En Madrid… Llegaron los ‘parladés’ con la incorregible mansedumbre
Madrid, 18 de mayo. Octavo festejo de la Feria de San Isidro. Con más de 19 mil asistentes se han lidiado toros de Parladé y El Montecillo (4º y sobrero), siguen haciéndose presentes la mansedumbre y descastamintos de los toros, de procedencia Domecq, lo más alarmante que ya presentan la mayoría el genio que es la casta mala.
Curro Díaz: Silencio y silencio.
Iván Fandiño: Silencio y silencio.
David Mora: Ovación y oreja con protestas.
Detalles:
La fiesta ha podido contar nuevamente con el apoyo incondicional de S. M el Rey Emérito Juan Carlos I en unos tiempos en los que tanto se necesita defender lo que es nuestro.
Víctor Manuel Martínez fue prendido en el quinto de la tarde, en un arriesgado par de banderillas.
Se desmonteró Ángel Otero tras dos pares de banderillas de mucha verdad y torería en el sexto de la tarde.
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Llegaron los ‘parladés’ y fue una pena haber visto esta ganadería en la debacle, los Domecq la han conducido a situaciones tan alarmantes de mansedumbre, descastamiento y hasta con genio, que es la casta mala, que se vio con gran tristeza un futuro nada halagüeño para esta vacada que en otrora dio nombre a un encaste.
Es un gran reto para el des-encaste comercial Domecq salvarse de enviar a sus encierros al matadero, porque parecen aquellos bueyes de carreta que eran visibles en el campo en el siglo XIX.
Pero vamos a contarles lo que hicieron los toreros con estos astados.
Curro Díaz recibió un toro que pronto dejaría muestras de debilidad. El astado perdió las manos en repetidas ocasiones. Conviene destacar durante la faena de muleta la intención y actitud del torero a pesar de la lo pésimo que fue en verdad el animal. Lo intentó por el pitón izquierdo, al natural, pero no hubo opción de triunfo. Tomó rápido los aceros para dar fin con media estocada, más que suficiente para poder echar al suelo al manso de Parladé.
De igual modo, en el segundo de su lote no obtuvo fortuna, ya que se mostró huidizo durante toda la lidia. Un claro reflejo de esa mansedumbre, se pudo apreciar al entrar al caballo de chiqueros. Muletazos de mucho templé dejó el maestro de Linares, quien supo entender a la perfección al astado. Muy por encima estuvo el torero ante tal bobalicón que ni embestía ni tenía nobleza. Con un pinchazo hondo remató su última actuación en la Feria de San Isidro.
Siguiendo la tónica general de sus últimas comparecencias en el coso titular, Iván Fandiño firmó una tarde de escasa conexión con el respetable. Su primer toro fue devuelto a los corrales, ya que presentó apreciable debilidad tras varias pérdidas de manos.
Se corrió turno para lidiar un tísico cornúpeta, el cual fue brindado a S. M. el Rey Emérito. Se movió mejor por el pitón derecho para el deleite de los pocos aficionados que aceptaron su faena. Tras intentarlo con ambas manos, tomó los aceros para dejar una estocada casi entera.
Con más fuerza y peligrosidad salió el quinto de la tarde, el cual no bajó la cabeza ni en el caballo, pues se quitó la vara a base de cabezazos. Víctor Manuel Martinez, en un intento de valentía, fue volteado por el toro tras varios fallos durante la suerte. El torero no quiso saber nada de la embestida del animal, poniendo fin a la faena de forma exhaustiva, dejando un astado sin torear.
Un pequeñajo de Parladé de 487 kilos, indigno de la plaza más importante del mundo, haría que los pitos del público se hiciesen evidentes. Aprovechó el dócil movimiento David Mora para conseguir un quite por gaoneras. Tras brindar la faena a S. M Don Juan Carlos I se fue a los medios pasándose los pitones por el pecho y por la espalda indistintamente. Cuando pretendía apretar al toro bajándole la mano y dándole profundidad, el animalito demostraba su fenología y poca fuerza. Fuera de lugar estuvo al natural, pues no encontró la clave para conectar con la afición isidril. El astado fue noble en la muleta pero el torero madrileño no consiguió aprovecharlo.
Tras dos buenos pares de banderillas de Ángel Otero, que pusieron en pie a los asistentes, comenzó la faena David Mora desde las tablas, conduciendo la embestida del animal. Por el derecho consiguió muletazos de mucha clase pero que derivaban en una mala colocación al tercer pase, quedando así “fuera de cacho”. Una estocada entera y letal fue la que llevó al tendido a realizar una fuerte petición de oreja, la cual fue concedida a pesar de las protestas por parte de cierto sector de la plaza.
En general, otra mansada caracterizada por unos Parladés que aburrieron a la afición. Se concedió una oreja con el fin de ocultar los defectos de aquello que es lo más valioso para esta nuestra Fiesta: el toro bravo.
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