En Madrid… “¡Para ver este ganado mejor no vengo!”
Las Ventas, martes 23 de mayo. Decimotercera de la Feria de San Isidro. No llegó a tres cuartos de plaza. Con toros de Valdefresno, Hermanos Fraile Mazas (5º y 6º) un sobrero de Adelaida Rodríguez (4º, tras correrse turno) y otro más de Carriquiri (4º bis). Por lo general, descastados e inválidos. Con la cara alta en varas, aventando cornadas para deshacer el encuentro. Mansos, mansísimos.
Daniel Luque: Silencio y silencio tras aviso.
Saúl Jiménez Fortes: Silencio tras aviso y silencio.
Juan Leal: Ovación tras aviso y silencio.
Detalles:
Tras finalizar el paseíllo, se guardó un minuto de silencio por las víctimas del atentado de Manchester, en la pasada madrugada.
Hoy sería la última actuación de D. Francisco García como director de la banda de música de Madrid, al que desde Toros en el Mundo le estamos muy agradecido por su dedicación y gran aportación a esta Plaza, la más importante del mundo.
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“¡Para ver este ganado mejor no vengo!“. Eso fue lo que escuché gritar a varios aficionados enfurecidos al salir del festejo, con rostros de decepción. Y tristemente es lo que viene siendo habitual en estos días, el escaparate taurino mundial, la Feria de San Isidro.
Ningún torero pudo demostrar en el albero todo lo que traían para este festejo ya que faltó lo más importante, el toro bravo.
Los tres lo intentaron alargar pero cuando no hay transmisión, no embiste, es violento, definitvamente no tiene sentido prolongar la faena.
Daniel Luque abrió plaza con un toro con claras evidencias de invalidez y descoordinación nada más salir de los toriles. El presidente sacó el pañuelo verde para correr turno.
No se entregó en el caballo el astado. El diestro brindó al público a sabiendas de que el manso no iba a dar opción de lidia alguna. Lo consiguió sacar de las tablas para dejar valerosos muletazos al natural, que se convirtieron en innecesarios debido a la falta de contenido. Dejó una estocada trasera.
Salió el cuarto de la tarde, un toro que parecía dejar mejores sensaciones en el tendido pero con debilidad en los cuartos traseros. Esta condición fue suficiente para que el presidente volviese a devolverlo a los corrales.
De Carriquiri fue el segundo sobrero, manso como el que más. Huyó de los capotes en todo momento, teniendo que picarle en la puerta de los toriles. No tuvo ninguna posibilidad de afrontar dicho animal, lo que le obligó al torero sevillano a tomar los aceros para dejar una estocada tendida y un pinchazo.
Otro inválido salió al ruedo para Jiménez Fortes. Lo recibió de rodillas al comienzo de la faena, apretando demasiado a un animal que requirió haberle hecho las cosas con más despaciosidad. Este hecho se unió a la mala casta del animal para apagarse demasiado pronto. La estocada fue delantera y empleó dos descabellos.
El quinto de la tarde perdió las manos en severas ocasiones. Plasmó su mal genio en el peto, al que golpeó por arriba llegando casi a tocar el cuello del équido con los pitones. Se acorraló en las tablas. El diestro intentaba sacarle pases sin fundamento por culpa de la falta de humillación del de Hermanos Fraile Mazas cuando se oyó desde la grada una voz que dijo: “Vaya mierda de feria”, a lo que el tendido respondió con palmas.
Juan Leal recibía a otro geniudo (casta mala), que perdió las manos. Por la espalda se lo pasó al inicio de la faena, dejando pases por arriba, lo que fue la guinda del pastel para descomponer al toro. En las tablas lo toreó alargando una faena sin sentido. Mucha valentía y voluntad, sin lugar a dudas mostró el de Arles, quien se recreó pero el tendido terminó cansándose al ver que lo único que se podría llevar era una cornada.
Esa misma sensación dejó el sexto de la tarde, un toro con la cara alta que escarbó nada más salir de los toriles. Tras varios actos de valentía con amagos constantes del animal, fue prendido. El torero decidió coger la espada para dar muerte al manso.
Y es que no es justo este trato que se está dando ni a los asistentes a la corrida ni a la tauromaquia en su conjunto. No podemos permitir que se sigan seleccionando estos toros que no son de Madrid y que tanto perjuicio hacen a la Fiesta. Queda mucha Feria y esperemos que esto cambie de rumbo hacia un ganado bravo, capaz de devolver la ilusión a todas esas personas que seguimos confiando en este arte y no tengamos que volver a escuchar aquello que da lugar al titular de esta crónica.
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