Opinion

El comentario de Williams Cárdenas… ¡Basta ya de independentismo! ¡Barcelona torera!

Hace 50 años desembarqué en el puerto de Barcelona, a bordo del trasatlántico Giuseppe Verdi, el mismo que trajo desde América a Pablo Neruda o a Mario Vargas Llosa, cuando en la década de los 60-70 decidieron venir a Europa a cumplir sus sueños.

Los míos, pasaban por ser torero, y en aquella época, para un venezolano comenzar toreando en Barcelona era empezar con buen pie; la ciudad se había convertido en un refugio para los toreros iberoamericanos, pues su afición los acogía y se arrebataba con sus triunfos.

Ocurrió con el mexicano, Carlos Arruza, como antes también con sus paisanos Rodolfo Gaona, Fermín Espinoza Armillita, Luis Castro El Soldado, Lorenzo Garza, etcétera, así como con los hermanos Girón, venezolanos, al punto que fue en aquella plaza donde en 1956, César, figura del toreo, dio la alternativa a sus hermanos Curro y Rafael en una misma tarde, sin ningún español en el cartel!.

Como novillero desconocido en España, venía ayuno de apoyos y recomendaciones, y tenía que inventármelos! por lo que en mis visitas a la empresa de D. Pedro Balañá buscando la inclusión en los carteles, tuve que recurrir al ardid de pregonarme como primo de, Miguel Cárdenas, un torero colombiano con muchos éxitos en la Plaza de toros de Barcelona.

Miguel Cárdenas había logrado que le contrataran tras una huelga de 17 días de asedio a los muros exteriores de la Plaza, en la que llamaba la atención su afición a la literatura, pues atendía a los numerosos periodistas que le entrevistaban, acompañado de numerosos libros de Cervantes, Dante o Milton, de quienes se confesaba seguidor.

Miguel era un torero muy valiente, salió al ruedo a recibir a sus novillos a porta gayola de espaldas al toril, causando auténtica conmoción, lo que le permitió salir a hombros y triunfar plenamente en la Monumental, donde llegó a torear otras seis tardes aquella temporada. Así que yo me podía colocar cómodamente detrás de su estela, que era muy brillante.

Mi coartada tuvo poco efecto, porque el origen y mi semblante mestizo contrastaban mucho con el color pálido y blanquecino de Miguel, por más insistencia y afición que puse en el empeño, lo que me obligó a buscarme un mejor futuro en otros lares, y a fe de que lo conseguí, pues la aparición del Ángel Cañas Cañitas, en mi camino, me permitió torear mucho y con éxito, en los alrededores de Madrid.

Pero aquello de Barcelona se me quedó clavado como una espina, porque nunca llegué a aceptar no haber podido torear en Barcelona, ciudad que respiraba afición por todos sus rincones y en la que se daban más toros que en ningún otro lugar de España.

Después he regresado a disfrutarla, a recorrer sus calles, el Barrio Chino en donde estaba la pensión en que viví, sus Ramblas impresionantes, su Sagrada Familia y descubrir una ciudad moderna, con un urbanismo espectacular, a la que los chaflanes dan gran personalidad. Además, ya en aquellos años 60-70, la Tauromaquia había contribuido a hacerla la ciudad cosmopolita y apasionante que es hoy.

En las barreras de la Monumental se podían ver a intelectuales, a las más fulgurantes estrellas de cine mundial o del teatro y la afición a los toros de Salvador Dalí o Pablo Picasso encumbraban el catalanismo a los más avanzados movimientos culturales de la época.

Por ello la intransigencia de impedir la vuelta de los toros a Cataluña, por parte de aquellos que se sienten superiores a los demás y de quienes pretenden imponernos sus valores y conductas, es absolutamente impropia e inaceptable. Nada ha sido más catalán que la Tauromaquia, en Barcelona llegaron a existir tres plazas de toros en las que su pueblo encontró regocijo y recreo en innumerables e inolvidables tardes.

Muchos aficionados de hoy, algunos descendientes de aquellos viejos catalanes que amaban la Fiesta de los Toros, se sientes despojados y arrebatadas sus libertades, y luchan porque sus hijos no vuelvan a sufrir un despropósito similar.

Por ello todos los aficionados del mundo, especialmente los iberoamericanos de México, Colombia, Perú, Ecuador y Venezuela, tenemos que apostar por la vuelta de los Toros a Cataluña y especialmente a Barcelona, para que su plaza vuelva a ser lo que antes fue. Nunca pude torear en su arena, pero no me quisiera morir sin ver un día más una tarde de toros desde sus tendidos.

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@wcardenasrubio

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