En Puente Piedra… Lama de Góngora triunfó dejando buen sabor de boca
Puente Piedra, Lima. Miércoles 30 de agosto. Cielo despejado y con intenso brillo solar marcó el inicio de la corrida de toros que presentó como todos los años la Asociación Oyón en la plaza portátil Yawar Toro. Se lidiaron cuatro toros de San Pedro, dos en tipo y los otros más anovillados, en el orden de los cuatrocientos kilos estuvo la corrida en general, complicado, manso y mirón el primero; con recorrido el segundo, bueno pero algo brusco el tercero y cuarto con posibilidades. Destacaron estos últimos. Doble vuelta excesiva al tercer toro.
Lama de Góngora: Saludo y dos orejas.
Luis López: Silencio y saludo.
Detalles:
Mucho ambiente en la portátil Yawar Toro, antes del paseíllo pasearon chalanes en sus cabalgaduras de caballos peruanos de paso.
Bailaoras flamencas en el ruedo y desfile de la banda de música acompañando a los comisionados de la corrida que muestran los trofeos a entregarse.
Se repartieron vistosos pañuelos, bolsas con meriendas y claveles a todos los asistentes.
Hubo oferta de comida típica, destacando la inigualable pachamanca de cerdo y cordero.
Luis López zafó el hombro derecho tras banderillear su segundo toro, sin consecuencias.
Lama de Góngora declarado triunfador de la tarde y Luis López premio a la mejor faena por el que cerró la tarde.
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En la víspera, Paco Lama de Góngora, nos contaba sobre la ilusión que le motivaba presentarse por primera vez en el Perú. Aún no tenía muy claro que, pese a tratarse de torear en Lima, la plaza y el ambiente de la corrida era netamente de aire provinciano, con su propias características y singularidades, todas ellas ceñidas a la cada vez más formal seriedad que le imprimen sus organizadores, los residentes de la provincia de Oyón, agrupados en torno a la pujante asociación que solventan.
El recinto Yawar Toro, donde se emplaza la portátil, está compuesto por el ruedo con sus tendidos y otro espacio muy amplio donde se monta un escenario para brindar conciertos y fiestas. Es de estacar que todos los domingos se dan allí algún festejo taurino, desde corridas serias y de muerte hasta, festivales y charlotadas, todo lo cual mantiene vivo el tema taurino en esta parte de la periferia norte de la ciudad capital.
De maneras sevillanas, en su toreo, fino y depurado, lleva la gracia de su tierra. Ha dejado una pequeña muestra de ello -conforme le permitieron sus toros- en la impronta de su manejo con el percal y en lo asentado de su trasteo muleteril. Con su primero, que fue complicado y mirón, un manso desentendido que nunca se llegaba a fijar en los engaños, lo supo administrar sin exigirlo y llevarlo siempre a media altura conforme pedía.
Poco resultó el acople y más las ganas por agradar estando por encima de su oponente. Topándole el engaño acusó falta de acople con él, era cosa de encontrarle el sitio. De afuera le anotaban recurra a algún alarde para el gentío pero el diestro desistió en su convencimiento de querer emplearse según sus conceptos. Lástima que ante estas intenciones no haya encontrado correspondencia por parte del burel.
Con su segundo, bonito de hechuras, abierto de sienes, que se echó tercero, la cosa fue diferente. Se gustó como si de la manzanilla se tratase, el toro tuvo buena condición, metía la cara y acometía con prontitud, lo recibe a por verónicas y la revolera de remate. Al caballo protesta el único puyazo pegado por Cahuantico. Brinda al Centro Taurino de Lima. En su labor con la pañosa pudo desplegar cada muletazo con enjundia resultando buenas un par de series muy templadas, con la despaciosidad y mano baja que su oficio le prodiga. Fue el de pecho que remataba, un cartel de toros.
La música se empieza a oír y el espada pide el cambio a una de la tierra. Entonces el binomio tendido y ruedo se conjugan de algarabía. Los olés caen tan desmayados como la mano que los provoca en cada pase con la franela instrumentado con sabor y aroma de romero. Esta vez sí ya más asentado y confiado, se decanta por algún alarde y pintura descarándose de rodillas en desplantes para el beneplácito bullidor del tendido.
Surgen al final los molinetes y abrazos para forzar el circular previos a la muerte del morlaco que llega tras estocada en la huella del maestro Ordoñez que le permite desorejarlo y pasear los dos apéndices concedidos. Excesiva premiación al toro con doble vuelta al ruedo.
Para destacar la actuación del joven matador sevillano ante un ganado del que no tenía mayor referencia con cuya actuación de hoy seguramente se le avecinarán mayores compromisos aquí. De momento estará el 6 de setiembre en la muy taurina Hualgayoc y nos enteramos ayer mismo que al parecer le surgió otro compromiso para torear en Puno.
Luis López, el jovencísimo torero de casa, que estrenaba credenciales de matador de toros, vistió de marfil y oro con bordado temático de la cultura Moche y Chimú propias del norte peruano de donde él mismo procede, salió con la predisposición que requiere tener el que pretende abrirse camino en esto.
Torero valiente y entregado aún adolece cierta comprensible falta de fuelle, entendible por el hecho de que para los nuestros las oportunidades nunca dejan de escasear. No obstante, en base justamente a ese impétu y arrebato que le preconiza, mostró lo que ya sabemos, que tiene condiciones y hechuras de torero bueno, por lo menos él lo manifiesta muy claro en sus conceptos, pero requiere más fogueo y tragar mucho toro.
Recibe a su primero, un negro listón, por vistosa y emocionante larga cambiada, rodillas a tierra, al borde las bardas, ya de pie, por verónicas y el remate con la serpentina que cautivan de entrada. El quite es por chicuelinas que consuma con torerísimo remate.
Brinda a su mentor el matador Paco Céspedes y comienza por estatuarios que son dos pues el toro se le abre mucho al salir del embroque. Cambia el palillo al no sentirse cómodo. El toro parece cambiar y está pendiente. Necesita someterlo y parece que así lo entiende el nacional.
Logra ligarle una tanda que encadena con molinetes y un temprano desplante genuflexo. El toro le avisa un par de veces y mejor no es confiarse. Coge el estoque y al salir del segundo intento el moribundo hace hilo por él. Lo despacha finalmente al tercer espadazo. Silencio.
Fue el que cerró tarde, el más toro del encierro, alto y largo, cómodo, que mete la cara, tiene movilidad y humilla, también lo recibe con la larga cambiada de rodillas a tierra. Celebrada la suerte con los palos, al violín, de rodillas. Le golpeó una de las banderillas haciendo que se le zafara el hombro derecho siendo asistido por sus propios compañeros.
Problema que viene acusando desde hace un año que aunque indoloro, no debe dejar de cuidar. A partir de ahí ya con la muleta, cuando lo ha entendido le aprovechó en unas buenas series por ambos pitones. Acortó el toreo para recurrir a los gestos para el tendido que así lo tuvo a bien ver de bullidor pero con el fondo de los que saben hacer las cosas. Pudo torearlo más pues tenía tela para cortar. Se descalza haciendo suponer cierta incomodidad en las zapatillas lo cual debe evitar en lo posible.
El de casa se ha mostrado valiente y cuando ha echado la mano lo ha sabido consentir y torear con la franela por delante. Ha cerrado con molinetes y al entrar a matar lástima que la espada le privara de tocar pelo pues cayó pescuecera, suponemos condicionado por el percance sufrido con el hombro descoyonturado tras las suerte con los rehiletes.
Lo entendemos y queremos ser condescendientes pues no quiso quedar menos en ningún momento mostrándose con el arrebato y la predisposición siempre arriba. En lo particular, me dio mucho gusto saludarlo al pie de la furgoneta como matador de toros, se lo dije y eso debe demostrarlo. Las cosas irán mejorando y llegando pues condición sobrada tiene y merece que así sea.
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Fotos: Martín Campos
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