En la Monumental México… Miguel Aguilar, importante presentación
Con una modesta entrada, que comienza a multiplicarse con relación a la del domingo anterior en la Monumental Plaza de Toros México, se ha celebrado el segundo festejo sin picadores; se han lidiado erales de Caparica, justos de presentación, han mostrado estentórea mansedumbre, dos de ellos intentando saltar al callejón para huir.
Juan Pedro Llaguno: Silencio en cada ejemplar.
Miguel Aguilar: Saludó en el tercio y dos orejas.
Tato Loaiza: Silencio en ambos.
Detalles:
El buenazo de Chochito regaló una segunda oreja a Miguel Aguilar, quien con merecimientos tenía conquistada una a ley. Este tipo de pésimas actuaciones del palco de la nula autoridad, que seguramente no evalúa la Comisión Taurina, confirma que es un grupo inútil en su existencia, y devalúan al coso titular de América
Han saludado tras parear Juan Ramón Saldaña, Fernando Guerrero y Diego Martínez.
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Miguel Aguilar ha cortado dos orejas en su segundo, resultó excesiva la segunda, no porque haya estado mal Miguel, por el contrario, tuvo una sólida actuación que ya había conquistado una oreja a ley, con fuerza inaudita; pero…
… sí, ese pero, que hace acto de presencia, cuando la razón no asiste, y provoca en lugar de un bien una devaluación del hecho.
En este caso concreto, el palco de la inútil autoridad en donde habita el pañuelo más rápido de La México, el buenazo en turno… Chochito, quien piensa que regalando orejas dará apoyo a la carrera de un torero, acaba siendo todo lo contrario.
Ese pensamiento absurdo, arcaico, ilógico e inoperante, decidió regalar esa segunda oreja a Miguel; y los regalos sin sustento, se diluyen.
Por eso está la Fiesta ávida de honestidad, de verdad, de un futuro sólido, gritando y exigiendo un necesario cambio, que tiene que comenzar por la inútil autoridad.
Miguel tiene argumento, no necesita de los regalos del buenazo de Chochito, hace apenas un mes, en Málaga con erales de Gabriel Rojas, mostró su valía; que vino a confirmar este domingo en cuestión en sus dos participaciones.
En eso estaba pensando, cuando comenzó la exposición del, joven Aguilar, con su primero con la capichuela, lances pulcros que fueron recortados con una bien lograda media. Tato Loaiza intentó un quite por tafalleras, pero… se quedó sin capote; lo volvió a intentar, no obstante, no lo pudo concretar.
Miguel comenzó su faena de muleta por abajo, dominando al eral, para así sucederse una serie con la derecha de plausible realización. Después otra serie más con la misma derecha de menor intensidad, pero que mantuvo el interés. Y otra más con la diestra, apareciendo un ¡olé!, tan largo y sentido cuando iba trazando la segunda de gran dimensión y armonía.
También probó por la zurda, sin la repercusión de la otra mano, y además, se excedió en poses con las que trató de venderle al público, algo que estaba teniendo reconocimiento.
Pecó de encimismo y el novillo ya no acudió como lo estaba haciendo. Dejó una espada entera traserilla desprendida, que no fue suficiente, tuvo que hacer uso del descabello, y así concluyó el primer episodio de su presentación. Saludó en el tercio.
Con su segundo, el de las dos orejas, un huidizo ejemplar, Miguel, se fue a los medios para obligarlo y recortarle la embestida, y justo ahí la recogió…
… la embestida.
Haría un quite por chicuelinas -que no pasará a la historia- el joven Tato Loaiza.
Sí, otro eral manso doblando contrario y huyendo, Miguel prosiguió con firmeza haciéndose del burel en los medios. Así, extrajo una primera serie con la derecha que fue sensacional, por su temple, y otra más por la voluntad.
Con la mano zurda acudía descompuesto en su andar el de Caparica, y así se dio a extraerle dos series en verdad impensables por la asfixiante mansedumbre.
El eral, como era de esperarse, se rajó y en tablas, consumó otra serie con la derecha, hasta dejar en toriles pases aislados pero de buena ejecución con ambas manos.
Dejó una entera traserilla que hace que tarde en caer el eral, habiendo abuso de rueda de peones, con el propósito de obligar a claudicar al astado. Al final, la gente pidió la oreja, el buenazo de Chochito, enloquecido, se levantó y soltó las dos orejas, muy pocos protestaron la segunda, sin embargo, y al margen de los despojos de res, Migue Aguilar, anuncia un buen prospecto novilleril, que con base en la disciplina, el respeto y en verdad, el amor para su profesión, puede conquistar grandes alturas.
Esto ha sido la parte esencial del festejo, porque sus compañeros de cartel, han estado francamente mal.
Por ejemplo, Juan Pedo Llaguno, quien con su primero que fue dócil y tuvo mucha movilidad, le dejó lances correctos del tercio a los medios, para dar paso a un buen quite por caleserinas de, Miguel Aguilar; y una respuesta insípida del joven Llaguno.
Banderilleó, Juan Pedro, y dejó dos pares a eral pasado, uno pasó en falso y el tercero al hilo de las tablas que le resultó correcto. Tras brindar al público, dio inicio con pases por arriba suaves, y un desdén, que les hizo falta espíritu.
Sí, les hizo falta espíritu como a todo lo que hizo, porque se percibió vacío en el contenido.
Luego llegaron series con ambas manos, aprovechando y acompañando la embestida del eral, en donde nos mostró, el joven Llaguno, que aprendió a torear bien, y esto lo puede hacer con bovinos dúctiles. Al final comenzó con un absurdo encimismo fuera de cacho. Para poner punto final, se colocó afuera de la suerte, dejando dos pinchazos, una espada casi baja con travesía. Silencio.
Con su segundo, no hubo algo que recordar de capa, y como el novillo tuvo sus complicaciones el joven Llaguno no supo cómo resolver este reto. Silencio.
Tato Loaiza quien se presentó con dos orejas cortadas la temporada pasada, fue una auténtica decepción, porque no dejó nada para el recuerdo, si bien es cierto que sus erales no eran lo soñado, todos tienen su lidia.
Con su primero no pudo hacerse del huidizo eral, y entre el viento, la mansedumbre y el extravío de Tato, simplemente, pareció que se dedicó a ver cómo intentaba saltar su astado al callejón. Dejó una habilidosa contraria. Silencio.
A su segundo, se fue a recibirlo de hinojos entre el tercio y los medios frente a la puerta de toriles, ahí aguantó y dejó una larga afarolada, apareciendo después otras dos más al hilo de las tablas. Incorporado lanceó con voluntad, pero…
… pero se percibió que hizo falta más. En quites hizo dos zapopinas a velocidad de vértigo y recortó con una violenta revolera. No existió faena alguna, y todo ha quedado en el ensordecedor silencio.
Ojalá y algún día logre entender la obtusa mentalidad de los buenazos del inútil palco de la nula autoridad de La México, que:
¡La verdad os hará libres!
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Fotos: Juan Ángel Sainos
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