En Salamanca… El león de Ledesma vuelve a rugir
Salamanca (España). Sábado 15 de Septiembre. Media entrada en tarde veraniega. Se lidiaron toros del Puerto de San Lorenzo, el quinto fue sustituido por uno de la ganadería titular. En general de buena presencia, con romana –bajó el lidiado en tercer lugar, más escurrido-, escasos de fuerzas y faltos de raza, excepto el segundo y cuarto, más encastados.
Juan José Padilla: Silencio y oreja tras aviso.
Domingo López Chaves: Oreja y oreja tras aviso.
Luis David Adame: Silencio y silencio.
Detalles:
Antes de comenzar el festejo, López Chaves fue agasajado en el XX aniversario de su alternativa y Padilla fue obligado a saludar.
El Legionario realizó una gran suerte de varas al segundo.
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Abrió el portón de cuadrillas a la hora en punto y la barrera de capotes de Juan Carlos Martín Aparicio también estaba vacía, ausente de un gran aficionado y de un escritor taurino que se aferra a la vida en su finca de Fuenterroble, desde donde se asoma a la ventana para emocionarse con las puesta de sol de su querido Campo Charro.
Allí se apoya en la mesa rebobinando tantos recuerdos de una vida donde plasmó la Fiesta con deleite, al igual que lo supo hacer con nuestras tradiciones charras.
Quien cantó a mayorales, vaqueros o pigorros. O quien plasmó la belleza del toro con la pasión de un aficionado digno y siempre cabal para saber ver como pocos los los misterios que encierra una corrida.
Ese Juan Carlos, que tanto echamos de menos y que cualquier día de estos iré a visitar para decirle que tenía razón en tantas cosas que predijo sobre los nublados de nuestra Fiesta.
Ahora, cuando la gente del campo ya espera el final de la feria y mira a las cielos esperando que las deseadas aguas que atemperen la tierra y traigan otro lujo de otoñada, porque a estas alturas ya no ‘mela’ la bellota, Juan Carlos Martín Aparicio, el querido Juan Carlos, espera desde su trono de Fuenterroble y rodeado de sus apuntes saber qué ha ocurrido en su plaza de La Glorieta.
Y cómo han embestido las corridas, donde seguro que se llevaría un alegrón por su amigo Juan Ignacio, el de Montalvo. Porque a estas alturas, cuando ya se ha regresado de la trinchera de la lucha, únicamente ya sólo alimentan las alegrías.
Mientras su barrera de capotes está vacía, pero muy presente la maestría y amistad, con la pena de ver cómo la gente no acaba de engancharse a la feria, comenzó la corrida con El Puerto de San Lorenzo de protagonista y un cartel muy de botica –porque había de todo- con la ilusión de volver a ver otra vez a López Chaves, el ledesmino que se supo ganar el respeto y volvía para conmemorar el veinte aniversario de alternativa, en un homenaje compartido por Juan José Padilla.
Por ese Padilla –que pasó de ser el ciclón de Jerez al pirata- y anda estos meses besando las arenas de todas las plazas para anunciar que cuelga el chispeante de luces. Como si fuera un ‘pura sangre’, que ya ha exprimido al máximo una carrera herrada a sangre y valor.
Llegó con su aspecto decimonónico, el ritual de seriedad y buscando salir airoso de su última tarde en Salamanca, con un público muy entregado a él y un montón de chavales jaleándole sus movimientos, aunque realmente el actual Padilla esté tan lejos de sus mejores tiempos.
Y mal ha estado en su primero, un toro cuajado que salió suelto y al final pudo meterlo en el capote para darle cuatro verónicas y una media, antes de llevarlo a caballo donde se despachó con un puyazo. Con ese monopuyazo, que ya es habitual en una tierra que cría tantos toros en sus provincia y, sin embargo, su afición desconoce cómo se mide la bravura, ni es capaz de exigir una segunda y necesaria vara, además de tener una autoridad vendida al triunfalismo.
Cambiado el tercio y dejando a sus hombres banderillear cogió la muleta y enseguida sufrió una seria colada por el pitón derecho; a partir de ahí, Padilla, desconfiado y sin entregarse, pronto desistió y se fue a por la espada.
En el cuarto no logró entusiasmar hasta un quite, realizado tras sacar al toro del caballo, al que se había arrancado con alegría. En ese sí clavó banderillas y aunque marró en el primer par se lució en el segundo y un tercero al violín, ya con la gente muy entregada.
Tras brindar al público comenzó su faena de rodillas, junto a las tablas para mostrarse animoso y con ganas en un trasteo decoroso a un toro noble, aunque un tanto frío al principio, mientras la gente estaba mas pendiente de los adornos y desplantes que del toreo fundamental.
Lo premiaron con una oreja y hasta le pidieron la segunda, pero el presidente, en esta ocasión, supo sujetar las riendas de la equidad.
Era un día muy especial para López Chaves, aquel león de Ledesma que tanto rugió y regresaba al escenario que lo vio triunfar numerosas tardes y, además de la recordada alternativa.
Al final se alzó en protagonista y lo hizo con mucha verdad. En su primero firmó una faena larga, marcada por la decisión y el poso de la veteranía, con mucho sitio y tiempos acompasados en la grata sorpresa del reencuentro.
El quinto, que era el sobrero al ser devuelto el titular, López Chaves brindó al público un trasteo basado en la decisión ante un toro de poca condición y que embistió con un molesto calamocheo. Por eso hubo de tragarle en una larga faena donde estuvo muy por encima de las pocas condiciones del toro.
Y el garbanzo negro del cartel fue Luis David Adame, quien frente al tercero –un toro más escurrido de carnes, bizco del pitón izquierdo y de capa salpicada- lo cogió sin consecuencias formándose una capea y donde el toro, que fue llevado hacia un burladero a punta de capote, desarmó varias tablas en un derrote.
Repuesto Adame volvió, aunque sin lograr entusiasmar en un largo trasteo que no convenció. Y tampoco en el ‘cierra plaza’, muy bien presentado, pero con escasa fuerza, donde estuvo a merced de la condición del toro.
Y con el éxito de López Chaves que lo sacaban en volandas ya con las primeras sombras del crespúsculo anunciando la noche salmantina, abandonamos La Glorieta, donde antes volvimos a observar la barrera vacía del gran Juan Carlos Martín Aparicio, un amigo por quien brindamos para que vuelva a seguir enseñando su maestría.
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