Crónicas

En la Monumental México… La apasionada entrega de los toreros

Con una entrada pobre en la Monumental Plaza de Toros México, en lo que ha sido el sexo festejo de la actual Temporada Grande 2017-2018, se han lidiado dos toros de Rancho Seco, salvo el cuarto que fue encaste Murube, los demás provinieron del encaste Saltillo: El primero anovillado y corniausente, débil, manso no peleó en caballos, se quedó dormido en el peto, desde el inicio acudió con la cabeza en alto; el segundo tuvo mejor presencia, desde el inicio acudió con la cabeza alta y arrollando, no peleó en varas y quedó dormido en el peto saliendo suelto, se fue con el picador de la querencia sintió la puya y salió huyendo, en la muleta desde el inicio fue deslucido y rajado; otro anovillado fue el tercero, recibió puyazo traserísimo aventó algunas cornadas de manso, y luego quedó dormido en el peto, lo llevaron a otro puyazo innecesario, y no peleó, en la faena siempre fue con la cara alta y deslucido; el cuarto un astado muy justito de presencia, encaste Murube, manso que desde con la capa lo enseñó y confirmó al no pelear en varas, siendo reticente en la muleta; el quinto, anovillado, al salir intentó saltar las tablas, y luego no peleó en varas, un astado soso, que tuvo un poco de movilidad; el que cerró plaza, manso y descastado, salió con la embestida descompuesta, y no peleó en varas quedándose dormido en el peto, para ser reticente en su caminar.

Fabián Barba: Silencio y oreja tras aviso.

Antonio Romero: Silencio y silencio.

Gerardo Adame: Oreja y silencio.

Detalles:

Una vez concluido el paseíllo, se rindió un minuto de ovaciones en recuerdo al extraordinario torero que fue el, Maestro Juan Silveti, inmejorable ser humano.

Nuevamente el buenazo de Jorjazo, aprobó astados que no tenían la presencia para ser lidiados en el mayor coso del mundo.

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Gerardo Adame es un joven torero de gran valía, pero que lamentablemente carece de una buena administración, como muchos toreros que están ahora mismo en el limbo.

Hay que rescatarlos.

¡Sí!

¡Hay que rescatarlos!

Sobre todo, cuando jóvenes como, Gerardo Adame, enseñan sólidos argumentos tan pronto les aparece la tan ansiada oportunidad, y sin embargo…

… sin embargo, no existe un sólido respaldo que haga valer en todos los despachos empresariales la solidez del bisoño.

Lamentablemente, muchos de estos jóvenes valores, terminan perdiéndose por la necedad de resistirse al cambio.

El buscar un apoderado de verdad, no es ser mal agradecido con la gente que ahora le representa, sino ser consciente de la realidad que vive en donde no existe un reconocimiento para sus notables cualidades.

Un ejemplo de la entrega sin cortapisas de, Gerardo, ha sido esta tarde en la que brilló con su conocida luz y dejó una importante faena estando muy por encima de su oponente.

Redentor fue el primero del joven Adame, con el que nada pudo hacer con la capa por la evidente mansedumbre del bovino.

Después de una aproximación de la suerte de varas en donde fue llevado en medio del desorden hasta en tres ocasiones, sin que esto signifique que peleó el astado; Fabián Barba, hizo un quite por media galeras -le faltó el farol-, como el bovino no tenía codicia, Fabián, salía persiguiendo al de Rancho Seco, para irle sumando cada media gaonera.

Gerardo que tiene carácter decidido hizo un quite muy, en verdad muy ceñido, aunque eso sí embarullado -por no decir desordenado-, por saltilleras; lo que el escaso público que asistió, supo entender y reconocer la pasión bien entendida del joven torero hidrocálido.

El prólogo de la faena muleteril, ha sido sembrado en la arena, como si se tratase de una columna griega de las que sostienen el Templo de Athenea, con pases por alto que impactaron a los tendidos por su sinceridad implícita y la verdad explícita, pasándose al astado tan cerca de su geografía corpórea que surcó literalment los muslos; para rematar con soberbio de pecho.

Vendría una primera serie con la derecha, acudiendo con la cara alta el pequeñajo, pero el torero se impuso guiándole con temple, por el tiempo y espacio que había decidido.

Otra serie con intensidad por el estentóreo aguante del torero, ya que el astado pronunciaba sus defectos mansescos.

Probó… sí probó -no se quedó en el intento- por el lado natural y extrajo serie meritoria, templando y aguantando el andar del bovino que hacía todavía más evidente su caminar con la cara alta. Continuó por el lado natural, y las plausibles cualidades de Gerardo, estaban haciendo el milagro de hacer del deslucimiento y mansedumbre del astado, acudir merced a su técnica, sentido del toreo y mágico temple.

Cambió por la derecha, pero el toro ya completamente rajado no quería acudir, aún así aparecieron tres pases con la derecha importantes por la amplia geometría del trazo que fue consumando con paciencia lidiadora.

La voluntad inquebrantable de Gerardo le hizo conseguir otra serie por el lado natural al hilo de las tablas, pero ya el bovino había dejado todo el suspiro de movilidad que tenía, la notoria mansedumbre le obligaba a huir. Como epílogo de la sólida propuesta, consumó dosantinas no obstante, el bovino ya no quería saber de nada, y eso fue conseguido por la insistencia del torero para no quedarse en el intento.

Así aparecieron, como punto final, ceñidísimas manoletinas con un desdén poderoso; citó afuera de la suerte y dejó tres cuartos de acero delantero.

El poco público que acudió, entusiasmado y convencido por la luminosa verdad del joven torero, le exigió al buenazo de Jorjazo autorizara una oreja, la que vieron llegar sus estadísticas, como justo premio a la apasionada entrega de un joven con un porvenir luminoso.

Con el sexto, Galileo, de nombre, un cárdeno, encaste Saltillo vía Santa Coloma, no dejó nada para el recuerdo por su reticente andar con la cabeza descompuesta. En la muleta el toro tornó violento negándose a caminar, aun así sacó pases de mérito a un burel con todos los defectos mansescos.

La indiscutible entrega de Gerardo se estrelló ante el infranqueable muro de la mansedumbre y descastamiento, pero no se vino a menos, se fue a más dejando en claro que merece un lugar de privilegio en el arte del toreo, porque posee sólidos argumentos.

Dejó una entra tendida, teniendo que descabellar al quedar amorcillado el toro, haciendo efectivo el punto final hasta el segundo intento, la gente agradeció su pasión, entrega y voluntad.

Navideño abrió plaza, y desde su salida enseñó a su torero, Fabián Barba, la asfixiante mansedumbre que tenía, así que con el capote un suspiro de brega, para dar paso a la vara en donde no peló con el caballo; ya en quites dos tafalleras, una media y una revolera hicieron acto de presencia por la voluntad del toreo que supo concretar lo dispuesto.

El inicio de la faena fue con pases de tanteo que pudieron haber sido doblones para intentar bajar la cabeza alta con la que iba desde salida de toriles Navideño.

Con la mano derecha acudió rebrincando haciendo más notorio el defecto de ir con la cara alta, otra serie que no cambia el comportamiento del mansurrón ejemplar, y se fue convirtiendo la faena en anodina e intrascendente por las malas condiciones del pequeñajo. Por del lado natural las cosas no cambiaron, resultaron intrascendentes, para proseguir con el anodino lado derecho. Al final dos pinchazos y un delantero y caído han quedado del vestigio de una esforzada faena.

Fabián, tenía el compromiso de no fallarse, así que le vimos ir de hinojos y quedarse en los medios para recibir a, Mesonero, y ahí concretó tres largas afaroladas en donde el toro no paraba de huir, comenzando a manifestar su mansedumbre, lo que hizo percibir el mal augurio; ya que el señor Barba, insistió en citarlo en los medios, pero tuvo que ir acortando la distancia para al final aparecer un lance y luego dar tres chicuelinas, que seguramente recortaron más la embestida que casi no tenía. Después de un simulacro en lo que a la suerte de varas se refiere, Fabián, hizo un quite deslucidón de chicuelina con tafallera, que mostró la reticencia del burel.

Con la muleta, comenzó a citar desde los medios, se le olvidó a Fabián, que eso intentó con la capa cuando le recibió y no acudió el bovino, menos a esas alturas de la faena; así que la historia se repitió y tuvo que acortar la distancia a lo mínimo, casi a dos metros, y ahí sí fue al engaño, pero de forma deslucida.

Acabó imperando la mansedumbre y el descastamiento que anunció el astado desde la salida de toriles, consiguiendo sólo una participación que aburrió al público.

Un gran esfuerzo de Fabián que se estrelló con la barrera infranqueable de esa mansedumbre y ese descastamiento. Intentó pasárselo más, pero ya no iba el bovino.

Antes de rubricar, se escuchó desde las alturas un aviso, y cuando entró a matar dejando una entera desprendida, al estar muerta la mano que llevaba la muleta, quedó su cuerpo en la cara del toro, este con el pitón izquierdo lo jaló literalmente elevándolo a las alturas de donde cayó peligrosamente en la arena. Cual manso, su instinto le notificó que ya no había oponente y le fue asestar una serie de guantazos, dejándolo maltrecho y su terno también casi hecho añicos. La gente conmovida por la entrega del torero exigió una oreja merecida que ha sido autorizada.

Antonio Romero, venía de haber estado los primeros seis meses de este año convaleciente de una cornada que le asestó un ejemplar geniudo de Piedras Negras. En este contexto enfrentó a, Peregrino, un toro que acudió con la cabeza alta y arrollando durante el recibimiento con el capote. Como era evidente, no peleó en varas, y se puede decir que ha sido un manso deslucido que destrozó las ilusiones de Antonio. Estocada casi baja y claudica el bovino. Silencio.

Tigrillo, fue el segundo de, Antonio, que no se prestó para el saludo capoteril. En la faena de muleta, el astado iba con la cara alta, el joven Romero, consiguió extraerle una serie por naturales buena, así como por la derecha, se adelantó a las malas intensiones mansescas del burel.

Nuevamente por el lado natural buscó sin conseguir por la falta de contenido del astado, y ahí el de Rancho Seco marcó estentóreamente el deslucimiento.

Sin ningún fundamento cierto sector despistado del público gritó toro, el esfuerzo de Antonio Romero no fue valorado. Después de un pinchazo dejó un bajonazo. Su participación fue silenciada.

Al final, queda como misión a todos, apoyar a jóvenes como, Gerardo Adame y Antonio Romero, así como apoyar a consolidar a toreros en la madurez como, Fabián Barba, a los que se les ha dejado indebidamente tirados en el arroyo del olvido, y eso…

… y eso, ¡es inadmisible!

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@PERIODISTAURINO 

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