En la Monumental México… Arturo Soto, corta una oreja motivacional, en medio de una tarde lluviosa
Con otra modesta entrada en la Monumental Plaza de Toros México, se llevó a cabo la segunda novillada con picadores, en medio del gélido y lluvioso clima. Se han lidiado cuatro novillos de Santo Toribio, correctamente presentado, que han resultado el inadmisible compendio de la mansedumbre y descastamiento; ninguno peleó en varas, a lo más llegaban y se estrellaban quedándose a dormir el sueño de los justos, como ejemplo indiscutible de su mansedumbre.
Arturo Soto: Oreja.
Jorge Salvaterra: Silencio.
Juan Padilla: Silencio.
Iván Hernández: Silencio.
Detalles:
Tras caer el cuarto, por la pertinaz lluvia que dejó hecho un fango el redondel, se tuvo que suspender el festejo.
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Arturo Soto, abrió plaza y se enfrentó al primer novillo manso de la ganadería Santo Toribio, dejando un correcto tercio de capa, para que desde ahí se mostrara y demostrara que el estrellarse en el peto, no es ser bravo, cosa que hicieron los cuatro utreros.
Tras el fallido tercio de varas, en donde se ha defendido el novillo, Arturo Soto, hizo un quite limpio por tafalleras, que entusiasmó a la poca asistencia.
El novillo tuvo al inicio movilidad, eso no significa que sea bueno, la mansedumbre nuca es buena, y Arturo, supo aprovechar con la mano diestra esa movilidad, hasta en tres series que le fueron coreadas. Después cambiaría al toreo natural, que sin mayores repercusiones le resultó simplemente correcto. Al regresar con la diestra el novillo, reservó, hizo evidente su reticencia para caminar, y ahí acabó todo. Arturo dejó una estocada caída trasera, y el buenazo de Chochito Morales en su papel de regalador compulsivo y compasivo de orejas, concedió una oreja al joven Soto.
En segundo sitio, hizo acto de presencia, Jorge Salvatierra, con otro ejemplar manso, que no peleó en caballos. La faena de muleta fue el deseo persistente de Jorge, por conseguir que la evidente reticencia del novillo le regalara series completas, situación que nunca se pudo consolidar. La mansedumbre y el descastamiento, hicieron que, Jorge, anduviera por todo el redondel con el novillo, hasta acabar en tablas en donde se refugió el utrero. Ahí extrajo una serie voluntariosa, por la derecha, apareciendo uno por uno. No había más que hacer, pero insistió en alargar lo que no tenía razón de ser y se llevó un fuerte guantazo del novillo cuando hizo hilo por él. Se incorporó para poner punto final, dejando una estocada habilidosa caída y trasera. Silencio.
Juan Padilla, ha sido el tercero de los contendientes, y dejó algunos lances cumplidores. Por supuesto que su bovino no peleó en el caballo. Cuando daba inicio su labor muleteril, apenas daba una serie con la diestra remata y se derrumba en la arena el de Santo Toribio, cuan larga era su geografía corpórea. Más pases con la derecha que no logran trascender por el evidente descastamiento de su utrero. Naturales tan desangelados por las pésimas condiciones del novillo. Se puede decir que ha sido una faena de tesón que se estrelló contra el muro infranqueable de la mansedumbre y el descastamiento.. Y tuvo que sufrir un feo arropón cuando se desentendió del novillo. Se incorporó, para dar por terminada su participación con un pinchazo que le avienta otro derrote; un pinchazo y el novillo busca hacer por el sin conseguirlo; y luego deja tres cuartos de espada caida que no fue suficiente. Otra estocada caída y ahí quedó todo. Silencio tras aviso.
Como cuarto integrante del cartel apareció, Iván Hernández, tuvo frente a él a un novillo que barbeó las tablas -como era evidente- intentando huir. Se estrelló en el peto, de inmediato le taparon la salida, y así fue el tercio de varas. Iván, hizo un prólogo por abajo, para intentar mandar en el huidizo ejemplar. Cuando la tela roja viajaba con la derecha hizo hilo por el novillero dándole un guantazo, lo que le hizo cambiar los procedimientos e Intentar por la zurda pero el novillo era reticente. Extrae dos series de naturales, impensables, pero eso sí de mucho mérito al pésimo ejemplar. Tras lo cual decide hacer uso del acero, en donde se pone fatal. La lluvia arrecia y la arena es un auténtico fango, que dificulta la suerte suprema al novillero. Total que al final ha sido silenciado.
El buenazo de Chochito Morales, viendo cómo están las cosas, de pronto le llegó una tenue luz de entendimiento, y decide suspender la novillada.
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