En Madrid… Ureña acaricia la puerta grande en una tarde heroica

Alberto Bautista 29 septiembre 2017 España, Por Alberto Bautista

Madrid, Plaza de toros de Las Ventas. Viernes 29 de septiembre de 2017. Feria de Otoño. Quinta de abono. Corrida de toros de Núñez del Cuvillo, – desigual de hechuras y variada de juego – (noble con fondo el primero, bronco y deslucido el segundo, justo de fuerzas tercero, desfondado el cuarto, con peligro el quinto y noble el sexto). Más de dos tercios de entrada, en tarde nubosa y de agradable temperatura. (16.847 espectadores).

Sebastián Castella: Silencio tras aviso en ambos.

Paco Ureña: Oreja tras aviso y ovación con saludos tras aviso.

Luis David Adame, que confirmó la alternativa: Palmas y ovación con saludos.

Detalles:

Paco Ureña vino en sustitución a Antonio Ferrera.

El muciano brilla con luz propia gracias a su pureza, y corta una oreja del tercero, tras una épica actuación. Corrida complicada de Núñez del Cuvillo.

Raphael Viotti y Vicente Herrera se desmonteraron tras parear al cuarto.

Miguel Martín hizo lo propio en el sexto al igual que Óscar Bernal que ovacionado tras picar al que cerró función.

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Paco Ureña entró con fuerza en Madrid, en realidad nunca se había marchado, pero en esta ocasión entró en el corazón de todo los aficionados, y es que su concepción del toreo hace brillar la unanimidad. Temple, decisión y entrega, son valores que Ureña expone tarde tras tarde, y que en Madrid se multiplican. Ureña hace el toreo de siempre, el que no pasa de moda. En realidad, hilvana lo que otros imitan, y es que su concepto irradia felicidad y sensación de torero grande, que tardó en despegar, pero que era cuestión de tiempo.

Y entre tanto, una oreja de tronío la que paseó del tercero, donde hizo el toreo – una vez más- a cámara lenta. Poso y profundidad en una actuación donde la épica tuvo su apogeo al inventarse una faena un toro justo de fuerzas. Dejó su sello en un par de tanda de muletazos profundos y ligados. Y eso que empezó el trasteo sobre la mano izquierda. Sin ambajes ni estereotipos. Despachó a Forajido de un estoconazo, y es que hasta eso lo hizo despacio. Ureña y el toreo profundo. Bendito comodín.

Quedaba un toro. Las espadas en alto. El quinto, una auténtica prenda. Pero ni por eso se amilanó el murciano, que volvió a reivindicar que el sitio cogido por Antonio Ferrera no era baladí. Era el premio a una firme temporada y en Madrid lo volvió a reivindicar. Con decisión y otra vez al natural, le corrió la mano a Tristón, que cobró un precio caro. Con él Ureña volvió a componer el toreo puro y recio. Sin pantomimas. Hasta un revolcón se llevó no sin antes enterrar la espada, y saludar una ovación con Madrid en pie. El domingo con la de Adolfo, vuelve a Madrid pero esta vez para salir en volandas.

Luis David Adame dejó una imagen de infinita valentía. Sobretodo con el sexto, en una labor que brindó a su progenitor, donde dejó su impronta gracias a su tremendo valor. Se le notó menos placeado que sus compañeros de cartel dejando múltiples enganchones, pero caló su impertérrito concepto. Confirmó con Esparraguero, un gran toro que se le fue al mexicano con las orejas puestas camino del desolladero. Compuso al hilo del pitón y Madrid no le perdonó. La faena no llegó nunca a tomar fuerza y eso que el toro gozó de una calidad y nobleza que ya lo quisieran muchos. Aún así, lo arregló en el sexto, y dejó claro que aún con su juventud merece un sitio en los principales circuitos.

Por su parte Sebastián Castella, no estuvo entonado con un lote estimable de Cuvillos. La brusquedad del segundo hizo ver la otra cara de Castella. La de la vulgaridad. Un pleno de enganchones y una estocada atravesada fue el pobre desenlace. Más de lo mismo con el cuarto, en unos inicios embarullados por estatuarios. Los trapazos fueron la nota común en otra labor encimista. Directamente no fue la tarde de Castella, sino de Paco Ureña que volvió a dejar las espadas en alto a tan solo 48 horas del expectante mano a mano con Juan Bautista. Los toros de Adolfo Martin dictarán sentencia.

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