En Tovar… Pocos destellos de interés en la novillada de apertura ferial tovareña
Plaza de Toros Coliseo El Llano de Tovar. Novillada de la Feria de la Virgen de Regla 2018. Con poco más de un tercio de plaza (aproximadamente 1700 personas) en noche agradable de temperatura, se han lidiado novillos terciados en cuanto a trapío de la ganadería Los Aranguez (Jesús Riera), destacando por su nobleza los corridos en 1º y 2º lugar, el resto, a menos, sin humillar y aquerenciándose.
Gabriel Vivas: Silencio tras dos avisos.
Reimer Arellano El Plata: Palmas tras dos avisos.
Cleiderman Méndez El Moro: Saludo desde el tercio.
José Gutiérrez: Silencio tras aviso.
Luis Rosales: Palmas tras dos avisos.
Rodrigo González: Silencio tras los tres avisos.
Detalles:
Destacaron en la brega Eduardo Graterol y en las banderillas Ramón Contreras, Genry Belandria Piedrita y en la vara Rene Quintana.
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La primera función taurina de la edición 2018 de la feria en honor a la Virgen de Regla, celebrada este jueves 6 de Septiembre, se ha saldado con un pobre balance artístico de sólo un saludo desde el tercio para el más dispuesto y entregado espada del festejo, como lo fue el joven local Cleiderman Méndez El Moro, quien sin contar opciones claras de lucimiento, por lo menos dejó en evidencia sus deseos y ambiciones como torero, además de andar certero con el acero, al contrario del resto de la jornada donde transcurrió entre los reiterados fallos con las espadas, así como una evidente inexperiencia con ejemplares quienes así mismo poco dieron de sí ante las movidas telas de los señalados coletas.
Fue en el tercero de la noche donde El Moro se jactaría de dejar los muletazos más sentidos de la novillada, a pesar de la sosa e insulsa embestida de la res que pechó. Valieron más sus ganas, compostura delante de los pitones y deseos, para al final, premiársele con justicia con las palmas en el saludo desde el tercio que se prodigó, donde incluso pudo haberse permitido la vuelta al ruedo sin discusión alguna.
Fueron los dos primeros astados de Los Aranguez los más claros para el toreo, el que abrió plaza a cargo de un desconfiado y poco resolutivo Gabriel Vivas, para quien se le notó su desconfianza con las nobles, pastueñas y dulces embestidas por el pitón derecho del utrero. Además de sus reiterados fallos con el acero, dejaron barato su saldo artístico.
Similares cotas se vieron con el más asentado Reimer Arellano El Plata, en especial en el manejo de la pañosa por la mano zurda, donde se deleitó en hacer pasar al astado en largos muletazos, inconexos en el conjunto de la obra, pero de gran expresión en el tendido, rematados con inspirados molinetes o trincherazos. Más irregular fue su labor por la diestra, lo que bajo enteros con el acero para al final ser silenciado tras dos avisos.
El resto de los actuantes, en este caso los jóvenes coletas José Gutiérrez, Luis Rosales y del novillero peruano Rodrigo González pasaron por el ruedo del Coliseo sin mucha trascendencia luego de labores donde su poco rodaje en el caso de los dos primeros así como la desordenada y tosca labor del tercero se vieron eclipsadas por el mal uso de los aceros, lo que hizo que la función se dilatara más de la cuenta.
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