En Madrid… No convenció nada de la tarde de hoy
Las Ventas. 14 de mayo de 2018. Septimo festejo de abono. Tres cuartos de entrada. Toros de Las Ramblas, el cuarto bis de José Cruz . Los toros fueron mansos, descastados, y les faltó fuerza, observándose un elevado peso que los llevaba a estar fuera de tipo; el cuarto fue un manso de solemnidad que no quiso atender a ninguno de los capotes, por lo cual tuvo que ser devuelto.
David Mora: Ovación y silencio.
Juan del Álamo: Ovación y silencio.
José Garrido: Silencio y silencio.
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El primero de la tarde para Mora, salió muy despistado desde los inicios. No arreó con fuerza al caballo y le costaba moverse durante la lidia. Conviene remarcar que pesó 600 kilos, y durante los primeros tercios semejante mole anduvo con pesadez y poco brío. El astado en general, lleva la cara alta, y dificulta el tercio de banderillas. En la faena, David Mora no llegó al tendido con sus muletazos. Mas tarde liga una tanda con la mano diestra con la que comienza realmente su faena. El toro apenas se mueve, y David Mora intentó poner de su parte para sacar lo poco que había, pero la repetición era escasa y la ligazón se tornó como imposible. Únicamente una tanda al final del tercio, con la mano derecha, levantó Las Palmas del tendido. Estocada entera.
El cuarto de la tarde, fue devuelto porque huía del capoto y solo mostró querencia. En su lugar salió un sobrero de José Cruz, que tras ser pitado al inicio de la lidia, se empleó en la capa. Ovacionados fueron en banderillas los banderilleros de David Mora, el cual, rodilla en tierra comenzó su faena entre vítores. El reservón astado, una vez entendía el engaño, corría con celo hacia el. Con movilidad pero sin bravura, se lució el toro, y con él el diestro, quien le dio pases de calidad muy templados por ambas manos. David Mora puso de su parte, pero conectó de forma discontinua con el tendido. Escuchó el primer aviso. Pinchazo y media estocada, tras la que tuvo que descabellar.
El segundo de la tarde, para Juan del Álamo, embistió algo mejor al caballo, aunque fue con la cara a media altura. Jarocho se desmonteró tras poner dos espléndidos pares de banderillas. Comenzó la faena el torero doblándose en los terrenos del 10, para más tarde llevárselo al centro del ruedo. Rápidamente se vio que el derecho era su pitón, pues por el izquierdo cabeceó en demasía. Juan del Álamo intentó exprimirlo por ahí, exceptuando algunas tandas al natural pero sin mucha emoción. Se rajó el astado y poco más se le pudo sacar. Estocada entera tras escuchar el primer aviso.
El segundo de su lote, que salió suelto también, fue picado en ambos caballos, y la lidia fue un poco desordenada. Tomó la muleta Juan del Álamo para intentar dar todo de sí, pero en los inicios las opciones eran pocas. Con la mano derecha comenzó a darle pases, pero sin ligazón ni ritmo. Hubo poca conexión con el tendido, y la emoción brilló por su ausencia. A pesar de los intentos del diestro, la faena no tuvo consistencia. Se fue a por la espada y murió de forma rápida.
Jose Garrido recibió al tercero de la tarde, el cual se movía poco y salió desentendido de la lidia. En el caballo arreó con poca fuerza. Pasó sin pena ni gloria en el tercio de banderillas, y además la cuadrilla sólo pudo ponerle cuatro de ellas. Durante los compases de la faena, el toro se arrancó poco, y embistió con poca clase y raza. Le falto repetición al astado. Garrido con conectó con el tendido, y unido a la escasa calidad de la materia prima, se sembró el aburrimiento entre el exigente público venteño. Escuchó el primer aviso, tras una media estocada, para más tarde darle una estocada entera.
El último de la tarde, pasó sin pena ni gloria en la lidia. Jose Garrido, en general con los astados de su lote, no gozó del apoyo de los aficionados, pues cuando daba capotazos o muletazos de calidad considerable, el público no se inmutaba. Con la derecha, como con la izquierda, dio pases pero no toreó. Solo destellos. El público se enfrió en la faena, y el ritmo, al no existir, hizo que la faena cayera en el olvido, pues no hubo nada en ella que mereciese la pena. La actitud del diestro fue lo más destacable de su comparecencia.
En resumidas cuentas, hemos visto una tarde de toros en la que los astados, muy entrados en carnes y de elevado peso, no dieron juego ni dejaron bravura en el ruedo madrileño. Se escucharon dos ovaciones, pero la tarde fue a menos. Se reclaman toros en Madrid, se reclama bravura en Madrid. ¡Viva la Fiesta!
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