Crónicas

En Huelva… Morante y David de Miranda por la Puerta Grande

Huelva. Viernes 3 de agosto. Segunda de la Feria de Colombinas. Seis toros de Juan Pedro Domecq y Diez, desiguales en el juego, destacando el cuarto de la tarde. Tres cuartos de plaza.

Morante de la Puebla: Morante de la Puebla.

José María Manzanares: Silencio y ovación con saludos.

David de Miranda: Dos orejas y silencio.

Detalles:

David de Miranda reaparecía tras un año en el dique seco por una cogida en Toro (Zamora).

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Por resumir, y sobre la mesa, tenemos todos los condimentos necesarios para que los comensales salgan chupándose los dedos, una ganadería de las que gustan a las figuras y a los aficionados de estos lares, la genialidad del que está tocado por Dios para ser un mito, la elegancia de al que le sobra por los cuatros costados y hambre del que tiene la necesidad de pegar un golpetazo en la mesa.

Pronto comenzó el de La Puebla del Río a calentar los fogones onubenses al compás de un medido toreo a la verónica, que hizo al coso de la Merced subir aún más la temperatura. El problema fue cuando ya con la muleta en la mano el de Juan Pedro evidenció la falta de gas… Y ya se sabe que en esto de los fogones sin gas poco se puede hacer. Lo de menos fue ya lo errático del cigarrero con los aceros. Gran bronca al morlaco en el arrastre. Silencio.

Con el segundo de su lote volvía Morante a entusiasmar a los tendidos, esta vez con un toreo variado y expontaneo que remataba el cigarrero cogiendo las banderillas para ponerle un poco de pique al guiso, ejecutó con total ortodoxia, la suerte de forma ajustada incluso teniendo algún apuro por no querer coger el olivo. Comenzó el de la Puebla homenajeando a otro grande de esto y se echó a la izquierda el cartucho del pescado. Lo cierto es que cuando Morante torea, lo hace con todo su cuerpo, desde los pies hasta la coleta todo es una sinfonía en movimiento, donde sobran arte, temple y pureza. Toreó al natural el cigarrero con enorme gusto, por la derecha se mostró poderoso y para terminar otro cartucho de pescado, por Pepe Luis, para pasaportar de un gran espadazo. Palmas al toro en el arrastre y dos orejas.

No le exigió con el capote José María Manzanares al segundo de su lote y quizás por ello, el animal no evidenció las lesiones que dejó ver cuando el alicantino cogió los trapos colorados, se pasó el animal más tiempo en el suelo que embistiendo. Total, que hemos cambiado la bombona y la hemos pagado y no nos ha servido de nada. Pitos al toro en el arrastre. Silencio.

Al quinto de la tarde lo recibía Manzanares con las manoletinas fuertemente clavadas al suelo y la barbilla hincada en el pecho, sin abusar del capote dejó varias tandas para el recuerdo antes que Furtivo descavalgase a Chocolate en el testimonial puyazo. Estuvo el alincantino con un empaque exacerbado explotando el pitón izquierdo del Juan Pedro; por el derecho, por donde el animal protestaba en cada embestida, se mostró poderoso sometiendo al animal hasta doblegarlo. Y lo terminó toreando por allí, por donde toriles. Tras escuchar un aviso, estocada que hacía guardia y estocada completa.

Ya con Principe en el ruedo david de Miranda volvía a poner en marcha los fogones, echándose el capote a la espalda en los medios para ofrecer una tanda de gallardía y sobrada torería. Por saltilleras se inventó un quite, de esos que la física no sabe explicar y ya por entonces la cocina, por fin, al rojo vivo. Salía a los medios David de Miranda para decirle a los comensales, que comer comían, y por estatuarios comenzaba a la altura del tercio para rematar con uno de pecho, de esos que son interminables por la largura y la templanza. Estuvo elegante toreando con profundidad mientras el Juan Pedro pasaba en sus embestidas, como el fuelle se le terminó pronto, tiró de valentía para torear allí donde las puntas te arañan, en esos terrenos derrochó naturales, derechazos y circulares invertidos, para rematar la faena por ajustadas manoletinas. Pasaportó de gran estocada. División de opiniones al toro y dos orejas.

Ya con el cierraplaza volvía Davis de Miranda a mostrarse dispuesto, construyó la faena a base de naturales en los medios. La mala condición del astado impedía la ligazón en la faena, a pesar de ello el onubense estuvo firme intentándolo a derechas e izquierda. Ejecutó a la perfección la suerte suprema, estocada y descabello. Bronca al toro en el arrastre y silencio.

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