Crónicas

En Aguascalientes… Diego Emilio, fuego en lo alto

Casi tres cuartos de aforo en la Monumental hidrocálida, sexta corrida de la Feria de San Marcos 2018, concurso de ganaderías, 1ro de Rosas Viejas, bien presentado y manejable. 2do de San Fermín bien presentado y complicado. 3ro de Medina Ibarra, débil. 4to San Isidro, justo de presentación, malo. 5to de Puerta Grande, manejable, de más a menos, 6to de Cortina Pizarro, bueno que a la postre fue la ganadería triunfadora.

Israel Téllez: Palmas

Mario Aguilar: Palmas

Diego Sánchez: Al tercio

Nicolás Gutiérrez: Leves Palmas

Diego Emilio: Oreja

Javier Castro (que tomaba la alternativa): Al tercio.

Detalles:

Al final del festejo se le entregaron galardones a los dueños de la ganaderías de Cortina Pizarro y Diego Emilio.

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El cielo hidrocálido se iluminó esta noche de feria, la pirotecnia estalló de la parte superior de la Monumental embelleciendo el manto estelar, quiero pensar…permítame imaginar amigo lector, que la mecha que los encendió fue el fuego del corazón de Diego Emilio, quien esta tarde llegó dispuesto a triunfar sí o sí.

El último toro, el de Cortina Pizarro tenía deparado para el torero buenas embestidas para que diseñara una faena fina, sería, firme e inteligente. Diego Emilio fue el Diego Emilio que quiere ser, dejó atrás las sombras y las lágrimas derramadas en este mismo ruedo aquel claroscuro día de su alternativa y cual fuego artificial encendió su alma y se hizo brillar desde la penumbra para producir su propia luz.

El de Cortina Pizarro no se empleó de inmediato, en varas cumplió y luego por doblones el torero se lo llevó de tablas a medios, el astado tenía movilidad misma que Diego Emilio aprovechó embarcándolo poco a poco en su muleta, cuando los instrumentos musicales comenzaron a sonar, el torero pidió que callaran, acto que muchos les pasó de noche e insistían en que la música acompañara la faena.

Firme de zapatillas y de pensamientos, el torero fue tras las embestidas del de Cortina Pizarro que unas veces tardaba en arrancarse y otras reculaba.

El torero le bajó la mano, con la muleta cuadrada, sereno y con el corazón encendido se dio a torear por la diestra y rematar las tandas por alto haciendo emocionarse a la clientela. Molinete de rodillas y ya de pie otra vez a mano baja, dejándole la roja en los belfos, todo esto escenificándose en la querencia natural, los cambios de muleta toreros y de buen gusto, por izquierda también lo probó y el toro fue metiendo los pitones en la tela y Diego Emilio lo aprovechó rematando las tandas rodilla en tierra y de pie el de pecho, el torero asentía con la cabeza, le gustaba, le quemaban las yemas de los dedos asidos al estaquillador.

Fueron entonces cuando solitas llegaron las notas de la pelea de gallos, quedando el torero como eso, como torero y nunca como pedigüeño musical. Diego Emilio fue dueño de la escena, fue el torero y el actor al que le suceden cosas reales diría Orson Welles.

Le cambió los terrenos y se lo llevó a los medios, ahí muletazos tersos por derecha, el de pecho y el abaniqueo de pitón a pitón ante el incendio que había provocado en el tendido, se fue por todo y dejó pinchazo en lo alto que todos, absolutamente todos lamentaron. Luego se tiró a matar dejando estocada entera y así recibir una bien ganada oreja, su rostro lo decía todo al dar la vuelta al ruedo: vine a quedarme señores y a avivar mi fuego en lo alto.

Israel Télllez volvía valiente a la Monumental, luego de años de no pisar su ruedo vestido de luces, lo hizo ante un burel de San Fermín al que recibió con largas afaroladas de rodillas, el astado no fue fácil, había momentos que exigía poder en la muleta y hacía ver fuera de sitio al torero, otros muy lucidos como con las  banderillas y alguno que otro detalle esporádico. Mató de pinchazo arriba y media trasera para irse entre palmas.

Mario Aguilar tuvo enfrente a uno de Medina Ibarra, brioso, alegre de salida, aunque luego se tornó débil y complicado. Aguilar entre altas y bajas se llevó toda la labor, mal con la espada para que se retirara entre palmas.

Diego Sánchez es otro que lleva canela fina en las venas, pero esta vez no tuvo madera de donde crear esculturas vivientes, el de San Isidro era una caña que le hizo pasar momentos complicados. Lo despachó con pinchazo sin soltar y pinchazo hondo para quedarse con las leves palmas.

Nicolás Gutiérrez tuvo enfrente a un astado de Puerta Grande que de principio  ilusionó a muchos por su fijeza y alegría, cumplió en varas y posteriormente Gutiérrez tomó la muleta, el toro se le arrancó de largo, era pronto a los cites, pero el torero no encontró el temple en las primeras tandas y cuando ya lo había entendido fue demasiado tarde, el astado se vino a menos y por más de que insistió ya no había tela, mal con las espadas y leves palmas.

Quien tomó la alternativa sin pena ni gloria fue Javier Castro, que le quedaron a deber tal ceremonia en una tercia, en un cartel rematado ante plaza llena. Y no es por menospreciar a los coletas ni al público ni a las ganaderías, es simplemente por justicia y haber sido el triunfador de muchas temporadas novilleriles aquí y allá, pero al fin ese es otro tema y centrándonos en lo que hizo esta tarde.

De bonita lámina fue el de la alternativa de Rosas Viejas pero que tardó en fijarse en la muleta del hidrocálido, aparte fue débil y complicado, Castro intentó por todas sin tener suerte, hubo que conformarse con salir al tercio luego de finiquitarlo.

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@AnaDelgado28 

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