron el redondel para colocar bocinas y micrófonos puesto que el show posterior estaba planeado y los cantores debían aparecer antes de que huyeran los obedientes de los tendidos. Todo esto, manchó la salida en hombros de El Payo que tuvo que dar la vuelta en hombros entre toda la parafernalia montada.

Triste es que se dé más importancia a los “pequeños detalles” que al verdadero esfuerzo de un torero, pero…

¡Cuidado!

Recuerden que en cualquier momento esa masa contenta, ingenua, gritona y aplaudidora, que acepta dócil todo lo que se le ofrece, esa que ocupa fiel los tendidos una tarde sí y otra también,  pueden darse cuenta del montaje  y despierten del letargo y exijan profesionalismo a los profesionales, y protesten la poca presencia y la falta de bravura y les caiga un foco del cielo, y les entren las dudas, y quizá comiencen a preguntarse el porqué de los engaños, y se cansen de pan con lo mismo y hartos de tanta mentira un día decidan subirse a un barco e intenten huir y se den cuenta que su bello horizonte es de papel, entonces encuentren la puerta de salida y se dirijan a ella y en ese momento  aunque las voces supremas, los mandamases de la fiesta les llamen… ya no querrán volver. Es cuando esa afición les dirá sin miedo y con ironía:

“En caso de que no los vea: ¡Buenos días, buenas tardes y buenas noches!” giren hacia la puerta de salida y se vayan.

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@AnaDelgado28 

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