En la Monumental México… José María Hermosillo, se impuso a sus ejemplares
Con una entrada, aunque sigue siendo modesta, mejoró con relación a la previa en la Monumental Plaza de Toros México, en lo que ha sido la primera novillada con picadores del serial Soñadores de Gloria; se han lidiado novillos de Santo Tomás, fracción de Rancho Seco, por ello varios ejemplares lucieron el hierro de la ganadería madre. Han estado justos de presencia, todos tuvieron movilidad, y salvo los dos primeros que acudieron a los caballos, los demás no pelearon, aventando cornadas de manso. El que hizo cuarto fueron tan fuertes las cornadas que aventó arriba del peto, que el estribo del picador lo envió hacia arriba y fue a dar a la cara del piquero César Morales, quien resultó de inmediato conmocionado. Al tercero y sexto, que mansearon se les concedió indebidamente el arrastre lento. Al final, el joven ganadero a invitación de algunos gritones, salió a dar la vuelta al ruedo, deseamos por bien de su ganadería analice pormenorizadamente en autocrítica, el verdadero comportamiento que tuvieron cada uno de sus ejemplares.
André Lagravère El Galo: Oreja protestada y división.
José María Pastor: Silencio en ambos.
José María Hermosillo: Oreja con fuerte petición de la segunda y palmas.
Detalles:
El inútil buenazo de Chochito, ha ordenado dos arrastres lentos a novillos que no pelearon en caballos, doblaron contrarios, y el mérito ha sido de su novillero el haber llegado a buen puerto la faena; así mismo, tuvo el desatino de regalar descaradamente a, El Galo, una oreja inmerecida a todas luces, por no haber podido aprovechar a su buen ejemplar.
El banderillero Cristhian Sánchez, saludó en el tercio tras magníficos pares al tercero.
Parte médico de César Morales:
Durante la lidia del cuarto novillo el picador César Morales sufre aparatosa contusión en cara, perdiendo momentáneamente el estado de conciencia, fue estabilizado y trasladado para al hospital Ángeles Mocel para ser estudiado y descartar alguna fractura Máxilo facial. Dr. Rafael Vázquez Bayod. Jefe de los Servicios Médicos de la Plaza México.
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Desde mi punto de vista, en la vida es tan fácil, pero tan fácil equivocarse, que la gente habitualmente no se da cuenta y menos cuando los falsos elogios aparecen como océano interminable y no existe autocrítica.
Por ello, muchos se acaban perdiendo en la inmensidad de la nada, justo en eso pensaba, cuando vi que al final del festejo, el ganadero, Sergio Hernández Cossío, daba la vuelta porque algunos gritones oficiosos, le decían que saliera a eso; y supongo, que en ese momento, apareció el hilo invisible que puede conducir a la grandeza o llevar al extravío.
Si bien es cierto que los novillos de Santo Tomás tuvieron movilidad, eso no significa que hayan sido el sinónimo de la casta ni de la bravura, los dos primeros acudieron al caballo y cumplieron, mientras que los demás trataron de deshacer el encuentro, a tal grado llegó este comportamiento, que el cuarto, de tan violentas que han sido las cornada que asestó arriba del peto, aventó literalmente el estribo y fue a dar con toda la fuerza inaudita a la cara de, César Morales, quedando en ipso facto conmocionado.
Sí se entiende que ni El Galo ni el joven Pastor pudieron sacar partido a la movilidad de los astados que tuvieron frente a ellos.
Sobre todo El Galo quien en su primero vivió un momento tan similar como el del joven ganadero, cuando un grupo de sus amiguetes, comandado por elegante rubia que estuvo en barrera de sombra, exhibieron muchos pañuelos, y el buenazo de Chochito decidió -sin que existiera petición mayoritaria- regalar inmerecida oreja.
Si El Galo, no visita la autocrítica y se cree de las mentiras que seguramente deben estar llegando como oleaje interminable, seguramente también se perderá en el espacio.
Fue increíble ver que tan pronto le apretó su primero, no pudo saltar al callejón y se dio sendo guantazo con el piso de concreto; como increíble que no tuviera sentido de toreo, para demostrar con la facilidad que le dieron sus astados, que tiene algún porvenir en esta tan difícil profesión.
Quien nos dejó consternados fue el joven Pastor, el que posee muchas cualidades, y este día en cuestión no se hallaron por ninguna parte, hubo momentos que dio tantas pases que asfixió las buenas intenciones de los ahí reunidos, y acabó aburriendo por su anodina intervención.
Renglón aparte
Sí, en medio de este pequeño universo que pareció del nunca jamás, por tanto oropel y luces de fantasía que ofrecen los falsos elogios, apareció con reciedumbre, José María Hermosillo.
El joven Hermosillo, tuvo frente a él a dos astados mansos, que iban con la cara alta, que no pelearon en el caballo, que en ocasiones pretendieron huir de su engaño, y fueron sujetados justamente por la técnica, conocimiento y sentido del toreo que posee.
La primera faena fue un compendio de bien torear, y me recordó cuando la estaba estructurando, lo que les decía siempre a los que eran invitados a la ganadería del inolvidable Pepe Chafik, tan pronto los jóvenes comenzaban su faena de tienta y tenían al novillo, toro o vaca frente a ellos, les gritaba:
“¡La muleta puesta y dásela a comer!”.
Tan simple como siempre tener a la muleta preparada como su mejor defensa, y aventar la tela roja a la cara del astado sin dejarla de tapar su mirada, con el fin de irlo llevando, así el astado, no tiene otra opción más que seguir la tela roja y concretar el propósito de consumar una serie.
Así, justamente así, lo hizo, el joven Hermosillo, aventó su muleta a la cara del novillo, nunca le di opciones de ver a ninguna otra parte, y lo llevó sometido, por eso es que se produjeron series largas y sentidas con la mano diestra en su primero.
De esa forma el novillo, nunca pudo consumar su pretensión de salir de la muleta para buscar huir.
Porque como también decía el sabio de San Pepe Chafik, “… hay que adelantarse a las intensiones del toro”.
En este caso el joven Hermosillo, se adelantó a las intensiones mansescas del novillo, y consumó una faena de importantes alcances arquitectónicos, que rubricó con un espadazo trasero, pero como su propuesta había en verdad trascendido al espíritu de los diletantes taurinos, se exigió al unísono que se le concedieran dos orejas…
… dos orejas, porque el buenazo de Chochito, al haber regalado un inmerecido auricular a, El Galo, la gente percibió que siendo una faena infinitamente superior, debería haber sido premiada con dos orejas.
Al final, sólo llegó una, una oreja de auténtica valía que le acompañó a dar la vuelta al redondel entre el reconocimiento del respetable.
Similar situación vivió con el que cerró plaza, un novillo rajadillo, al que, el joven Hermosillo, metió en vereda utilizando los mismos procedimientos, primero pases por abajo, para dar paso a la mano diestra sin atosigar al burel tapándole la cara, y así no huyera, sino tuviera confianza; y la movilidad que tuvo fue bien aprovechada, tanto por el lado natural, así como con la derecha en trazos de pasmosa despaciosidad, convenciendo a todos de su enorme porvenir.
Vendría la rúbrica y con ella los fallos con el acero, que provocaron perder otra merecida oreja; no obstante, deja gratísima impresión y habrá que continuar con disciplina, cariño y entrega en su profesión, para consolidar un buen torero en el joven Hermosillo.
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