En Aguascalientes… Castella, ubicación dominio; Macías cornada de tres trayectorias
Más de media entrada en la Monumental de Aguascalientes, séptimo festejo de la Feria en honor al evangelista San Marcos, se lidió un encierro de La Joya desiguales en presentación y juego. Hubo un arrastre lento para el segundo de la tarde y una vuelta al ruedo de más para el quinto del festejo.
Sebastián Castella: Oreja, oreja y al tercio en el que lidió por Macías
Arturo Macías: División de opiniones y cornada
Sergio Flores: Silencio, palmas y palmas en el de regalo
Detalles:
Arturo Macías recibió una cornada en la parte posterior del muslo derecho de tres trayectorias de 20 cm, 15 cm y 15 cm de las llamadas limpias.
Castella a pesar de ganarse la salida en hombros, salió por su propio pie por respeto al torero caído.
Gustavo Campos y Diego Martínez saludaron en el tercio luego de soberbios pares de banderillas.
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Sebastián Castella esta tarde le tocó las puertas al dominio y éste le abrió. Seguramente las calles de Béziers murmuran a su paso: -“Mira, ahí va un torero”- y vaya que tienen la razón, Castella por donde quiera que pasa deja su huella, con ese estilo tan fino y personal, hoy aparte de la elegancia que le caracteriza existió el poder en su muleta, ante astados que no eran simples carretones, como últimamente en México se gusta de torear, no, los de la Joya exigieron, no perdonaron errores, ni dudas ni teatralidades y Castella estuvo ahí para plantarles cara.
A su primero, un astado bien presentado y que recibió poca vara lo pasó de muleta por alto, cuidando que no doblara los remos delanteros, por izquierda pases tersos y de verdadero aguante, de cercanías mínimas, asustando de valiente. Voluntad, tersura y valor fueron las características de esta su primera labor, con las zapatillas sembradas en la arena, cual semilla que será el origen del roble, adornos en la cara del toro y mató de entera trasera y caída de efectos tardíos, le sonaron un aviso y al final la gente pidió la oreja que paseó por el ruedo.
Hermoso era el castaño que hizo cuarto del festejo, hermoso pero complicado puesto que salió con sus reservas al ruedo, escupiéndose en dos ocasiones del encuentro con el piquero y de muleta suave y por alto lo saludó el francés, la embestida descompuesta, dura que levantaba los pitones a la cúspide.
Prosiguió por naturales, haciendo ver lo difícil como fácil, un Castella sin ventajas, tomando la muleta desde el centro, sereno y dueño de un hilo invisible que hacía que el burel siguiera su muleta, a eso mágico que no se ve, a eso amigo aficionado se le llama dominio, saber someter a los astados y hacerte dueño y señor de las calles del buen toreo, de las avenidas de la verdad y de las glorietas del respeto a la profesión de ser matador de toros.
Un Castella dominante, dándose a torear en un palmo de terreno, en redondo, los cambios toreros de muleta para tirarse a matar entre el expectante silencio, dejando entera trasera y caidilla contra la que peleó hasta el final el burel, vendiendo cara su muerte, al final palmas para el de La Joya y oreja para Castella.
En el que lidió por Macías, Castella dijo: -“Aquí estoy”- ubicado en la difícil facilidad de mandar y ante toros de peligro en las astas, de los no fáciles, de los no noblotes que les gustan a las figuras, sino el de embestidas recias, con raza y con fiereza. Previo a que Castella tomara la muleta se acercó a los micrófonos radiales y brindó su actuación al torero herido, luego comenzó a bajarle la mano, pases tersos y bien dados.
Por izquierda el burel metía bien la cara aunque no paraba de mirarle los muslos y tirarle feos arreones. Lentos fue colocando los pases, uno a uno pudiendo, sin prisas, poderoso y cercano al peligro, pases en redondo y cambios por la espalda y las sensaciones de haber encontrado el domicilio correcto entre el poder y el temple.
Al final muletazos en redondo y el astado terminó por direccionarse a la querencia natural, Castella olvido el recato y tiró la muleta al piso, pero el mapa trazado se hizo pedazos al matar de horrible media traserísima que le impidió el corte de más premios.
El juez de plaza otorgó una vuelta al ruedo que sinceramente, el grueso del público ni siquiera notó, puesto que ni palmas, ni ovaciones a su paso, sólo cuando ya iba rumbo al patio de cuadrillas recibió algunas carretadas de aplausos, una vuelta un tanto norteada por parte de Rivera Río.
Hay tardes oscuras, cual noche triste; la de hoy fue eso para Arturo Macías que se enfrentó en primera instancia a un muy bien presentado toro de La Joya que tuvo buenas condiciones desde que se empleó en los primeros lances de capa, en varas cumplió y luego del encuentro con el piquero Macías estuvo correcto con el percal, dibujó una serie de quites que tiene muy hecho, una chicuelina, seguida de tafallera, calaserina y revolera que desgranaron los olés.
Macías brindó la muerte de este astado al cuerpo médico de plaza, quienes le atendieron el pasado noviembre cuando tuvo una grave cornada y quién lo diría minutos después nuevamente se estaría poniendo en sus manos. Al tomar la muleta comenzó por doblones sacándolo bien de las tablas y colocándolo en el centro del redondel, ahí le dio la primera tanda por derecha firme y larga, vinieron más por ese lado bien llevada y otras en las que el bello castaño le protestaba la muleta.
Prosiguió por ese lado tratando de meterlo al engaño, en un palmo y cuando todo hacía pensar que se desbordarían las pasiones, no fue así. Esta no fue la tarde de Macías, no la que esperaba la afición sobre todo luego de verle triunfar en la plaza México.
El de Aguascalientes prosiguió por el lado izquierdo, pero sin lograr acoplarse del todo, sin conseguir redondear la faena que todos, incluso él mismo seguramente esperaba. La gente comenzó a increparle y se tiró a matar dejando estocada entera. Para el astado el honor del arrastre lento y para el torero división de opiniones.
En el quinto otro buen toro de La Joya, Macías salió dispuesto a cambiar su rumbo, pero el infortunio hoy le quiso acompañar, se metió como hiedra en su traje de luces y cuando quitaba por gaoneras el astado le pisó el pie y Macías cayó al piso, metiéndole el pitón a las carnes, de inmediato comenzó a brotar la sangre y Macías fue llevado a la enfermería con un evidente rostro de dolor.
No salió a lidiar al toro puesto que de inmediato fue trasladado al hospital para ser intervenido quirúrgicamente, al momento del cierre de esta nota aún no hay un parte médico, aunque se indica que tiene una cornada de tres trayectorias una de 20 y dos d 15 cm.
Sergio Flores tuvo que pechar con la leña, con la candela pura en los pitones de su primero que fue brioso, fuerte y que remató en los burladeros e hizo sonar fuerte los estribos del montado. Sinodal exigente fue este de La Joya para Flores que de muleta estuvo batallando para meterlo a ella, duro y poderoso el burel que le puso las cosas cuesta arriba a Flores y terminó por no someterlo, pinchazo y estocada entera para irse en silencio.
El sexto del festejo no hizo honor a su bella presencia, sólo le dejó de recuerdo a Flores un fuerte golpe en el pecho del que salió ileso de milagro, hachazos peligrosos, mejor por otro rumbo y el torero ante ese imposible se tiró a matar dejando entera en buen sitio para escuchar palmas.
Regaló uno de la misma ganadería, pero este sin el trapío de sus hermanos, salió sin rematar, distraído y no atendiendo a las telas, a éste, Flores le fue construyendo una faena a base de inteligencia, se quedó en el justo sitió para sacarle los pases, comenzó por doblones y luego tandas por derecha reposadas y firmando con el de pecho, por naturales largos y de soltura, Flores le enseñó por dónde ir, le indicó el camino y aunque el viento comenzó a soplar el torero se impuso, pero todo se perdió al fallar con el acero y solamente escuchar palmas.
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