En Vinaroz… Padilla y Valls en hombros
Vinaroz (Castellón). Algo más de tres cuartos de plaza, aparente. Se lidiaron toros del Marqués de Quintanar, toros para plaza de tercera, con sospecha en el tratamiento de los pitones, con comportamientos diferentes. Todos fueron manejables, excepto el 4° de nombre Feriante, n° 41, que pareció corraleado y al que Finito le cogió tal pánico, que dio sensación de estar “en retirada inminente”.
Finito de Córdoba: Oreja y pitos.
Juan José Padilla: Oreja y dos orejas.
Abel Valls: Oreja y dos orejas.
Detalles:
Se guardó un minuto de silencio al finalizar el paseillo en memoria de Iván Fandiño.
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Ambiente festivo, donde las Bellas Damas, tuvieron su protagonismo, como es habitual, saludando a los toreros, en cada vuelta al ruedo.
Tarde agradable donde se esperaba con mucho aliciente a Finito, que tiene gran predicamento en la ciudad langistinera, desde que el 1989 firmara en una novillada una de las mejores actuaciones que yo recuerdo de un novillero, un Padilla triunfador el pasado año y un Abel Valls, al que todo Castellón quiere ver, para comprobar si los comentarios en mentideros taurinos tienen visos de realidad, en sentido positivo.
Hemos visto a un Finito en su primero con la mucha clase que atesora y otro en su segundo, que estaba diciendo “adios” a esto de torear ante el público. No recuerdo algo tan aciago en esto de ver toros. Hasta el punto que la gente, con mucho respeto, guardó un sikencio “misterioso” tras arrastrar entre pitos al toro (señal de lástima, me ha parecido a mi).
Actuó después Padilla, al que siempre hay que agradecer su pundonor y sus ganas de agradar, muy jaleado en sus actuaciones, con un toreo bullicioso, perfilero, festivo y carente de profundidad; eso si, con ganas de agradar y luciendo bandera de España toda la tarde (hemos aparcado la de pirata).
En tercer lugar llegaba el turno del torero de Castellón, Abel Valls, que ha traído más gente a la plaza que ninguno de los otros dos, y que ha demostrado estar más puesto de lo que se podría esperar, dada su escasa actividad. Ha dejado sitio a sus dos toros y se ha mantenido firme, vertical y variado. Pauloba le está imprimiendo serenidad y saber caminar por el ruedo. Estoy convencido que si le dieran oportunidades, podríamos albergar esperanzas de recuperación.
En resumen, tarde agradable con exceso de trofeos, toros con presunta manipulación, y esperanza casera, que poco aporta al bien de la Fiesta, aunque tampoco quita nada. Un día más y a esperar las ferias de julio, con Teruel, Pamplona o Valencia, esperando que esto de la Tauromaquia aguante y sigamos viendo toros.
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